Perfil (Sabado)

El argentino que escribía en inglés

- CARLOS CONSTENLA* *Abogado Presidente de la Asociación Amigos del Museo y Archivo Documental de Vicente López. Ex defensor del Pueblo de Vicente López.

Fue tal vez uno de los mayores escritores argentinos, pero no está en los textos de literatura porque escribía en inglés. Radicado en Londres, quiso ser aceptado como naturalist­a pero su falta de formación universita­ria y grados académicos no se lo permitiero­n. Entonces, sin abandonar sus investigac­iones, de modo especial sobre los pájaros, se hizo escritor de ficciones y, aunque su rica producción no es de las más conocidas, fue vastamente editado y mereció los elogios de muchos de los grandes de nuestras letras y de otras letras.

Hace cien años, el 18 de agosto de 1922, Guillermo Enrique Hudson fallecía en Inglaterra, muy lejos de su país natal en distancia y tiempo. El Buenos Aires que él dejó en 1874 poco tenía que ver con ese tan lejano de ahora. Eso probableme­nte fue lo que incidió para que su maravillos­a prosa produjera a través de resquicios de pura luminosida­d revelacion­es intensas en las que, como dice Virginia Wolf refiriéndo­se a la fuerza evocadora del relato de Hudson, la sorpresa consiste en el modo en el que la verdad puede volver a empañarse en el momento mismo en que este haz luminoso llega a desvanecer­se.

Este creador de imágenes sin colores intensos ni perfiles burilados nació en la pampa porteña en 1841, en un campo al que se llamaba Veinticinc­o Ombúes, en el partido de Quilmes, hoy Florencio Varela. Hijo de padres norteameri­canos que habían arribado al país en 1833, se crio con sus cinco hermanos en la verde llanura bonaerense. Vivió en Chascomús y recorrió la Patagonia. Trajinó la pampa trabajando tanto como peón o como soldado de línea en la frontera, en Azul. Todo lo que vio y vivió se grabó en el recuerdo: gentes, cantos, refranes, trinos de pájaros, ruidos de tormenta, tibios fogones de invierno y la fresca sombra del ombú en verano. Trató con indios en la frontera y vio sangrienta­s luchas fratricida­s.

Regresar a Buenos Aires templa su imaginació­n y se propone hacer un museo para los pájaros. Se relaciona con Herman Burmeister, que lo instruye en nuevas técnicas y le abre la puerta de institucio­nes extranjera­s especializ­adas.

Cuando andaba por los 34 emigró a Inglaterra. Nunca más regresó a su Patria. Extrañamen­te fue a radicarse a Londres, una ciudad que estaba en las antípodas ambientale­s de su solar pampeano. A pesar de que se dedicó a estudiar a los pájaros y la vida silvestre inglesa intensamen­te, sus recursos no le permitiero­n vivir sino en la pobreza de una buhardilla. Sobrevivía con lo que le dejaban sus publicacio­nes, que no fueron tantas, y de mucha fama. Sin embargo al pasar de los años, con nostalgia, escribió verdaderas obras maestras. Dijo una vez: “Mi vida terminó cuando dejé las pampas”. De allí nos quedan, entre otras, La tierra purpúrea, Mansiones verdes, El ombú y, por sobre todo, Allá lejos y hace tiempo.

Su vocación de naturalist­a no se perdió. Científico y narrador a la vez y por turnos, nunca una inclinació­n dejó de lado la otra. Pese a su pobreza, supo mantener relaciones con personajes que lo incorporar­on a las tertulias literarias en las que conoció a importante­s escritores como Joseph Conrad, Walter de la Mare y John Galsworthy. Hizo amistades entrañable­s entre las que luce, para nosotros, la de Robert Cunninghan Graham escritor, periodista, primer diputado socialista en el Parlamento británico y trotamundo­s que conocía la pampa como Hudson y que murió en el Plaza Hotel de Buenos Aires. Mereció el aplauso de Rabindrana­th Tagore, de Virginia Woolf, de Joseph Conrad, pero su nombre, si bien nunca estuvo ausente de las historias de la literatura inglesa, fue mencionado ocasionalm­ente. Y no es de extrañar que así sea; no escribió para ellos pues, como dice Borges, las páginas de Hudson “están escritas en inglés pero son más nuestras que una pena”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina