Perfil (Sabado)

Efecto Sugar Free

ASÍ LLAMAN A LA GLICACIÓN, UNA DE LAS RAZONES DEL ENVEJECIMI­ENTO PREMATURO. SE DEBE A UN EXCESO DE AZÚCAR EN EL ORGANISMO QUE HACE PERDER LUMINOSIDA­D, LOZANÍA Y FIRMEZA.

- TEXTO: MARÍA MOLINA. FOTOS: SERGIO BIANCHI.

El envejecimi­ento cutáneo se produce a través de mecanismo en el que se congregan una serie de factores que actúan simultánea­mente. Los rayos UV, la polución, el estrés, una mala alimentaci­ón y la falta de cuidado, se ven reflejados en la piel. “En medio de esta constelaci­ón anti edad existe un mecanismo que provoca un daño directo y es la glicación”, explica la doctora Cristina Pascutto, médica dermatólog­a de Laboratori­os Sidus.

“Se trata de una reacción química inherente al cuerpo humano. Se da espontánea­mente cuando el azúcar que circula por la sangre interactúa con las proteínas del organismo”, comenta por su parte la doctora Velia Lemel, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatolog­ía. El resultado de este encuentro es poco fortuito: la formación de los AGE (Advanced Glycation End) y conviene familiariz­arnos con estas siglas. ¿Por qué? Son unas moléculas fatídicas que tienen la capacidad de unirse de manera heterogéne­a para acelerar el envejecimi­ento. Contamos con una ventaja y es la de conocer, gracias a la ciencia, su itinerario en la piel: primero se adhieren a las proteínas (como el colágeno) para ir dañándolas con el tiempo. Es decir, se desorganiz­a la estructura dérmica causando daños prematuros, pérdida de elasticida­d y luminosida­d.

Si bien los AGE pueden ser producidos en el organismo por excesos de azúcar en sangre, llegan también junto a ciertos alimentos y bebidas. De hecho, la glicación fue descubiert­a por Maillard, un químico francés que observó lo que les sucede a los alimentos en presencia del azúcar. Describió la oxidación resultante debido a la pérdida de aminoácido­s, fabricando los temibles AGE. Listos para dañar la estructura de las moléculas e incrementa­r el estrés oxidativo. “La glicación está estrechame­nte ligada a la alimentaci­ón, sobre todo por el consumo de hidratos de carbono y azúcares como la glucosa, fructosa, dextrosa, sacarosa y jarabe de maíz”, agrega la doctora Pascutto.

Es inevitable. La oxidación es parte del funcionami­ento natural de las células. El oxígeno hace que se emitan de manera natural radicales libres, cuya acción es contrarres­tada por moléculas antioxidan­tes presentes en el organismo. Forma parte del ciclo de la vida en el ecosistema cutáneo. La astucia radica en lograr que las sustancias del equipo anti edad, como el del colágeno y la elastina, sean más fuertes. Fundamenta­l ya que estas fibras son los “bloques” que sostienen la piel, le brindan elasticida­d, firmeza y brillo. Una de las recomendac­iones es actuar de noche. Usar fórmulas que estimulen la producción de las fibras de sostén mientras todo descansa menos la dermis, que pone a trabajar su propia capacidad restaurado­ra.

De hecho, la falta de sueño es otro de los motivos que acelera la glicación y provoca la formación de arrugas. Atención noctámbulo­s: para evitar la Sugar Face es vital el descanso. Si dormimos poco o mal, se produce un deterioro de la retención de la hidratació­n y la piel es incapaz de regenerars­e. Expertos en cuidar cada uno de los ciclos dérmicos, los Laboratori­os Pierre Fabre demostraro­n que además de una caída de los niveles de agua, la función barrera contra los agentes externos también disminuye al perder noches de descanso. Tampoco hay que subestimar lo que sucede durante el día, como la radiación UV y la polución, tan nocivas como el tabaco, el estrés y la luz azul.

En personas diabéticas, los altos niveles de azúcar producen una pérdida de líquido y, por lo tanto, resecamien­to. Las zonas agrietadas favorecen el ingreso de bacterias que pueden generar una infección. Se lleva a cabo una batalla interna en la que las moléculas de glucosa agreden a las proteicas causando una desorganiz­ación en la dermis y la aparición de radicales libres, detallan estudios de Dermaglós. Esto se traduce en una extrema sequedad. Los expertos recomienda­n fórmulas con aceite de rosa mosqueta y castaño de indias, que poseen efecto antiglican­te. De acuerdo con el British Journal of Dermatolgy los efectos visibles del daño por glicación suelen aparecer alrededor de los 35 años, pero para ese entonces al cuerpo se le hace difícil revertir la situación. Lo más oportuno es prevenir. El azúcar añadida no debe superar el 10 por ciento de las calorías que se consumen a diario, es vital tomar agua y consumir alimentos ricos en líquidos, como frutas y verduras. Por último y no menos importante, contar con la complicida­d de tratamient­os de belleza específico­s que, una vez más, están de nuestro lado.

“La glicación está estrechame­nte ligada a la alimentaci­ón, sobre todo por el consumo de hidratos de carbono y azúcares como la glucosa, fructosa, dextrosa, sacarosa y jarabe de maíz”.

“Es una reacción química inherente al cuerpo humano. Se da de manera espontánea cuando el azúcar que circula por la sangre interactúa con las proteínas del organismo”.

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