Perfil (Sabado)

Luna de miel

- FEDERICO RECAGNO* *Sindicalis­ta. Convencion­al Nacional UCR.

Los matrimonio­s, las celebracio­nes de casamiento, incluyen una serie de rituales que se mantienen y actualizan de acuerdo a las culturas y/o las religiones de los contrayent­es.

Romper una copa, entregar anillos, hacer promesas o votos, tirar arroz, entrada de la novia, lugar de los padrinos, de los testigos, duración de la fiesta, las ligas, el ramo, junto a antiguas y nuevas tradicione­s.

Un ritual al que dan curso las bodas es la luna de miel. Entendemos por “luna de miel” el período que va luego de la concreción del matrimonio, tal vez legal, tal vez religioso, tal vez de común acuerdo, hasta un mes después de este hecho.

Queda claro que lo dicho puede adquirir variantes según la elasticida­d de los contrayent­es.

Los rituales más aceptados en estos días hablan de “irse” de luna de miel. Lo que implica un viaje a algún destino romántico, relajado y/o exótico.

Según los buscadores de internet se atribuye al concepto de luna de miel diversos orígenes: Babilonia, Roma Antigua, Egipto, los teutones, matrimonio­s celebrados en luna llena, el haber aguamiel o cerveza de miel, raptos de novias y demás.

La miel aporta un toque de dulzura a una situación de por sí extraordin­aria. También se especulaba el período de luna de miel con el de la búsqueda de los hijos, ya que el propósito principal del matrimonio antaño era la procreació­n.

Lo real es que la legislació­n laboral de varios países otorga a las y los trabajador­es un tiempo de permiso, una licencia, para ausentarse del trabajo en virtud de contraer matrimonio, con derecho a ser remunerado.

La costumbre de viajar durante la luna de miel vendría del siglo XIX en la que los novios llegaban hasta los sitios de familiares más alejados que no hubieran podido concurrir a la boda.

Yendo a la política, la “luna de miel” es el período en el que los candidatos ganadores gozan de viento a favor.

Poseen un tiempo, difícil de cuantifica­r, de romance con sus votantes y afines para impulsar medidas gracias, al efecto arrastre que produjo el triunfo electoral.

Algunos políticos pueden caer en la tentación de creer que gozan de un período de luna de miel por un nombramien­to reciente. Pero, cuidado, adquirir algo de aire en medio de una situación asfixiante no es equivalent­e al respaldo del voto popular. Una designació­n no es igual a ser elegido.

Se viene el viaje oficial por el norte financiero en el que será difícil explicar la coyuntura política interna argentina.

Las contradicc­iones en el Gobierno hacen que el veranito que se va a buscar pueda darse con temperatur­as bajo cero. En varios órdenes, político, social, económico, laboral, nuestro caos institucio­nal nos deja viviendo en un mundo paralelo que gira para el otro lado.

Por otra parte, aquellos que ya han ejercido el poder y que han perdido una elección siendo gobernante­s, es posible que, si vuelven a presentars­e con éxito, su luna de miel con la población dure menos que la de un nuevo candidato que trae el beneficio de la duda.

El que ya ha ejercido el poder, aun triunfando tiempo después, lleva una carga negativa más difícil de revertir que el que llega sin decepcione­s previas. No se conoce, en términos futboleros, a ningún jugador que habiendo sido sacado en el primero pueda entrar en el segundo tiempo.

Claro que, la esquizofre­nia de la polarizaci­ón eterna sacude al país y puede hacer lo suyo, como el juego del samba que termina tirando a todos por el piso.

Hay encuestas que dicen que la luna de miel, la época romántica del matrimonio, dura un poco más de un año para luego ir perdiendo el entusiasmo original. Al decir de Sabina, que no nos duerman con cuentos de hadas.

En la política y, sobre todo, en la Argentina, la luna de miel puede ser efímera. Por ello, para cualquier político, electo o nombrado, la mejor manera de encarar al pueblo es escuchando genuinamen­te.

Que no confundan la luna de miel con la despedida de soltero. Y que, Sabina dixit, todas las noches sean noches de bodas, que todas las lunas sean lunas de miel.

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