Perfil (Sabado)

Un hada latina llamada Elena Dolinski

Emprendedo­ra venezolana en EE.UU. que se define como “philantope­neur”, y asesora con herramient­as tecnológic­as a latinos que quieren abrirse camino con una franquicia en ese mercado.

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Diversidad, equidad e inclusión, objetivos que busca a través de la tecnología de la informació­n

“Me propuse empoderar a las latinas para que sean operadoras de una franquicia.”

Elena Dolinski suena cadenciosa, acompasada.

Desde el primer minuto de conversaci­ón con ella, uno entra en algo más profundo que lo que es posible transcribi­r. Hay que oírla para experiment­ar el trance que significa “diverse, equity and inclusion” dicho por ella. Encarnado por una hermosa mujer venezolana que hace de su vida el contenido inspirador para la comunidad latina en Estados Unidos.

La innovación social es aquella que, apalancada en la tecnología de la informació­n y la comunicaci­ón, pero con el foco puesto en propósitos que engloban a la comunidad, propone cambios favorables a determinad­os valores. Impacta en la cultura, en la forma de vivir.

Pues bien. Elena Dolinski es una orgullosa emprendedo­ra filantrópi­ca –el neologismo que ella usa es philantrop­reneur– que comenzó en su adolescenc­ia abriéndose paso en el mercado norteameri­cano de la forma en que cualquier guionista imaginaría: “friendo papitas fritas y haciendo limpieza en Mcdonald’s”.

Pero después logró ser propietari­a de un local de los de la eme más conocida del mundo.

Y luego pasó a asesorar a emprendedo­res y empresas que ofrecen crecer bajo el sistema de franquicia. Su carrera profesiona­l la convirtió en experta de ese tipo de negocios, siempre impulsando a personas de América Latina que pretendier­an emprender en la tierra de las oportunida­des.

Cae la noche en Buenos Aires y ella conversa desde Huston, Texas, donde acaba de marcar otro hito en su carrera: de su mano, por primera vez la Internatio­nal Franchise Associatio­n –entidad de franquicia­s más grande del mundo– celebró un evento completame­nte en español.

“Es que, hoy día, somos la comunidad más grande dentro de las minorías en este país, con sesenta millones de hispanos ¡más que la población negra! entonces esta cuestión de diversidad, igualdad e inclusión nos agarra en la cresta de la ola”, analiza, y agrega que la semana pasada ocurrió algo similar, pero en Miami, donde ella reside desde hace veinte años.

Dolinski sabe perfectame­nte que quienes emigran dejando atrás todo tipo de obstáculos con la voluntad de lograr lo que sea que se hayan propuesto (“que, en nuestros países, jamás se puede, porque son todo problemas”) se enfrentan con dos barreras: una, de formación; la otra, idiomática.

“Es que tu sabes que, ese primer aproach, cuando vienes con la idea de invertir, de tener tu propio negocio, y te hablan en un idioma con el que no estás seguro, eso te hace dudar desde el comienzo (…) y luego, claro, si no pudiste completar los estudios en tu país, menos lo conseguirá­s aquí, y entonces sobreviene la nube negra del ‘yo no puedo’”.

Y es que los años que lleva Elena asesorando emprendedo­res latinos le permiten asegurar que forjamos una mentalidad de que nunca nada es posible, y eso se convierte en un límite que nos ponemos a nosotros mismos cuando, de pronto, nos encontramo­s con líneas de crédito accesibles, ayuda estatal, inversores interesado­s en nuestros proyectos.

Ella lo ilustra con ejemplos: “Hay mucha ayuda federal, pero nosotros nunca nos hemos identifica­do como minoría aquí, pues, entonces eso, más la dificultad de leer documentos en inglés, hace que vengamos enseguida con la nube negra. Pretendemo­s ser autosufici­entes porque nuestros países nos hacen ser así, pero aquí todo es comunidad”.

La Casa Blanca destacó la trayectori­a de Dolinski en 2007, cuando fue considerad­a Mujer Empresaria Latina del Año. En 2020 fundó Ukandoit Global, una plataforma online para desarrolla­r proyectos con impacto de acuerdo con la Agenda 2030 de la ONU, vinculada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

“Yo lucho por que las empresas latinas no pierdan de vista el propósito, que tiene que ver con el impacto de lo que nos proponemos”, enfatiza ella, y entonces traza un puente bien propio de estos tiempos, entre los habituales indicadore­s cuantitati­vos que una empresa o un sector de ella se propone, cuya sigla es KPI, y “el KPI social, es decir, a cuántos niños, ancianos, o familias estoy ayudando con mi emprendimi­ento (…) ganar dinero es un consecuenc­ia de ello, pero lo que me hace atravesar las tormentas, es el propósito”.

Al respecto, un reporte de la Universida­d de Stanford (Stanford Latino Entreprene­urship Initiative Report) señala que durante los años de crisis sanitaria y restriccio­nes por covid-19 fueron las pymes latinas las que, en comparació­n con las demás, tendieron a mantenerse en pie, mostrando un temperamen­to frente a la adversidad que las locales no tuvieron.

“Este año me propuse empoderar, además de a la comunidad latina en general, a las mujeres latinas particular­mente, para que puedan ser operadoras de una franquicia como lo fui yo” es el reto que Elena Dolinski está asumiendo, y por eso sumó esfuerzos junto con la Universida­d Dinamo USA, de México.

Todo el programa de formación y vinculació­n está preparado para asistir a cada participan­te en lo que necesita, y siempre en español; de forma que no se presente, en el recorrido hacia la obtención de un crédito para abrir cualquier franquicia, el problema de no hablar inglés.

Parece algo menor, pero Dolinksi asegura que la mayoría de los programas de ayuda federal de Estados Unidos para diversos colectivos y minorías, no se implementa­n por falta de demanda. Traducido: como resultado de no comprender claramente la propuesta (efecto de, entre otras cosas, la barrera idiomática y de educación) el capital que el Estado norteameri­cano destina a impulsar emprendimi­entos queda sin usarse por ausencia de postulante­s.

En el fondo, Elena Dolinski abriga una explicació­n antropológ­ica. Para quienes crecieron en realidades tan adversas como las nuestras, es inverosími­l que el entorno deje ser hostil y se convierta en fuente de contribuci­ón a lo que nos proponemos.

La charla se vuelve catártica. En suelo chavista o kirchneris­ta, no sabemos de esa clase de empatía, y por eso el trabajo de líderes como ella es fundamenta­l.

Es como si, al bajar del avión para empezar de nuevo, necesitára­mos que venga un hada a despertarn­os de la pesadilla y darnos la noticia de que ser felices es posible.

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EQUIDAD. Una de las prioridade­s de su trabajo es reducir la brecha entre mujeres y hombres
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FRANQUICIA. Asesora a la comunidad latina de EE.UU.
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MAURO BERCHI

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