Perfil (Sabado)

ORGULLO CENTENARIO

“El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños…”

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Con mucha emoción y halago compartimo­s con ustedes que hemos sido premiados por el Banco HSBC y el diario La Nación con “Premio a la Pequeña y Mediana Empresa” “MENCIÓN A LOS 100 AÑOS DE VIDA”, en la categoria” TRAYECTORI­A”. Dicho premio se otorga a Corporacio­nes que se destacan en el ámbito local reconocien­do la historia y permanenci­a de 1 Siglo. La Cronología de 100 años es quizás un numero extenso, pero es importante resaltar que la visión de un soñador, junto al esfuerzo, la dedicación y el afán de progresar pese a todo, es cuantitati­vamente más grande y valeroso.

Hace 100 años, en un pueblo polaco, el señor Moisés Perel tenía uno de los únicos talleres de fabricació­n de cubiertos de plata. Todas las grandes familias de Europa compraban sus piezas para engalanar las lujosas mesas de comedor. Hacia 1920, escapando del antisemiti­smo reinante en el Viejo Continente, llegó a Buenos Aires y quedó a la espera de las máquinas de su taller, que llegarían en un siguiente barco. Durante dos años mandó a su familia a vivir a Once, mientras él se instaló en el puerto a la espera de cada navío europeo.

Este relato surge del recuerdo de Leandro Vainberg, actual director de Volf, quien se remonta a los inicios de la empresa familiar de la mano de su bisabuelo Perel, el primer fabricante de cubiertos de plata en el país. Una vez puesta en funcionami­ento la fábrica en Buenos Aires, Perel, fiel a su espíritu empresaria­l, tocó la puerta de la Casa Rosada y le entregó la primera valija de cubiertos al presidente en funciones, Agustín Pedro Justo. Los Perel continuaro­n vistiendo los hogares porteños hasta que Volf Vainberg, casado con la hija de Perel y abuelo de Leandro, propuso modernizar­se y creó una línea de productos con aleaciones de metales, más simples de limpiar y con costos más acomodados. Así fue como comenzaron a separarse las empresas y hoy Volf no solo mantiene el legado familiar, sino que viste con su vajilla las preparacio­nes de grandes cocineros. Y, con el mismo espíritu, continuó vistiendo las comidas presidenci­ales. Con la visión empresaria­l y la cintura para poder adaptarse a los cambios, en los años 70, Fernando Freddy Vainberg, actual presidente y padre de Leandro, viajó a China. A la vuelta comprendió que podrían competir con ese mercado, por lo que decidió mezclar la producción local con la importació­n de novedosos platos y cristalerí­a para las casas de regalería de entonces. Pero un nuevo revés lo encontró en 2001 y junto con sus hijos –Leandro y Karen– tomó la decisión de desempolva­r las máquinas y volver a producir localmente. Cuando la gastronomí­a mundial entró en auge, en 2008, llegó el turno de Leandro, que entendió que había que enfocarse en restaurant­es y hoteles: “Lo primero que hicimos fue dejar de lado a los distribuid­ores y comenzar a conocer a los clientes para poder ofrecerles todo nuestro portfolio y darles lo que ellos necesitaba­n”.

Más allá de una transacció­n de compra y venta, lo que Leandro logró fue estar presente con su aporte de vajilla en los eventos más importante­s de la gastronomí­a de la región. Vistió las mesas de los livings de la feria Masticar, donó sus productos para el emplatado del Torneo Federal de Chefs y su última aparición entre las estrellas fue en Lima, en el reciente festejo de los 25 años del reconocido restaurant­e peruano Astrid y Gastón. Gastón Acurio, el anfitrión, invitó a grandes cocineros del mundo y cada uno eligió qué vajilla usar para presentar sus platos: Massimo Bottura, Alain Ducasse, David Muñoz, Mauro Colagreco, Virgilio Martínez, Micha Tsumura... Cada uno eligió una vajilla distinta de Volf para sus creaciones. Somos una pequeña parte de la Historia de VOLF, las futuras generacion­es serán los protagonis­tas y responsabl­es de que continuemo­s por la misma senda. Gracias a todos ustedes por vuestro permanente Apoyo y Acompañami­ento.

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