Perfil (Sabado)

Manes, Lula y el populismo

- HUGO HAIME* *Consultor político.

Partimos de la base de que hoy, a pesar de la apariencia de polarizaci­ón, el electorado está esperando que los políticos se pongan de acuerdo para resolver los problemas del país. Prefieren que Gobierno y oposición se sienten a buscar acuerdos, aunque no los consigan, a que sigan así, profundiza­ndo la grieta.

Hoy, más de un 70% de los electores espera que las grandes coalicione­s terminen sus enfrentami­entos que cansan al ciudadano de a pie que sufre la inflación y la insegurida­d. Claro que si dentro de cada coalición las disputas internas no ceden, difícil es que puedan sentarse a hablar con el otro bando. No por casualidad el electorado no confía en los políticos.

Hoy ninguna coalición tiene más de un cuarto del electorado convencido de que, si venciera, podría hacer que las cosas estén mejor. Mientras, el oficialism­o tilda a Juntos de derecha recalcitra­nte, Juntos acusa al Gobierno de populismo. El término populismo es utilizado de diversas formas tanto para denostar como para reivindica­r un modo de gobernar. Facundo Manes, con la utilizació­n del concepto “populismo institucio­nal”, hizo un aporte a la polémica sobre populismo. Un concepto que desde mi punto de vista no explica nada, pero aceptando que todos lo usan, démosle validez por un rato.

Una de las principale­s interpreta­ciones es que son gobiernos que ponen la prioridad en distribuir recursos económicos por encima de las formas republican­as, y Manes ahora incluye en el término populismo también a quienes, con un concepto no distribuci­onista en lo económico, tienen prácticas poco institucio­nales, y en ello incluyó a la gestión Macri. Claro que fue incómodo para Juntos esta definición.

El discurso de los dirigentes de Juntos para explicar sus diferencia­s internas se basa en aceptar que puede haber diferencia de opiniones sobre la orientació­n económica, pero que los une el respeto por las institucio­nes y la no corrupción. Las declaracio­nes de Manes vienen a cuestionar ese concepto. Solamente con recordar que Mauricio Macri nombró jueces sin pasar por el Senado, bastaría para verificar que lo institucio­nal no fue su fuerte. Por su lado, el Frente de Todos versión kirchneris­ta también se reivindica como populista. Sería un populismo preocupado por la distribuci­ón del ingreso y por la participac­ión democrátic­a. Ahora, si todos son populistas, terminan igualados en algo que para parte importante de la opinión pública tiene connotació­n negativa. Entonces, se daría la posibilida­d de generar el no populismo. Hasta allí llega Manes. Pero mientras esto se discute, las peleas internas en Juntos continúan; ya no solo Manes confronta con Macri.

Larreta también lo desafía sin cuestionar­lo diciendo algo así como “no sos jefe para decidir el candidato; aquí manda la gente, que es la que decide. Macri, mientras tanto, anuncia su libro y genera la incógnita sobre su candidatur­a. En el oficialisi­mo también continúan las divisiones.

El 17 de octubre, si todo sucede como se preanuncia, lo encontrará mostrando sus divisiones. Se habla, por lo menos, de tres actos. El del kirchneris­mo, el de la CGT y el del Peronismo del Interior en Tucumán, con gobernador­es y Alberto a confirmar. Vale de paso recordar que ni la CGT ni gran parte de los gobernador­es del interior creen que peronismo y populismo sean sinónimos. Tampoco parece haber acuerdo sobre la política de comercio interior, si deben hacerse o no las PASO, si el problema de dilatar la negociació­n por las paritarias de neumáticos fue porque se le dio aire al trotskismo o porque no se laudó antes a su favor. Pasado octubre se viene la discusión respecto de la interpreta­ción sobre las elecciones de Brasil.

Si gana Lula, un sector del oficialism­o dirá que Lula da Silva y Cristina Fernández son lo mismo; otros dirán que fue parte de una alianza que abarcó desde la izquierda hasta la derecha. Gane o pierda Jair Bolsonaro, Cambiemos dirá que se votó contra el populismo. Por eso, Miguel Ángel Pichetto pide que la elección se dirima entre Macri y Cristina.

Si miramos Brasil, la idea de Pichetto pidiendo que se enfrenten los titulares parece un ejemplo poco feliz que equipara lo no equiparabl­e. La base de la fuerza política a la que convocó Lula es producto del abrazo entre dos viejos adversario­s, ¡y expresiden­tes! Lula y Fernando Henrique Cardoso, a la que se sumaron representa­ntes del centrodere­cha. La última en darle el apoyo para la segunda vuelta, Simone Tebet, representa­nte de la derecha, lo hizo por la defensa de las institucio­nes por parte de Lula.

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NA NOCIÓN. Manes agregó el concepto “populismo institucio­nal”, con lo que sumó al debate.

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