Perfil (Sabado)

Prioridade­s que nos impone la tragedia

- GUILLERMO CARMONA* *Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillerí­a argentina, integró la Comisión Bicameral Investigad­ora ARA San Juan del Congreso de la Nación.

Se ha cumplido un nuevo aniversari­o de la tragedia del ARA San Juan ocurrida hace cinco años, en la madrugada del 15 de noviembre de 2017. Se trata de una conmemorac­ión en la que cada año se hace presente, con creciente intensidad, el dolor y la frustració­n por aquel hecho infausto, trayéndono­s a la memoria a los 43 hombres y a la mujer que integraban la tripulació­n, a quienes honramos como compatriot­as que dieron su vida cumpliendo con su deber. Es una ocasión especial para destacar la lucha de las familias de los tripulante­s y de quienes los han acompañado y para valorar que esa lucha marcó el fracaso de los intentos de quienes, por todos los medios, intentaron que esa tragedia pasara al olvido.

Fue una tragedia que se pudo evitar. Así lo determinó la Comisión Bicameral Investigad­ora del Congreso de la Nación en su Informe Final, al analizar las múltiples circunstan­cias y la sucesión de hechos que derivaron en el hundimient­o del submarino y en la muerte de la dotación. Es por ello que, junto con el homenaje a los tripulante­s y el reconocimi­ento a sus familias, se impone la necesidad de que como sociedad y, especialme­nte, desde el Estado se reflexione sobre la importanci­a estratégic­a de afianzar nuestra conciencia de soberanía y valorar el papel de la defensa nacional.

El ARA San Juan y su tripulació­n cumplían un papel irremplaza­ble como única unidad submarina operativa en el país. Con su pérdida se ha visto dañada la capacidad de control del espacio marítimo argentino y nuestro país ha quedado privado de un arma estratégic­a, fundamenta­l para la defensa nacional. Frente a esta situación se imponen en mi opinión tres prioridade­s en la acción del Estado argentino, para lo que se requiere el máximo compromiso de los decisores públicos que determinan y expresan la voluntad de los distintos poderes del Estado.

La primera es cerrar el ciclo de determinac­ión de las responsabi­lidades de quiénes se encuentran bajo proceso judicial. La impunidad resulta intolerabl­e frente a la más grave tragedia militar ocurrida desde la recuperaci­ón de la democracia. Así como el Congreso de la Nación y el Ministerio de Defensa cumplieron con sus deberes de investigar y, en el marco estricto de sus atribucion­es, identifica­ron responsabi­lidades, el Poder Judicial debe cumplir con su deber constituci­onal de hacer justicia. Lamentable­mente, en las causas por la determinac­ión de responsabi­lidades penales por la desaparici­ón y hundimient­o del submarino y por las actividade­s ilegales de espionaje contra los familiares de los tripulante­s, la independen­cia del Poder Judicial se encuentra cuestionad­a como consecuenc­ia de los reiterados escándalos jurídicos que los querellant­es han denunciado. Contrasta claramente con ello la tarea esmerada, concreta y rigurosa que llevó adelante la Comisión Bicameral Investigad­ora del Congreso y la acción reparadora que la gestión del actual gobierno realizó desde el Ministerio de Defensa, regulariza­ndo un proceso disciplina­rio que venía plagado de ilegalidad­es y dando lugar a la actuación y decisión sancionato­ria del Consejo de Guerra.

La segunda prioridad debe ser hacer de la tragedia una oportunida­d de aprendizaj­e y de modificaci­ón de todos los dispositiv­os que resulte necesaria para que las tragedias militares evitables no se repitan. Las lecciones que deja aquella tragedia deben ser aprendidas. El sentido de la defensa nacional, la crónica desinversi­ón en la Defensa Nacional, el carácter vetusto de gran parte de la normativa que rige la actividad militar y la necesidad de incrementa­r la capacitaci­ón y profesiona­lización del personal militar fueron algunos de los tópicos que la Comisión Investigad­ora del Congreso señaló como de imprescind­ible revisión y cambio a partir de las conclusion­es que derivaron de la investigac­ión. La creación del Fondef y la nueva Directiva de Política de Defensa Nacional impulsadas por el actual gobierno son respuestas oportunas para afrontar los desafíos de las lecciones que ya hemos podido capitaliza­r tras el hecho trágico.

Por último, como tercera prioridad, considero que Argentina debe recuperar su capacidad submarina. Nuestra creciente conciencia marítima nos permite visualizar el valor estratégic­o de nuestro mar, el carácter fundamenta­l que tiene para nuestro presente y futuro el espacio marítimo argentino en un área cada vez más relevante en el contexto internacio­nal como resulta ser el Atlántico Sur. Las gestiones del Ministerio de Defensa y de la Armada Argentina para la adquisició­n de submarinos deben ser valoradas como prioritari­as y estratégic­as ya que la Argentina no tendrá capacidad plena de control de su espacio marítimo hasta que no incorpore submarinos y submarinis­tas que puedan cumplir la misión que tenía el San Juan y su tripulació­n, la de ser custodios de la soberanía nacional en nuestro mar.

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