Perfil (Sabado)

Desafíos y oportunida­des productiva­s para la Argentina

- DIEGO COATZ*

Según el reciente informe de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi), los desafíos del siglo XXI a escala global se articulan alrededor de tres grandes tendencias: digitaliza­ción y automatiza­ción de la producción industrial (industria 4.0); los cambios en el orden económico y la forma de producción a nivel global; y la ecologizac­ión de la producción industrial (Green economy). En este contexto, la Argentina tiene una ventana de oportunida­d para generar una agenda sobre cómo poner en valor su potencial y responder a los desafíos y oportunida­des que plantea en contexto internacio­nal.

La Argentina necesita ordenar sus variables macroeconó­micas como condición necesaria para desplegar su capacidad productiva. Pero a la par, se requiere abordar una agenda productiva global que cambia a gran velocidad y que abre un importante horizonte a futuro. Partiendo de las conclusion­es del trabajo de Onudi, la mirada estratégic­a de la Argentina puede organizars­e alrededor de tres vectores. El primero de ellos, desarrolla­r todos los recursos que tenemos: la energía, por ejemplo. En un mundo que se encamina a la transición energética, las tensiones en precios y suministro­s ya están jugando su partido. La Argentina puede posicionar­se en este contexto como un jugador relevante y potenciar sus cadenas de valor.

Vaca Muerta es un ejemplo del potencial desarrollo para esos recursos: es el segundo recurso de “shale gas” y el cuarto recurso de “shale oil” a escala global. Para la Argentina equivale a 150 años de abastecimi­ento, permitiend­o transforma­r el déficit de la balanza comercial energética en superávit.

En materia de exportacio­nes energética­s, Vaca Muerta también se proyecta como un cambio radical. Pongámosle cifras al piso de su perfil exportador: el GNL tiene un potencial que puede superar los US$ 25 mil millones. Pero no solo eso, también significa que esa energía podría abastecer al entramado productivo argentino y transforma­rse en una herramient­a de competitiv­idad.

El camino de transición y ampliación de la matriz energética argentina también cuenta con grandes oportunida­des en baterías eléctricas Ion-litio para la electromov­ilidad, la generación de hidrógeno bajo en carbono para distintos usos (movilidad, procesos industrial­es, energía, entre otros) y, obviamente, las energías eólica y solar.

Es importante que en esa transición energética se evalúen las inversione­s necesarias, los costos y la competitiv­idad en generación de energía para cada fuente. Siempre teniendo en cuenta que la agenda de esta transición está cruzada por intereses y miradas contrapues­tas. Por eso, la Argentina debe abordarla lejos de la ingenuidad, más cerca de sus necesidade­s en función del desarrollo. Los desafíos del cambio climático y la ecologizac­ión de la producción pueden y deben converger en la estrategia argentina de largo plazo.

Otro recurso sobre el que la Argentina puede enfocarse es la minería. Nuestro país tiene un potencial subexplota­do en ese sector: exportamos apenas por encima de los US$ 3 mil millones anualmente, mientras que Perú y Chile exportan 15 y 20 veces más. Aprovechar estos recursos de manera sustentabl­e permitiría generar divisas producto de la IED (inversión extranjera) y las exportacio­nes.

En paralelo, existe un segundo vector clave: la Argentina necesita articular una estrategia frente a los cambios del orden económico global. Hacerlo significa desarrolla­r sus recursos con la mayor cantidad de valor agregado posible para exportarlo­s regional y globalment­e. En este sentido, el gas natural es una gran oportunida­d para multiplica­r el valor de la cadena petroquími­ca local con una visión de integració­n productiva al Mercosur. La exportació­n de productos derivados de la industria petroquími­ca como el polietilen­o permitiría aumentar el valor por tonelada hasta diez veces.

Si se proyecta al potencial de gas, la transforma­ción en nitrógeno y luego en fertilizan­tes, la Argentina podría dar respuesta a un problema regional. Hoy, nuestro país y Brasil importan grandes cantidades de fertilizan­tes –la urea es uno de ellos–. Producirlo­s en el continente implicaría, además de desarrolla­r un sector muy dinámico, ahorrar las divisas que se destinan a este insumo importado. El mundo está abandonand­o la lógica de la “deslocaliz­ación” (off-shoring) por una combinació­n flexible de “near-shoring”, “re-shoring” y “friend-shoring”, dependiend­o de la disponibil­idad de factores y ubicacione­s de producción. Esto implica una reconfigur­ación modular de los diversos segmentos de una cadena de suministro.

El tercer vector estratégic­o se vincula con el despliegue de todo el potencial del sector privado. Para ello será clave que las políticas de Estado y la previsibil­idad macroeconó­mica, así como la política fiscal, monetaria y cambiaria para potenciar la inversión confluyan con la transforma­ción digital productiva y la Industria 4.0.

En su último informe, Onudi señala que existe una correlació­n positiva entre la adopción de tecnología­s digitales avanzadas y la estrategia de respuesta de las empresas a la pandemia. Las empresas digitalmen­te avanzadas introdujer­on un diez por ciento más de cambios transforma­cionales (organizati­vos, comercio en línea, nuevos productos, equipos, otros) que las no que están digitalmen­te avanzadas.

Los datos relevados en la última encuesta realizada por la UIA indican cómo se encuentra posicionad­a la industria argentina ante este desafío. Hace cinco años, solo un 10% de empresas industrial­es se vinculaban con la innovación tecnológic­a aplicada al proceso productivo. Mientras que, en la actualidad, un 50% de las industrias argentina está trabajando con al menos una tecnología vinculada a la Industria 4.0. Y un 40% de las que no las utilizan plantea incorporar­las en el futuro próximo.

A partir de los desafíos de los contextos local y global en materia de innovación, la UIA desarrolló el programa RUTA X. RUTA X es un ecosistema integral diseñado para que las empresas puedan innovar e incorporar tecnología­s 4.0 en sus procesos productivo­s. En el marco del programa, la UIA puso en marcha el primer diplomado a nivel nacional en transforma­ción digital productiva e Industria 4.0. Con esta iniciativa, se están formando 750 profesiona­les que trabajarán junto a empresas industrial­es de todas las regiones del país y de todos los tamaños.

En un contexto global incierto y con reconfigur­aciones dinámicas, la ventana de oportunida­d se reduce conforme pasa el tiempo. Cada uno de estos tres vectores está conectado con el desafío histórico de la Argentina: dejar de monologar con la coyuntura y empezar a dialogar con una estrategia de largo plazo. Hay oportunida­des. Hay desafíos. Hay futuro. Necesitamo­s trabajar para hacerlos converger.

Vaca Muerta es un ejemplo del potencial desarrollo y de revertir la balanza

*Economista. Director ejecutivo UIA. Profesor Estructura Económica de la UBA. Director académico Insecap/uces.

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