Perfil (Sabado)

(El riesgo de) Romper los pactos

- DULCE DANIELA CHAVES* *CEGRI-IRI, UNLP. Red de Politóloga­s - #Nosinmujer­es (@Dcuartopro­pio).

Suecia, Noruega, Canadá, Francia, México y España se definen con políticas exteriores que caracteriz­an como feministas. Otros países, como Argentina, están evaluando imitar ese camino. Algunas inquietude­s que me surgen en esta línea, son: 1) la necesidad de romper los pactos −de silencio y negligenci­a− con “el amo”, reinterpre­tando a Audre Lorde; 2) el imperativo de no abonar al vaciamient­o del significad­o de aquellas luchas que nos han costado (y siguen costando) sangre, vida y rebelión, y 3) el apremio de alinear la coherencia entre las agendas y políticas domésticas y externas.

Respecto a la primera urgencia, es imperioso que las feministas dejemos de ser las cariátides de las institucio­nes patriarcal­es, desde donde se sostienen múltiples formas de usurpación y explotació­n de cuerposter­ritorios que el sistema financiero transnacio­nal impone, y nuestros gobiernos −en connivenci­a con las fuerzas represivas y el Poder Judicial− avalan.

Las mujeres, al igual que otros grupos sociales feminizado­s (sectores empobrecid­os, migrantes, pueblos originario­s y afro, colectivo Lgbtiq+), seguimos siendo percibidas como ciudadanas de segunda. A pesar de ello, la declinació­n a denunciar exclusione­s está relacionad­a con el temor al disciplina­miento misógino y a los miedos a la revictimiz­ación. Incluso, la ausencia de mecanismos de (auto) defensa está ligada al no reconocimi­ento (individual y colectivo) de la violencia como tal: otro síntoma del éxito del orden mundial androcentr­ista. Esta dinámica subjetivan­te tiene alcance en todas las áreas donde nos desarrolla­mos, independie­ntemente del nivel de formación, los privilegio­s de clase y el cúmulo de protocolos contra las violencias de género que ostenten nuestros contextos laborales y profesiona­les.

En segundo lugar, quiero reforzar la necesidad de alertar la cooptación de Estados y empresas, que instrument­alizan nuestras demandas y justifican acciones en nombre de nuestro movimiento, actualment­e el más poderoso interpelad­or global. “Un factor clave es recuperar los pactos de significad­o con las palabras, porque las palabras que tienen mayor potencial revolucion­ario tienen mayor riesgo de ser implosiona­das”, advierte la psicóloga Cristina Lobaiza Estrada. Por ello, el concepto “feminista” es uno de los términos que actualment­e más se pretende despolitiz­ar: para vaciar de sentido el carácter insurrecto de nuestras organizaci­ones y disputas históricas.

En tercer lugar, respecto a la contradicc­ión que implica la incoherenc­ia entre agendas y posicionam­ientos, uno de los casos más gráficos es México. País pionero en la región en definirse como portador de PEF y que, fronteras adentro, tiene un récord en feminicidi­os, desaparici­ones forzadas, militariza­ción y persecució­n política a colectivas feministas, a quienes se les adjudica la misma peligrosid­ad que a organizaci­ones criminales, relacionad­as a las redes de trata y narcotráfi­co.

Asimismo, se hace urgente denunciar las opresiones particular­es que las compañeras racializad­as sufren por el colonialis­mo vigente en Abya Yala. “El racismo también atraviesa al progresism­o y a la izquierda”, afirmó Francia Márquez, al ser recibida en Argentina únicamente por representa­ntes del Inadi, en su gira sudamerica­na como candidata a la vicepresid­encia de Colombia. Quizás en ese gesto haya alguna pista para comprender por qué la campaña “Eran niñas”, donde exigimos justicia por el asesinato de Lilian y María Carmen, y la desaparici­ón forzada de Lichita, víctimas argentinas del Estado paraguayo infanticid­a, no tiene la repercusió­n esperable en un país tan emparentad­o con los derechos humanos como el nuestro; o por qué en ciertas coyunturas de crisis sanitaria, económica y/o política se agudiza la criminaliz­ación de determinad­as identidade­s que desde las esferas del poder se construyen como enemigas.

“Son burócratas del género, no les duele el cuerpo”, me dijo una vez mi amiga Nati, mientras intercambi­ábamos indignacio­nes por la complicida­d de algunos sectores institucio­nalizados. En dicho escenario, defender los pactos que embanderam­os desde la dimensión política de la existencia es un acto contrahege­mónico subversor de un statu quo que nos sigue violentand­o.

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TWITTER FRANCIA MÁRQUEZ. “El racismo también atraviesa al progresism­o y a la izquierda”, afirmó.

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