Perfil (Sabado)

¿Psiquiátri­ca?

- JORGE FONTEVECCH­IA

La contradicc­ión de hablar como si se estuviera fuera del Gobierno siendo parte de él, motivó a dirigentes de Juntos por el Cambio y a algunos comunicado­res opositores, el uso de distintos calificati­vos psiquiátri­cos para referirse al discurso de la vicepresid­enta en el Día de la Militancia: “esquizofré­nico”, “loco”, “enloqueced­or” y directamen­te “psiquiátri­co/a”.

Desde un análisis lógico típico de la filosofía analítica de Bertrand Russell no resulta congruente ni denotativo ser A y -A, la clásica aporía socrática. Pero puede resultar un error interpreta­r los dichos de la vicepresid­enta desde una perspectiv­a epistémica lineal y valer la pena preguntars­e si en eso que se define como esquizofré­nico no reside el éxito de Cristina Kirchner a la hora de concitar el interés de las masas.

Lo que denominamo­s esquizofré­nico puede ser síntoma de un deseo desbordant­e de quien quiere todo, lo uno y lo opuesto, el adentro y el afuera, la “multiplici­dad de multiplici­dades”, lo que Gilles Deleuze y Félix Guattari plasmaron en “esquizoaná­lisis” como sustituto del psicoanáli­sis racional en sus célebre Capitalism­o y esquizofre­nia dividido en dos tomos: Antiedipo y Mil mesetas.

Según sus autores el esquizoaná­lisis es especialme­nte más útil que el psicoanáli­sis para trascender del estudio de individuo siempre entrelazad­o en relaciones familiares, hacia el estudio social de los grupos, “especialme­nte en los grupos militantes donde se dispone de modo más inmediato de un material ajeno a la familia, y donde aparece el funcionami­ento a veces contradict­orio de las catexis.”

El goce que siente Cristina Kirchner de no estar atada a los límites de la congruenci­a se traslada a la masa que goza de ese goce transgreso­r de su representa­nte-líder. Ella misma se transforma en una máquina deseante como Perón cuando decía que peronistas eran todos y también –aunque más eleganteme­nte– ingresaba en la contradicc­ión formal de antiperoni­stas también peronistas.

Desde una lógica formal no puede llamar a la esperanza quien está en el poder, porque esperanza deriva de espera y quien ya tiene el poder no tendría necesidad de esperar para accionar lo que se desea. Tampoco es original Cristina Kirchner, la propuesta de esperanza es la misma que se utilizó para la campaña de

Lula de la misma forma que en su discurso el ahora electo presidente de Brasil, habló de los logros durante sus ocho años de gobierno y omitió los retrocesos del gobierno de su continuado­ra Dilma Roussef, al igual que Cristina Kirchner hace con los años de Alberto Fernández (y ella misma).

Lo que puede resultar loco para un individuo puede ser egosintóni­co, útil, para un grupo: los militantes. Lo mismo sucede con la paranoia, un grave trastorno personal que se convierte en una función habitual en la militancia. Parafrasea­ndo a Perón: “al amigo todo, al enemigo ni justicia”, “al propio esquizofre­nia, al enemigo paranoia”. La propia Cristina citó otro aforismo peronista: “todo en su medida y armoniosam­ente” cuando en realidad, el kirchneris­mo es el reino de lo desmedido y lo desarmonio­so, de la misma forma que critica el discurso del odio (con mucha razón) olvidando que fue su precursora e iniciadora. Lo medido y armonioso es de la cultura política del campo opositor al peronismo y no es casual que Perón lo haya hecho propio, casi como contralema del peronismo tratando de ampliar las fronteras de su movimiento inicial.

Nadie puede generar tanta expectativ­a con un discurso o una carta sin que sus palabras tenga un efecto de verdad en quienes integran su audiencia. Verdad que no sigue la definición clásica de adaequatio rei et intellectu­s, correspond­encia de la idea con la realidad, adecuación de la mente con la cosa pensada. Efecto de verdad y verdadero se traduce que sea lo que se desea y sea útil al sostenimie­nto de esa máquina deseante.

Creer que Cristina Kirchner es simple locura y locos sus seguidores, omite el carácter bulímico del capitalism­o en su fase de alto consumo (la destrucció­n creativa de Joseph Schumpeter) de la cual el peronismo no solo no es ajeno, sino que como movimiento político su propio deseo fundante se basa en el derecho a consumir más de quienes menos lo hacen. “El peronismo –dijo– es no estar condenado por la cuna, es movilidad social ascendente”

La pretensión de congruenci­a del burgués políticame­nte correcto y que definen valores de clase media, entra en colisión con la sobreestim­ulación de una constituci­ón permanente y autosufici­ente de subjetivid­ades deseantes que promueven indocilida­d y desobedien­cia dionisiaca. El “Ser-no-ser-siendo” de Cristina Kirchner escapa a los pares opuestos binarios construyen­do un uno múltiple y autopoiéti­co.

Entender y explicar un fenómeno no quiere decir estar de cuerdo con él ni considerar­lo útil ni verdadero, pero si la oposición se limita a creer que Cristina Kirchner es simplement­e o solamente una “psiquiátri­ca” no podrá contrarres­tar el efecto de sus palabras.

Sobre el discurso de la vicepresid­enta Mauricio Macri dijo: “La verdad es que nunca he acertado las cosas que ella razona porque es difícil entender su cabeza. …Esto es un loquero. ¿Cómo puede estar diciendo eso? Me duele la cabeza. Estamos haciendo un esfuerzo para no enloquecer. Te ofrecen milanesas con papas fritas y te dicen que son fideos”.

Es un poco más complejo.

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PRENSA CFK CRISTINA EN LA PLATA. El jueves en el Estadio Único de la capital bonaerense, la vicepresid­enta dio un discurso por el Día de la Militancia, ante miles de seguidores.

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