La herencia infértil
‘PLASTIFICAME EL METAVERSO’
Nace de la curiosidad y la observación; un día me desperté observé mi casa llena de plástico y me llené de preguntas…
El plástico representa la vida moderna urbanizada y es uno de los pilares de la era de la productividad industrial capitalista. La desmedida producción de este material nos lleva a cuestionarnos, a despertar el pensamiento crítico, a preguntarnos no sólo por los efectos contaminantes al planeta, sino también, por lo que genera en nuestro cuerpo y hábitos; naturalizamos e integramos un elemento industrial.
Estas inquietudes, devenidas en un proyecto de investigación-obra, abordan su eje inicial: ¿cómo nos vinculamos con el plástico? Desde la perspectiva política, sociocultural, histórica, económica, científica y artística, creyendo que lo individual alimenta y reproduce una necesidad colectiva en donde el arte tiene que poner en juego su denuncia. Investigamos la materia específica, de dónde viene, cómo se produce y contamina y cómo se desecha, y también cómo actúa a nuestra imagen y semejanza de nuestros vínculos. Los objetos de nuestra cotidianidad no son banales, contienen una carga afectiva, histórica: son vehículos corporales. Cómo y dónde vivo me define, es parte de mi identidad y forma de estar en el mundo.
Recuerdo una película que muestra una biblioteca que no esta conformada de libros, sino de objetos. Objetos que fueron usados por otros, que cuentan e integran la vida. Una manera de definirse podría ser una foto, pero también la cama donde dormí, mi bicicleta, el árbol donde me subía, o el frasco donde atrapaba bichitos de luz. Es un hecho: reemplazamos pezones por mamaderas, piel por plástico, flores, pasto y tierra por juguetes contaminantes. Reemplazamos la piel por plástico, también la sangre. Tanto la tierra como la sangre conviven con plástico y micro plástico, los mares y los océanos contaminados. Asociar el plástico con nuestra manera de vivir fue la clave para esta composición de movimientos y expresiones en nuestro trabajo de investigación.
La obra compone el movimiento desde épocas pasadas: mundos clásicos, era industrial, contemporánea y culmina en el metaverso. La composición de la obra es desde la gestualidad y la corporalidad pasada, presente y futura. CUERPO - PLÁSTICO, heredado de un CUERPO-MÁQUINA. CUERPO-OBJETO latente. Nuevo CUERPO-VIRTUAL que no se apropia del espacio físico. Nos preguntamos si ese espacio virtual lo ocupamos porque ya no hay lugar físico agradable-habitable donde estar, o por la fobia y la soledad que nos genera el modo de vivir en el que estamos sumergidos.
Nuestra sensibilidad se modifica por el ambiente, el hábitat… Construimos escenarios, sabiendo que los objetos no desaparecen, permanecen en el tiempo y ocupan espacio. Nuestra herencia a las próximas generaciones será basura plástica, de la misma manera que nosotros heredamos máquinas. ¿Hacia dónde van los sentidos y cuáles serán las posibles transformaciones del tacto, contacto, el oído, el olfato y el gusto?
Nuestra relación con el entorno cambió, alterándola y cambiándola para siempre. Contaminación y muerte. ¿Lo mismo hacemos con nuestras culturas? ¿con el amor? ¿con nuestros cuerpos?
¿Será la basura plástica un gesto que nos define como cultura, desapegándonos de todo, desnaturalizándonos, creando un mundo plástico, un cuerpo bolsa?
Una cultura que no se puede preguntar y reflexionar, se consume infértil.
Un tipo de producción que lleva apenas 70 años nos arrincona hoy con estas preguntas. Mis abuelos vivían diferente, pero mis hijos y los hijos de mis hijos vivirán con plástico.