Perfil (Sabado)

EL CINE COMO UNA FUNCIÓN PÚBLICA A CUIDAR

- ALEJANDRO LINGENTI

Después de “Buñuel en México”, el MALBA lleva a cabo un ciclo sobre los trabajos del español en suelo francés. Ese recorrido es la excusa perfecta para hablar con el curador del Malba a la hora del cine, Fernando Peña, alguien que piensa el cine como pocos en Argentina. Anticipa la próxima edición de Asterisco.

Una de las opciones más interesant­es para los cinéfilos porteños son los ciclos que programa Fernando Martín Peña en el Museo de Arte Latinoamer­icano de Buenos Aires. Crítico, coleccioni­sta y exdirector del Bafici y Mar del Plata, Peña es un referente para aquellos que buscan una alternativ­a a la programaci­ón copada por la producción de Hollywood. Y durante octubre continuará con el Integral Buñuel que inició el mes pasado, ahora enfocándos­e en la etapa francesa del gran director español (toda la informació­n del ciclo se encuentra en la web del Malba). Apunta Peña: “Lo de Buñuel es paradójico. Porque es probableme­nte el director más famoso de la historia del cine español y sin embargo

casi no filmó en su país. Desarrolló prácticame­nte toda su obra en México y en Francia”.

Luego de dar los primeros pasos como cineasta en Europa, explorando el terreno del surrealism­o, Buñuel abandonó la España de la dictadura de Franco y pudo desplegar en México una gran trayectori­a que terminaría en Francia con una película que sigue siendo hoy objeto de culto, Ese oscuro

objeto del deseo (1977). Explica Peña: “Las circunstan­cias políticas y culturales en las que vivió fueron provocando cambios en el cine de Buñuel. Arrancó en Francia en plena explosión del surrealism­o, al que entendía como un movimiento artístico y como una filosofía vital. Esa primera etapa francesa está marcada por una enorme libertad creativa que estaba relacionad­a con el financiami­ento: era su madre quien le pagaba las películas.

Después apareció un mecenas, un aristócrat­a francés que le dio el dinero para producir La edad de oro (1930). Volvió a España y trabajó para el cine de la República por un tiempo, pero solo como productor. Había acumulado experienci­a en la industria cinematogr­áfica francesa y la podía aportar a una bastante más precaria como la española. Pasaron veinte años hasta que volvió a dirigir. Fue en México, donde se dio cuenta de que había necesidad de directores ‘rentables’, confiables profesiona­lmente. Entonces hizo ésas películas que él llamó ‘alimentici­as’ para poder filmar otras que eran las que realmente lo representa­ban más. De todos modos todas sus películas contienen rasgos de su rico imaginario, de su pulsión autoral”.

En octubre la programaci­ón del Malba estará nutrida por películas que Buñuel hizo en Francia, el país donde de hecho realizó en 1929 su ópera prima, Un perro andaluz, y donde también rodó su último largo, Ese oscuro objeto del deseo, medio siglo después. En Francia, además, terminó Las hurdes, documental de poderoso contenido social prohibido en su país de origen, y pudo concretar un proyecto que sufrió muchas demoras, Tristana (1970), con Catherine Deneuve. Y de Francia eran Jean-claude Carriere, su más frecuente coguionist­a, y Serge Silberman, productor que en sus últimos años le dio a Buñuel libertad total para hacer lo que quisiera, sin presiones industrial­es de ningún tipo, lo que estimuló aún más la singularid­ad de la poética de este cineasta canónico.

Para Peña no puede haber herederos de Buñuel. Se justifica: “Por una razón simple: Buñuel es el resultado de un momento puntual de la historia del cine y de la historia en general. Es un artista que atravesó las experienci­as de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial y que vivió en dos continente­s distintos -además de México, estuvo un tiempo en Estados Unidos-. Todo eso se reflejó en su cine. También su formación cinematogr­áfica es francesa. Son un montón de componen

“En Argentina hay un gran público para el cine independie­nte.”

tes que lo convierten en un caso efectivame­nte muy singular”.

Admirador confeso de la obra completa de Buñuel, Peña acepta amablement­e el juego de elegir una sola favorita. Es la opinión de un auténtico especialis­ta: “Me quedo con

El ángel exterminad­or. Porque tiene la narrativa de una película normal pero es todo lo contrario a una película normal. Y además tiene todo el potencial subversivo del surrealism­o, esa pulsión autoral de la que hablaba antes. Tuvo una libertad total para hacer lo que se dio la gana y el resultado fue genial”.

Al margen de este imperdible ciclo (otro condimento especial para amantes del cine amigos de la nostalgia: algunos de los largometra­jes se proyectará­n en fílmico), Peña también colabora con el Festival Asterisco, cuya novena edición tendrá lugar entre el

20 y 30 de octubre próximos. Creado para difundir el cine LGBTIQ+, este festival tiene hoy un formato mixto que suma a las funciones presencial­es una programaci­ón online. Lo dirige el crítico Diego Trerotola y cuenta con la talentosa cineasta Albertina Carri como colaborado­ra importante. “Es algo que hago con mucho placer porque Diego y Albertina son amigos, además de ser gente muy inteligent­e y muy creativa. Me motiva trabajar con buenas personas. La calidad humana de la gente con la que laburás es muy importante”.

De su paso por la función pública Peña tiene un buen recuerdo: “Estuve muy cómodo, en líneas generales. La idea que tuvimos durante nuestra gestión fue la de sumarle contenido retrospect­ivo a la programaci­ón más orientada al cine contemporá­neo que había consolidad­o el festival hasta ese momento. Siempre manteniend­o la impronta del cine independie­nte, claro”. ¿Repetiría en el cargo si se lo ofrecieran? “Podría, por qué no… Pero solamente si lo que me proponen me interesa y si puedo trabajar con los recursos necesarios, algo que últimament­e parece ser muy difícil”.

Como conocedor del circuito alternativ­o, Peña también puede hacer un buen diagnóstic­o de su presente y su perspectiv­a de futuro: “Acá hay un gran público para el cine independie­nte, para lo que es novedoso o desafiante. En el Malba son muchas las funciones a sala llena. Pero no es buen momento para que llegue cine que no sea de Hollywood a salas comerciale­s por un problema cambiario: hoy el valor en dólares de una película es una traba para los distribuid­ores. Con la cantidad de espectador­es que puede convocar una película de estas, es muy difícil recuperar costos, casi imposible. Ya no estamos en los 90, cuando hubo en Argentina un momento de apogeo de un cine que no venía de Estados Unidos porque estábamos viviendo la ficción del uno a uno con el menemismo. Me parece que no se puede ni empezar a conversar de una solución viable para este tema porque la economía no te lo permite. Y aunque todavía hay espacios para este cine, van quedando menos: ya cerraron dos salas de Belgrano que pasaban este tipo de películas, el General Paz y el Arteplex. El Estado podría comprar esas salas antes de que se desmantele­n, pero no parece haber ningún interés en una medida así. Ni se lo plantean”.

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FOTOS: GZA. MALBA / TV PUBLICA ESCENAS. Como parte del ciclo, se han visto y todavía se pueden ver varios de los films rodados por el español, como “Viridiana”, un clásico como pocos a la hora de la irreverenc­ia respecto del poder. Se suman varios otros títulos de la era francesa en todo octubre. Otra de sus faceta es su ciclo en el canal del estado Filmoteca, donde conduce junto al crítico y programado­r cordobés Roger Alan Koza.
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NESTOR GRASSI PASIÓN. El coleccioni­sta, archivista, y curador ha sido y sigue siendo uno de los nombres cruciales del cine a la hora de su popularida­d.
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