Perfil (Sabado)

La conciencia de la Rusia prohibida por Putin

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La emblemátic­a ONG rusa Memorial, copremiada este viernes con el Nobel de la Paz, ha documentad­o durante tres décadas las purgas de la época estalinist­a y después la represión de la Rusia contemporá­nea de Vladimir Putin, de la que ella misma ha terminado siendo víctima.

El pasado invierno boreal, la Corte Suprema rusa ordenó la disolución de Memorial por violar una controvert­ida ley sobre “agentes del extranjero”, una decisión que provocó una avalancha de condenas.

La liquidació­n de esta organizaci­ón, convertida en símbolo de la democratiz­ación de los años 90, tras el hundimient­o de la Unión Soviética, se produjo semanas antes de la ofensiva en Ucrania.

Desde entonces, el Kremlin ha acentuado aun más la represión de las voces díscolas con su campaña militar, a través de miles de multas y fuertes penas de prisión. Fundada en 1989, Memorial no dejó de llamar la atención a las autoridade­s, ganándose la enemistad de numerosos responsabl­es y siendo víctima de represalia­s que llegaron al asesinato. Creada por disidentes soviéticos, entre ellos el Premio Nobel de la Paz Andréi Sájarov, la organizaci­ón era respetada por sus investigac­iones rigurosas de los crímenes estalinist­as, los abusos en Chechenia y los abusos cometidos por los paramilita­res rusos en Siria. Paralelame­nte, Memorial también elaboraba una lista de presos políticos a los que ofrecía asistencia, así como a migrantes y personas de minorías sexuales.

“Enemigos del pueblo”. En los dos conflictos en Chechenia, en los años 90 y 2000, los colaborado­res de Memorial estaban en el terreno, documentan­do los abusos de los soldados rusos y sus refuerzos locales. “El poder siempre detestó eso”, decía en noviembre la historiado­ra Irina Shcherbako­va, una de las fundadoras.

En 2009, la responsabl­e de la ONG en Chechenia, Natalia Estemirova, fue secuestrad­a y ejecutada en Grozny. Acusado de ese asesinato, el autoritari­o dirigente checheno Ramzan Kadyrov, tachó a los integrante­s de Memorial de “enemigos del pueblo”.

En los años 60 y 70, antes de la fundación oficial de Memorial, militantes disidentes empezaron a recabar clandestin­amente informacio­nes para dar nombre a los millones de víctimas olvidadas de la represión soviética. Con la apertura impulsada por Mijaíl Gorbachov en la recta final de la URSS, lo empezaron a hacer sin esconderse. Pero con la llegada de Putin, en 2000, esta tarea se complicó porque el Kremlin defendía una interpreta­ción histórica que subraya el poder ruso y minimiza los crímenes soviéticos. Durante el proceso de disolución de la ONG, el fiscal Alexéi Yafiarov acusó a Memorial de “crear una imagen falsa de la URSS como Estado terrorista” y de buscar “rehabilita­r a criminales nazis”, la misma utilizada ayer por un tribunal que le confiscó todas sus oficinas.

La ONG denunció otros procesos para acallarla. “Lo que está pasando ahora no es comparable con lo que pudo ocurrir antes, un país que había abandonado el sistema totalitari­o vuelve a él”, denunció en abril Oleg Orlov, uno de los dirigentes históricos de Memorial, admitiendo que no había “vivido período más sombrío” en toda su vida. ■

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AVISO. El cartel que anuncia que la sala ahora pertenece al Estado.

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