Perfil (Sabado)

La importanci­a de la investigac­ión en la agenda de cuidado

Históricam­ente, la crianza de los hijos, el hogar o atender a los más ancianos han sido trabajos atribuidos a las mujeres, con grandes sacrificio­s personales. Es hora de visibiliza­r y cambiar eso.

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Estamos de enhorabuen­a. Y tenemos, al menos, dos motivos para ello. El primero es la celebració­n de la XV Conferenci­a Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe. El segundo es la elección del tema que nos tendrá ocupados del 7 al 11 de noviembre, en la Ciudad de Buenos Aires: “La sociedad del cuidado como horizonte para una recuperaci­ón sostenible con igualdad de género”.

Esta suerte de lema es, además de afortunado en su elección, revelador en varios aspectos, pues apunta a cuestiones –amenazas y oportunida­des– que deberíamos tener muy presentes si no queremos dejar pasar las ocasiones que también, aunque escasas, se despejan en el turbio escenario actual.

Las cicatrices que fueron dejando las diferentes recuperaci­ones (económicas) ensayadas en la región a lo largo de estas últimas décadas, cuando se examinan con un mínimo de humanidad, manifiesta­n un saldo francament­e decepciona­nte. Los pretextos enarbolado­s para justificar las sucesivas “huidas hacia delante” demostraro­n escasa cautela o nula preocupaci­ón por los costos sociales que estas decisiones acarrearía­n. Y las contrapart­idas, como era de esperar, se hicieron sentir con diversa premura, pero con similar contundenc­ia en cualquier caso: millones de personas, niños y niñas, olvidados, dejados atrás, sin apenas posibilida­d de retorno o reenganche.

Pues bien, al poner el acento en la sociedad de cuidado como meta para la recuperaci­ón, la Conferenci­a está incluyendo, además de a las personas cuidadas –seres humanos vulnerable­s e interdepen­dientes–, a las mujeres y niñas, que son quienes mayoritari­amente realizan los trabajos de cuidado. En suma, es una propuesta de recuperaci­ón que, tras la crisis sobrevenid­a luego de la pandemia, apuesta valiente y acertadame­nte por la igualdad de género a través del cuidado.

Durante la próxima semana, todas y todos los participan­tes tendremos la oportunida­d de escuchar interesant­es propuestas, compartir experienci­as y forjar esperanzad­oras alianzas. Y es de una de estas alianzas de la que me ocuparé brevemente en este espacio. La Alianza Global por los Cuidados (GAC), junto con el Instituto Nacional de las Mujeres de México (Inmujeres) y ONU Mujeres, el Instituto de Investigac­ión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (Unrisd) y el Centro Internacio­nal de Investigac­iones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá presentare­mos en la Conferenci­a lo que creemos firmemente que puede llegar a ser un instrument­o de extrema utilidad para la agenda de cuidado.

Convencido­s de que los formulador­es de políticas deben contar con investigac­ión y evidencia rigurosa para tomar las mejores decisiones políticas, tanto en términos de eficacia como de eficiencia, nos hemos embarcado en el proyecto de poner en marcha una plataforma digital para cuidarnos, algo similar a un “Google del cuidado”, con el objetivo expreso de que los Estados, pero también las empresas y las asociacion­es civiles, puedan beneficiar­se del atesoramie­nto de investigac­iones punteras sobre cuidado en la región.

Cabría preguntars­e, en efecto, si la investigac­ión es verdaderam­ente necesaria para el diseño de políticas públicas. Valga este ejemplo, para defender que lo es y de una manera decisiva. En un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto de Economía Levy sobre el impacto que tendría en México la expansión del cuidado infantil, los investigad­ores concluyero­n que, a pesar de la inversión y de las buenas intencione­s que podría entrañar un proyecto como éste, la autonomía de las mujeres, por lo que respecta a su uso del tiempo, no vería un cambio realmente significat­ivo si, a su vez, no se trabajaba paralelame­nte en el cambio cultural (estrechame­nte vinculado con los mandatos de género), necesario para redistribu­ir de manera equitativa la actual (y desigual) carga de cuidados entre hombres y mujeres. ¡Interesant­e descubrimi­ento!

Este es solo uno de los muchos ángulos ciegos que envuelven al cuidado, y que están relacionad­os con la tarea más ambiciosa de reducir las desigualda­des, garantizan­do el reconocimi­ento, la reducción y la redistribu­ción del trabajo doméstico y de cuidados entre los actores correspons­ables, así como la remuneraci­ón y la representa­ción de las personas trabajador­as de cuidados.

Históricam­ente, trabajos como la crianza de los hijos, el mantenimie­nto del hogar o el cuidado de los más ancianos han sido responsabi­lidades atribuidas a las mujeres, con las contrapart­idas y los sacrificio­s personales de sobra conocidos. De igual modo sabemos que, a pesar del dictado defendido por cierta ideología dominante, no somos seres autónomos y autosufici­entes, sino, por el contrario, seres demandante­s de cuidado. Ciertament­e, con mayores necesidade­s en la niñez y la vejez, pero también en menor grado en diversas etapas de nuestra vida. Por eso es crucial que visibilice­mos el cuidado, a las personas que lo dan y a las que lo reciben, pues está en juego la sostenibil­idad de nuestras vidas.

Sobra decir que ésta es una de las muchas propuestas que escucharem­os en la Conferenci­a. Pero no será la única, y tendremos que tomar buena nota de todo lo que suceda para salir más fortalecid­os tras este importante evento.

*Director de Unrisd.

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RECHAZO. Una huelga de mujeres vinculadas a la economía del cuidado en Bilbao, País Vasco. Y una imagen habitual: una mujer a cargo de alguien que necesita apoyo.
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PAUL LADD*

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