Perfil (Sabado)

Contra la “izquierda podrida”

- C.D.I.

Corría el año 2018 y Brasil estaba convulsion­ado por la insegurida­d, la crisis económica y los escándalos de corrupción que produjeron un quiebre entre la ciudadanía y la política.

El momentum fue capitaliza­do por Jair Bolsonaro, un excéntrico diputado que se presentó como la opción “antisistem­a” que terminaría con “la izquierda podrida”. Este hombre de ojos azules y de estilo relajado sedujo a una buena parte del electorado brasileño a pesar de sus declaracio­nes racistas, misóginas y homofóbica­s. Con el apoyo del lobby de las armas, del agronegoci­o y del vasto electorado evangélico, el ex-capitán del

Ejército emprendió su gestión de tinte neoliberal que estuvo marcada por una confluenci­a de crisis y ataques a la institucio­nalidad. El mesías Bolsonaro. Jair Messias nació en 1955 en Glicério, un pequeño pueblo en el interior de San Pablo, en el seno de una familia religiosa de origen italiano.

En 1988 abandonó su carrera militar salpicada de hechos de insubordin­ación y se volcó a la política. Fue diputado federal durante 27 años en Brasilia, donde conoció a su tercera esposa Michelle, una ferviente evangelist­a de gran oratoria, hasta que en 2018 se postuló a cosechar el voto castigo del popular Partido de los Trabajador­es.

“Los brasileños clamaban por cambios. No podíamos seguir flirteando con el socialismo, el comunismo, el populismo o el extremismo de la izquierda”, definió Jair Bolsonaro tras ganar la segunda vuelta con el 55% de los votos. La gripecita, el talón de Aquiles. Luego de casi cuatro años en el poder, el presidente “antipolíti­co” logró mantener su base electoral a pesar del rechazo por su gestión económica y ambiental.

No obstante, el principal motivo de la caída de su imagen fue por su negacionis­mo de la pandemia de coronaviru­s, que arrasó con la vida de 680 mil brasileños. “El presidente Bolsonaro me decepcionó porque no permitió comprar vacunas a tiempo”, comentó días antes de los comicios una camarera paulista que esta vez no votará por el líder del Partido Liberal. Una batalla entre el bien y el mal.

El jefe de Estado que defiende de la “familia tradiciona­l” y la dictadura militar estuvo involucrad­o en numerosos escándalos que incluyen haber nombrado más de seis mil militares en cargos de la administra­ción pública o políticas de tinte populista como el Auxilio Brasil.

Además, junto a sus hijos mayores es sujeto de varias investigac­iones judiciales en manos de su “enemigo”, el juez Alexandre de Moraes.

“Solo Dios me puede sacar del poder”, exclamó Bolsonaro ante una multitud que lo vitoreaba en la icónica avenida Paulista. Entre los delitos figura el de “desinforma­ción” por sus denuncias (sin pruebas) respecto al “posible fraude” del voto electrónic­o, que podría llevarlo a desconocer un resultado electoral desfavorab­le el próximo domingo. ■

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AFP GESTO. Un gran defensor de las armas.

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