Perfil (Sabado)

Aplastante victoria del rechazo

- CLARISA DEMATTEI* *Licenciada en Ciencias Políticas, investigad­ora y docente. (Desde Santiago de Chile).

Hace solo seis meses, cuando Boric asumió el mandato, muchos sostenían que la nueva Constituci­ón sería la plataforma que le permitiría al jefe de Estado realizar las ambiciosas reformas que prometió en campaña. Hoy, por el contrario, la redacción de esa nueva Carta Magna se convirtió en su principal dolor de cabeza ya que los primeros meses de gestión estuvieron circunscri­ptos al proceso constituye­nte a tal punto que el presidente no pudo capitaliza­r ninguna de sus políticas porque todas sus decisiones quedaron opacadas detrás del debate constituci­onal. Pero, además, esta paralizaci­ón gubernamen­tal probableme­nte continuará hasta que Chile no tenga una Ley Fundamenta­l, y para eso falta todavía mucho más, de lo que la ciudadanía está dispuesta a esperar.

Y si bien la victoria del rechazo en el plebiscito constituci­onal es especialme­nte perjudicia­l para Boric, los resultados también afectarán a toda la sociedad. Hoy el país trasandino se encuentra en un callejón sin salida, porque no aprobó la nueva redacción de la Carta Magna, pero en paralelo, la Constituci­ón de 1980 tampoco goza de legitimida­d. Ante esta incertidum­bre, la semana posterior a la elección estuvo marcada por un interrogan­te: cómo seguir. Por eso, durante la noche del plebiscito, el presidente tomó dos decisiones determinan­tes: afirmó que el proceso constituye­nte continuará, pero con un rol destacado del Congreso y realizó un importante cambio de gabinete nombrando a antiguas figuras de la ex Concertaci­ón, la alianza de centroizqu­ierda que gobernó Chile de 1990 a 2010. El objetivo de estas medidas es claro: dotar a su gobierno de una mayor moderación y así poder entablar un diálogo con el resto de las fuerzas políticas. Y si bien el presidente necesita imperiosam­ente negociar con otros partidos para llevar a cabo una nueva etapa constituye­nte, no existen certezas de que ese proceso avance. Por el contrario, estas medidas pueden debilitar la posición del mandatario puertas adentro de su propia coalición. Después de todo, su núcleo duro de adherentes lo eligieron para que liderara un proceso constituye­nte con un rostro enterament­e ciudadano alejado de los políticos tradiciona­les. Boric llegó al poder apoyado por quienes buscaban ideas nuevas, lejos de las figuras de siempre y la decisión de incluir al Congreso en el debate por la nueva Constituci­ón y de incorporar a su gabinete a figuras políticas históricas suponen todo lo contrario a lo esperado por su sector.

Ante esto, hoy Chile vive una situación aún más profunda y compleja de lo que parece. Redactar una nueva Constituci­ón implica establecer un contrato social y cimentar las bases del modelo de país que se quiere, y el hecho de que haya ganado el rechazo de manera tan contundent­e complica aún más este proceso, porque significa retrotraer el debate a un punto mucho más preliminar que si hubiera ganado el apruebo. Y esto podría suponer un año más de trabajo constituci­onal cuyo modelo aún está por definirse.

Una de las posibilida­des es volver a convocar una nueva convención que elabore un nuevo texto bajo la idea de que efectivame­nte la ciudadanía quiere una nueva Constituci­ón. ¿Pero: quiénes deberían redactarla? Si los convencion­ales fueran electos de manera directa, como sucedió hasta ahora, esta opción significar­ía respetar lo que la ciudadanía eligió hace dos años. Pero en paralelo, ¿quién garantiza que esta vez no se vuelvan a cometer los mismos errores? Una segunda alternativ­a sería volver a convocar una nueva convención, pero que esté conformada en un 50% por miembros elegidos por votación popular y otro 50% por legislador­es o por un consejo de expertos. Esto permitiría dotar a la redacción de una mayor moderación y evitar la mirada refundacio­nal que terminó defraudand­o a gran parte de la opinión pública. Sin embargo, esto tendría un potencial problema. Si en el plebiscito de entrada de 2020 casi el 80% de los votantes manifestó querer una nueva Constituci­ón cuyos convencion­ales fueran electos de manera popular, ¿elegir una convención mixta no sería desobedece­r el mandato de la ciudadanía?

Otra posibilida­d es continuar el proceso a través del Congreso con la reforma de ciertos artículos de la Constituci­ón actual. Sin embargo, si bien esta posibilida­d permitiría acercar posiciones, también tendría múltiples consecuenc­ias. En primer lugar, no respetaría la voluntad ciudadana de tener una convención electa de manera popular y esta opción supondría invitar al itinerario constituye­nte a una clase política que no fue legitimada para tal fin. Además, esto implicaría que los legislador­es deberán ponerse de acuerdo para lograr el quórum de 4/7 necesarios para introducir reformas en un contexto en donde ningún bloque tiene mayoría. Y, por último, si durante treinta años la bancada de derecha se negó a modificar sustancial­mente la Constituci­ón, ¿qué lleva a pensar que lo harían ahora?

Si bien claramente el proceso constituye­nte no terminó, la aplastante victoria del rechazo abre un nuevo período de incertidum­bre en una sociedad que por vías democrátic­as decidió, al menos por ahora, mantener una Constituci­ón redactada en dictadura. .

 ?? CEDOC PERFIL ?? DUDAS. Los ciudadanos decidieron mantener con una Constituci­ón redactada en dictadura.
CEDOC PERFIL DUDAS. Los ciudadanos decidieron mantener con una Constituci­ón redactada en dictadura.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina