“Hay una tendencia al fast food en la danza”
La bailarina y coreógrafa argentina que reside en Nueva York difunde y anuncia el festival de videodanza que se realizará en 2023.
NYBA Dance Film Fest es una iniciativa de la bailarina y coreógrafa argentina Luli Brindisi, radicada Nueva York. Junto a Alesso y a Florencia Giardino, está organizando este evento que implicará la proyección de un conjunto de obras de videodanza, seleccionadas de todas partes del mundo. Las funciones se realizarán en fechas a definir, dentro de marzo y abril de 2023, en un espacio dentro de la gran urbe estadounidense y en otro en el Club Lucero (Nicaragua 6048, CABA). Por el momento, la propuesta se encuentra en etapa de difusión y abierta a recibir inscripciones.
—¿Cómo fueron tus inicios y tu desarrollo en la danza?
—Desde muy chica, tomé clases de teatro y danza jazz y danza contemporánea. Estudié Comunicación Cultural en UDESA (Universidad de San Andrés) y me seguí formando en danza con María Cecilia Díaz en clásico (fue la profesora de Paloma Herrera), Noemí Coelho en danza moderna y Darío Petruzio en Theatre Dance. Desde los 18 años, hice coreografías en muchos colegios. Pasé a la esfera profesional como coreógrafa para Fenix Entertainment Group y para, por ejemplo, el Teatro Maipo y, en televisión y videoclips. Actualmente soy productora y coreógrafa free lance en obras del off-broadway y para artistas emergentes en sus videoclips. Hace tres años descubrí el mundo audiovisual y la danza para la cámara. Ahora vivo en Nueva York y decidí hacer mi propio festival.
—¿Qué es la videodanza?
—Creo que todavía nadie sabe qué es. Es un formato en el que se combina el lenguaje de la danza o del movimiento (no necesariamente el de la danza) y el lenguaje audiovisual. La grabación de una performance en vivo no es videodanza; tampoco, un videoclip o película donde haya personas que bailan. En una obra de videodanza, el movimiento y la cámara tienen una relación simbiótica; no existen el uno sin el otro. La coreografia está hecha para ese momento, para ser grabada, y la edición está al servicio de la danza. La videodanza tiene sus orígenes en la década del 60. Hoy en día, hay una tendencia muy marcada, muy delimitada de lo que debería ser la danza en la pantalla, teniendo en cuenta los videos de Instagram, programas como So you think you can
dance: siempre hay productos cortos y de impacto, destreza física exacerbada, cuerpos fuertes, bailando en ritmo rápido, como una cachetada, un fast food de la danza. En cambio, nuestro festival, por ser internacional, tendrá mucha diversidad, porque la pieza de cada artista refleja algo de la sociedad y la cultura en la que está inmerso.
—¿A quiénes y por qué invitaste como jurado para el festival?
—Los jueces vienen de campos muy diversos. Unos pondrán el foco en la calidad audiovisual; otros, en la destreza física y el virtuosismo en la danza. Gustavo Zajac toca la pata de la danza, es el referente en la Argentina, sobre todo, en la comedia musical y tiene mucha trayectoria internacional. Laura Manson es directora de cine y emprendedora. Y Andrew Chapman es un artista norteamericano, creador del Mobile Dance Film Festival, para obras de danza filmadas únicamente con dispositivos móviles.
—En la Argentina, artistas como Margarita Bali y Silvina Szperling son referentes de la videodanza. ¿Tenés vínculo con ellas?
—Margarita es una pionera en videodanza; actualmente se ha enfocado a instalaciones, mapping, tecnología y cuerpo. Silvina es la creadora del Videodanzaba, Festival de Videodanza en Buenos Aires, que ya lleva más de 20 ediciones. Es un ejemplo a seguir, algo a lo que aspiramos a llegar, porque además de las obras, ofrece actividades como simposios, laboratorios, residencias. Nuestro festival se separa de ese festival, porque se realiza en Nueva York y por eso podría gestionar o conseguir recursos financieros o académicos, que permitan desarrollos de actividades similares a las que tiene el festival de Silvina y que sean financiados desde acá. El camino está marcado por lo que hace Silvina. Este es nuestro primer año, nuestra prueba piloto; el objetivo es tener obras de calidad, que al público le guste y se vaya contento.