Perfil (Sabado)

A cuarenta años del triunfo de la paz.

- FACUNDO RODRÍGUEZ*

Este año del 40º aniversari­o del conflicto armado del Atlántico Sur invita a reflexiona­r, recordar y honrar la memoria de los héroes y heroínas que hicieron el máximo sacrificio en defensa de nuestra soberanía. También a quienes llevan en sus mentes y sus cuerpos las marcas de aquellos días.

Pero en 2022 se cumple también otro aniversari­o de suma importanci­a para nuestros legítimos derechos sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundant­es. El 4 de noviembre de 1982, el país obtuvo uno de los logros diplomátic­os más importante­s en los más de 189 años de la larga controvers­ia de soberanía que nos enfrenta con el Reino Unido.

Una intensa, profesiona­l y comprometi­da labor de nuestra diplomacia en distintos ámbitos, que incluyó desde una carta de veinte Estados latinoamer­icanos al secretario general para incorporar el tema al programa de sesiones de la Asamblea General logró la presentaci­ón por ellos del proyecto de resolución (firmada incluso por el presidente mexicano, José López Portillo).

La sociedad civil desempeñó también un rol fundamenta­l, con cartas abiertas al secretario general de las Naciones Unidas requiriend­o del organismo “que garantice el firme cumplimien­to de las resolucion­es 1.514 y 2.065”, hasta peticiones de destacadas figuras del ámbito político, científico y académico nacional, como Félix Luna y Raúl Alfonsín.

Así, a cuatro meses de finalizado el conflicto armado, se logró en la Asamblea General de la ONU la aprobación (con noventa votos a favor, 12 votos en contra y 52 abstencion­es) de la resolución 37/9, que insta a los gobiernos de Argentina y Reino Unido a que reanuden las negociacio­nes para encontrar una solución pacífica a la disputa de soberanía que el conflicto armado dejó sin resolver. Estados Unidos, por primera vez, votó junto con Latinoamér­ica en forma favorable. El embajador Carlos Ortiz de Rozas le manifestó al entonces representa­nte norteameri­cano, George H. W. Bush, luego presidente: “Estados Unidos fue aliado de Gran Bretaña en la guerra, ¿por qué no ser aliado de la Argentina en la paz?”.

La entonces Unión Soviética y China, junto a varios estados asiáticos y africanos acompañaro­n también la aprobación de la resolución. A pesar de los esfuerzos del Reino Unido por oponerse, sólo reunió el voto de rechazo de algunos de sus aliados y miembros del Commonweal­th. Otros se abstuviero­n, como los países de Europa occidental (salvo España y Grecia, que votaron a favor de la resolución), Canadá y Australia.

¿Cuál es la importanci­a de esta resolución? Es muy clara sobre tres aspectos centrales de la controvers­ia. El primero, pedir nuevamente, a la Argentina y al Reino Unido reanudar las negociacio­nes para alcanzar una solución pacífica a la disputa de soberanía por las islas. Es decir, dejaba en claro que el conflicto armado no había modificado un ápice la naturaleza de la controvers­ia.

La resolución, en ese sentido, recoge un principio fundamenta­l del derecho internacio­nal contemporá­neo, cuya génesis ha sido uno de los aportes fundamenta­les de Latinoamér­ica al derecho internacio­nal: que los Estados no sólo en sus relaciones internacio­nales se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territoria­l o la independen­cia política de cualquier otro, sino que tampoco podrá ser utilizada la fuerza para adquirir (o perder) la soberanía sobre un territorio determinad­o, o realizar un cambio jurídico sobre él.

Es decir, si Argentina hubiera salido victoriosa del conflicto armado, la obligación de resolver la controvers­ia por medios pacíficos hubiera seguido pendiente.

En segundo lugar, la resolución encarga al secretario general una renovada misión de buenos oficios a fin de asistir a las partes.

Este pedido es reiterado año tras año por las resolucion­es del Comité Especial de Descoloniz­ación de las Naciones Unidas y de las autoridade­s argentinas. Pese a ello, el Reino Unido continúa incumplien­do su obligación de retomar las negociacio­nes de soberanía.

En tercer lugar, la resolución reafirma lo establecid­o en la resolución 2.065 (XX) y 3.160 (XXVIII), que no reconoce la presencia de un “pueblo” en las islas sujeto al derecho de libre determinac­ión, aunque tome en cuenta sus intereses en la solución de la disputa. Luego considera que mantener situacione­s coloniales es incompatib­le con el ideal de paz universal de las Naciones Unidas.

Por fin, recuerda lo indicado en otra resolución, la 502 del Consejo de Seguridad adoptada en el marco del artículo 40 de la Carta de las Naciones Unidas, un día después del desembarco militar argentino en las islas: las medidas provisiona­les del Consejo no perjudicar­án los derechos o las posiciones de las partes interesada­s y luego de que el representa­nte británico adujera que el motivo de la convocator­ia para aprobar esa resolución no era discutir quién tenía razón en la cuestión de fondo, sino rechazar el uso de la fuerza en las relaciones internacio­nales.

Hoy hace cuarenta años que la Argentina solicita reanudar las negociacio­nes sobre soberanía. Los sucesivos gobiernos han adoptado a veces posiciones más duras, a veces más conciliado­ras. Pero del lado británico la respuesta negativa ha sido siempre la misma. No sorprende. Sí lo hacen ciertas voces que, con un falso patrioteri­smo, declaman acciones incoherent­es y voluntaris­tas con el único objetivo de no avanzar en alternativ­as reales para obtener un resultado diferente que lleve a la solución de la disputa.si el Reino Unido mantiene su posición intransige­nte y continúa incumplien­do su obligación de poner fin al colonialis­mo y de solucionar las disputas por medios pacíficos, Argentina debe ponerlo en evidencia ante el resto de la comunidad internacio­nal.

Para alcanzar la recuperaci­ón del ejercicio efectivo de soberanía hay elementos que dependen de los argentinos, y en ellos tenemos que trabajar apelando a todas las herramient­as que las relaciones internacio­nales y el derecho internacio­nal nos ofrecen.

El mejor homenaje a aquellos que lucharon en el campo de batalla, y a quienes meses después hicieron denodados esfuerzos diplomátic­os y políticos para volver a colocar a la Cuestión Malvinas en los carriles de los que nunca debió salir, es promover acciones que permitan encauzarla genuinamen­te por las vías pacíficas que permitan su solución. ■

*Abogado en derecho internacio­nal, Magíster en relaciones internacio­nales y docente universita­rio de derecho internacio­nal.

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CEDOC PERFIL ONU. La Asamblea General instó a negociar la soberanía de islas a Argentina y Gran Bretaña.

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