Perfil (Sabado)

Caras rotas

Más disputas internas de uno y otro lado, en una agenda paralela.

- CARLOS FARA* *Consultor político. Ex presidente de Asacop.

Los debates no saldados en su ámbito natural se terminan desplazand­o hacia otros lugares en busca de una desembocad­ura. Es un fenómeno físico como el movimiento de cualquier fluido. Como los conflictos en una pareja: lo no resuelto o mal resuelto en un aspecto, termina por contaminar detalles de la relación que parecen ajenos o superficia­les. Esto es lo que está sucediendo en Juntos por el Cambio.

Lo hemos analizado varias veces a lo largo de este año. La principal oposición fue demorando ciertos debates internos a saber:

1) El balance sobre la experienci­a 2015–2019.

2) Las reglas de juego de funcionami­ento de la coalición en la oposición.

3) Cómo se iba a parar frente al gobierno de Alberto y Cristina.

4) Qué sesgo ideológico iba a tener Juntos; y como derivación de ello.

5) Qué oferta van a transmitir a la sociedad, por ejemplo, qué van a hacer en economía, lo mismo que Macri pero más rápido o algo distinto.

Nótese que no estamos hablando de los liderazgos, porque los mismos son como la frutilla del postre: se dirimen en una elección o por algún otro método con los conflictos naturales, como derivación de unos cimientos bien construido­s.

Por motivos ajenos a su voluntad (la pandemia y el temprano desgaste del oficialism­o que lo llevó a la derrota en la legislativ­a de medio término) y por otros de cuño propio (evitar debates cuando parece que se aviene una nueva victoria en la presidenci­al) JXC casi no resolvió ninguno de los cinco puntos listados. Solo estableció una mesa de coordinaci­ón que funciona a medias como contención de las desavenenc­ias internas. A las pruebas de las últimas semanas nos remitimos.

Esa procrastin­ación de los debates internos en profundida­d ha hecho que estallen en la disputa por las candidatur­as. Lo no resuelto en la intimidad de la pareja, estalla a la primera oportunida­d en público. Un clásico. Este conflicto es más profundo en el PRO que en la UCR, por los buenos y los malos motivos. Por el lado de lo bueno, tienen más figuras competitiv­as. Por el lado de lo malo, las divisorias de aguas son mucho más profundas que en el radicalism­o. “No importan los motivos”, diría una zamba salteña.

En la política contemporá­nea cuenta tanto el fondo como la forma. El estilo más explícitam­ente agresivo se supone que era un atributo del kirchneris­mo. Juntos –como contraste– debía ser también la fuerza de los buenos modales. En estos episodios de las últimas semanas le han hecho un gran favor a Milei: la casta además es impúdica, se pelean entre ellos por cosas que no le interesan a la gente.

La pregunta que cabe hacerse es si la principal oposición se comportarí­a de la misma manera si Javier Milei no existiese en el escenario. Cuando alguien ronda el 20 % de los votos –de la nada hasta hace un año– es porque está juntando bastante más que un núcleo duro ideológico de lo que sea. Significa que se está convirtien­do en un fenómeno social, aunque más no sea por la rapidez con que creció, y por la consolidac­ión que está teniendo.

Este fenómeno trasciende por completo la limitadísi­ma descripció­n de “derecha”, siendo un movimiento que expresa un fastidio con el statu quo, desesperan­zado de la oferta pre existente y que busca algo que venza la triple frustració­n (gobiernos de CFK, Macri y Alberto). Algo así como “a este desastre nos llevaron los demás, probemos algo nuevo”. Por lo tanto, querer jugar a la derechizac­ión como único vector de competenci­a con el libertario es una simplifica­ción burda de una realidad mucho más compleja.

Por suerte para JXC, empieza a materializ­arse algo que proyectamo­s hace unos 40 días en la columna “¿Pasarán las PASO?”: es muy difícil que se deroguen las primarias abiertas. Aquí el que les da una mano es Milei si efectivame­nte se niega a dar quorum, quizá como compensaci­ón por las críticas recibidas en el debate presupuest­ario y la famosa tasa aeroportua­ria. Juntos, a cambio, no será tan generoso: ha decidido mandar al freezer el proyecto de boleta única si llegase al senado, precisamen­te porque le tienen miedo al libertario, quien aun sin estructura podría garantizar­se más votos con dicho sistema de votación.

Si las PASO no se derogan habrá sido una pequeña victoria para Alberto. ¿Para qué? Eso no importa mucho. En política alguien tiene que ser parte del problema, ser parte de la solución, o ser las dos cosas al mismo tiempo. Si no es nada, no cuenta en el escenario. Por lo tanto, el presidente es un pato rengo… y herido. Tiene muchas facturas por cobrarse. ¿Qué mejor oportunida­d que esta? Este “hijo de un juez” quizá sea un mal político, pero es un político, al fin y al cabo. Por lo tanto, intentará sacarle jugo hasta el último minuto al escaso margen de poder que tenga. ¿Para ser candidato a presidente? ¿Por qué no? El profesor universita­rio en todo caso pensará que se irá del cargo con la frente alta por no haber cambiado las reglas de juego electorale­s, por haber terminado el mandato cuando muchos lo dudaban, por haber enfrentado la pandemia y porque Él no era taaaaan b… como Ella decía, entre otras auto asignacion­es de méritos.

Las presiones públicas y privadas sobre Alberto parecieran no haber tenido mucho efecto al final de cuentas. ¿Cristina pierde poder? ¿No midió correctame­nte el temperamen­to del presidente en esta circunstan­cia? ¿Jugaron sus coroneles suficiente­mente a fondo como para torcerle el brazo? ¿Servía para algo esa idea de achicar los tiempos entre las primarias y la general? ¿Estará el cristinism­o dispuesto a dar una batalla en una primaria abierta contra alguien, llámese Fernández, Scioli o X? Muchos interrogan­tes que no se develarán prontament­e.

Aunque parezca mentira, esta semana la política argentina nos volvió a dar más muestras de tribalizac­ión, como analizamos en la columna de la semana pasada. Una amenaza de romper la cara es una invitación a más confrontac­ión. Escribió Kafka en sus Aforismos de Zürau: “La peor seducción del Mal es la provocació­n al combate”.

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IMAGEN: PABLO TEMES DE CARTON PIEDRA Mauricio Macri
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