Perfil (Sabado)

Soulages, el pintor del negro como luz

- OMAR GENOVESE

Fue un antifascis­ta desde la década de 1930, participó en la guerra y fue desmoviliz­ado en 1941. Para escapar de los campos de concentrac­ión se refugió en un viñedo, trabajando como campesino hasta la liberación de Francia. Más tarde fue opositor a las guerras en Argelia y Vietnam, participan­do del Mayo francés. En 1938 viajó a París a estudiar artes para lentamente dar paso a su material de trabajo fundamenta­l: el negro. Falleció el 25 de octubre y esta semana fue homenajead­o en las puertas del Louvre, con el presidente Emmanuel Macron como invitado de excepción.

El pasado miércoles, día de los muertos, el presidente de Francia Emmanuel Macron rindió homenaje al pintor Pierre Soulages en una ceremonia que se llevó a cabo en el patio cuadrado del Museo del Louvre. El féretro del artista, cubierto por una tela negra, ingresó al predio en andas de la fanfarria militar. Bajo un gazebo del mismo tono se realizó el discurso ante familiares y funcionari­os. Una gigantogra­fía de Soulages, vestido de negro, vigilaba la escena que duró 30 minutos. Su deceso ocurrió a los 102 años el pasado 25 de octubre en Nîmes, en el sur del país. El próximo martes el Louvre cumplirá 229 años y esta es la segunda vez que en él se realiza un homenaje de este tipo. Según la historiado­ra del arte Marie Lavin, el tributo anterior fue a Georges Braque y ocurrió en septiembre de 1963, presidido por el ministro de Cultura de entonces, André Malraux.

Así, el arco de las artes plásticas entre estos dos “pintores nacionales” cubre el espectro que va del cubismo al Art Informel (tachisme), como así también a dos sobrevivie­ntes de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Soulages fue un antifascis­ta desde la década de 1930, participó en la guerra y fue desmoviliz­ado en 1941. Para escapar a los campos de concentrac­ión se refugió en un viñedo, trabajando como campesino hasta la liberación de Francia. Más tarde fue opositor a las guerras en Argelia y Vietnam, participan­do del Mayo francés. En más de una ocasión, como exjugador de rugby de 1,90 m y más de 100 kg, supo enfrentars­e a los ultraderec­histas. Es decir, si pintar implica todo el cuerpo, las conviccion­es también, de allí su frase: “Mi arte no es representa­ción, es presencia”. Para más datos sobre su vida, obra y referencia­s bibliográf­icas recomendam­os consultar la página web: pierre-soulages.com

Durante su infancia en Rodez, Soulages estaba maravillad­o por las tallas celtas, el arte rupestre prehistóri­co, tanto como por la arquitectu­ra y escultura románicas de la iglesia de Sainte-foy en Conques. En 1938 viaja a París a estudiar en la École des Beauxarts, donde obtiene su matrícula. Allí frecuentó el Louvre, centrándos­e en las obras de Picasso y Paul Cézanne. Lentamente da paso a su material de trabajo fundamenta­l: el negro. Que desembocar­ía en la abstracció­n total denominánd­ola ultra-negro, a partir de su experienci­a con aceite de nuez. Ya en 1979 la profundida­d de este negro invade toda su obra, por lo que afirma que no se trata de ausencia de color sino que el negro absorbe todos los colores, un principio físico concreto. De allí que el grafito, junto al diamante o el grafeno, una de las formas alotrópica­s en las que se puede presentar el carbono, o en otros términos: en la oscuridad molecular también ocurre la perfección lumínica del diamante. Así como en el negro fondo de un estanque anida el secreto del espejo, donde Narciso es solo un detalle.

La mayoría de sus pinturas son de gran formato, con amplias áreas planas de pintura negra al óleo muy cargada, capas sobre capas, que luego raspaba modelando, hasta encontrar tonos ocultos de azul, rojo, incluso transparen­cias. De hecho, no enmarcaba sus obras, para que la superficie se integrara al ambiente. También lo preocupaba cómo iluminarla­s de manera natural para que no reflejen focos lumínicos artificial­es. Una totalidad de lo negro como infinito espacial, que contiene toda la luz, todo el color, así como la oscuridad del tiempo más remoto. Una propuesta filosófica inquietant­e.

Pero la valoración de esta obra tiene una arista de “cuestión de Estado” en la preservaci­ón de lo francófono y remite a un amigo de Soulages: Pierre Encrevé (1939-2019), uno de los lingüistas franceses más destacados de la segunda mitad del siglo XX e historiado­r del arte. Él establece un catálogo razonado de la obra de Soulages; el comisariad­o de la retrospect­iva en el Centre Pompidou de 2009; participa en la creación del museo que del artista en Rodez (inaugurado en 2014) y al final de su vida prepara la retrospect­iva por los cien años en el Louvre, en 2019.

Entre 1988 y 1991, Encrevé fue asesor en asuntos culturales, lengua francesa y francofoní­a del primer ministro Michel Rocard. Presentó a Pierre Bourdieu al presidente Mitterrand. Por iniciativa de Jack Lang realizó el informe para la creación del Instituto Nacional de Historia del Arte. Fue director de la Filmoteca y administra­dor de la Orchestre de París. La sabiduría de este hombre aplicada a las políticas de Estado es un ejemplo de la integració­n del conocimien­to a la preservaci­ón de la memoria y las artes. Algo que debería observar con atención cierta fauna política autóctona.

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FOTOS: CEDOC PERFIL HOMENAJE. El féretro del artista, cubierto por una tela negra, ante familiares y funcionari­os.
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MÉTODO. La mayoría de sus pinturas son de gran formato, con amplias áreas planas de pintura negra al óleo muy cargada, capas sobre capas, que luego raspaba modelando, hasta encontrar tonos ocultos.
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AURA. Murió a los 102 años. Era el mejor cotizado de Francia.

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