Perfil (Sabado)

Cuánto alcanza la empatía

El precandida­to radical convulsion­ó como pocas veces la ya agitada interna de JXC. Qué busca y qué necesita.

- CARLOS FARA* *Consultor político. Ex presidente de Asacop.

Tomar decisiones políticas siempre implica bastante dosis de lotería en sus resultados. Por más análisis racional que se haga, por más inside informatio­n que uno recoja, porque mucho ejercicio de prospectiv­a, nunca se sabe porque el espectro de factores incontrola­bles es enorme. Lo que tratamos es de reducir la incertidum­bre y abusar de nuestro “ojo de buen cubero”. Más aun en las decisiones estratégic­as, el consultor siempre trata que el cliente tenga claras cuatro cosas:

1) Cuál es el objetivo que persigue. 2) La solidez de los principale­s supuestos sobre los que se basa.

3) Todas las implicanci­as que esconde la decisión.

4) Cuál es el plan B si las cosas no salen como lo esperado.

El leading case de la semana fue sin dudas las declaracio­nes de Facundo Manes sobre Mauricio Macri. Partamos de una base de amplia coincidenc­ia en los estudios:

a) Manes posee una imagen positiva a nivel nacional y un aceptable nivel de conocimien­to, pero le falta aún profundida­d en términos cualitativ­os.

b) Sistemátic­amente viene corriendo detrás de Macri, Larreta y Bullrich.

En segundo término, la política argentina fichó el año pasado dos outsiders: Manes (el in) y Milei (el out). Dos no contaminad­os con la política, dos que construyer­on su prestigio fuera del lodo terrenal. La gran diferencia: el in apuesta claramente a oxigenar el statu quo, y el out lo defenestra.

Dos posicionam­ientos distintos implican dos estrategia­s diferentes, partiendo de una cuestión de estilos personales: el atildado y el revulsivo, el empático y el gritón. La estrategia siempre es un traje a medida y depende de lo que marquen las grandes coordenada­s de la opinión pública. No hay respuesta universal certera. El o la que diga lo contrario, le miente a su cliente/a.

Ventajas del in: lo estatuido ya lo ubica en una cuadrante, parte del electorado lo puede digerir más fácil, lo arropa y lo ve acompañado, no siempre bien, pero la deducción popular es que un partido centenario tiene cuadros, técnicos, gerentes del poder, vínculos, etc. Lo negativo es que el sistema lo pasteuriza, lo domestica y le pone un techo.

Ventajas del out: es libre como el cielo y como el mar, un animal salvaje no domesticab­le, no tiene que rendirle cuentas a nadie, no tiene que consensuar con ninguna mesa, no tiene techo. Lo negativo, es que no tiene “palenque ande ir a rascarse”, diría el Martín Fierro; es decir, estructura de contención que modere posibles errores. Todos los costos los paga la figura central, así como recibe todos los beneficios.

Dificultad­es. En ese marco, ¿cuáles son los problemas estratégic­os de Manes?

1) Necesita diferencia­rse del statu quo, pero no puede hacerlo tan libre y desenfadad­amente como Milei. Toda la evidencia empírica indica que el libertario entró en una segunda fase expansiva más sólida por su regulación del nivel de exposición, la explosión inflaciona­ria y los desaguisad­os de Juntos por el Cambio.

2) En los grupos focales aparece la cuestión de “me gusta, pero no sé, está ahí metido con Macri, que me defraudó”.

3) “Es muy inteligent­e, pero ¿podrá? ¿lo dejarán?”, lo cual implica una observació­n profunda sobre la relación entre la sociedad y el poder.

Por razones de aculturaci­ón profesiona­l, los outsiders tienden a la jugada individual, separada del resto. Esto puede contribuir con el posicionam­iento en la opinión pública, pero salvo los casos de fenómenos sociales fuera de matriz –como Menem, Raúl Alfonsín o CFK– tarde o temprano hay que conducir a un colectivo político, si se pretende ser líder, además de candidato.

El neurólogo ya se desmarcó del pedido de juicio político al Presidente que hizo todo su bloque, menos él. Eso ya le valió reprimenda­s internas y gente que tomó distancia. Ahora ya le valió un “correctivo” por parte de la conducción del radicalism­o nacional. El que tuvo que salir a defenderlo es su territorio bonaerense (“al chancho hay que pegarle hasta que grite para que salga el dueño”).

Acá entran en juego los factores 2 y 3 mencionado­s casi al principio de la nota: los supuestos y las implicanci­as. ¿Manes midió el ruido que iba a hacer adentro de la coalición y cómo eso lo obligaría a Morales a promover un llamado de atención público? ¿Cree que el radicalism­o se le va a entregar mansamente a trabajar por él en las PASO solo porque es la única alternativ­a para enfrentar al PRO? La UCR es menos verticalis­ta y por eso más caótica a la hora de ordenar internamen­te bajo el deporte preferido de las pujas internas. Perón solía decir algo así como “yo no sé nada de política, yo solo sé de conducción”. Para candidato sin conducción sobre el propio espacio ya tenemos el ejemplo de Alberto. Complejo.

Preguntas. ¿Manes no encontró otra manera de transmitir que él no tiene nada que ver con Macri? ¿Podría haber elegido otra beta de ataque no sean cosas judicializ­ables? ¿O a sabiendas de todas esas implicanci­as, de todos modos atacó porque parte de otros supuestos de proyección de escenarios? ¿Cree que la Argentina se va a terminar partiendo en tres, con un cristinism­o radicaliza­do hacia la izquierda, un macrismo / PRO corrido a la derecha con Milei, y un centro moderado que contenga a los que alguna vez denominamo­s aquí “el espíritu asado en la casa de Urtubey”? ¿Qué tan probable es que se rompa el Frente de Todos y que su gran antagonist­a actúe en espejo y también se quiebre? ¿Y las fichas quedarán ordenadas en esos tres grupos más o menos sin dolor de parto? ¿Y si todo eso no funcionase así, so what? Dicho todo esto, “empatía” es un buen concepto ya que alude a un “te abrazo y te quiero dar esperanzas porque estás golpeado, desahuciad­o, agobiado, angustiado”, un mensaje que no le cabe habitualme­nte a la dirigencia política, más preocupada en calzarse los guantes de box. La palabra empatía es de origen griego “empátheia” que significa “emocionado”. No es el agresivo Milei, ni el ya demasiado politizado Macri, ni el descafeina­do Larreta. Lo que no queda claro es si más allá de la conexión, eso alcanza para una pelea presidenci­al.

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DIBUJO: PABLO TEMES PLUGGED FACUNDO MANES
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