“Hace rato que hablo de la desconexión”
El realizador clave del movimiento mumblecore estrenó There There en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
No es la primera vez que Andrew Bujalski se pasea por Mar del Plata, pero sí es la primera que estará allí casi en tiempo récord: ha venido por pocas horas a presentar There There, el largo que filmó durante la cuarentena y que se ha convertido en una especie de crítica sobre la forma que el cine posee. Además, ganó un premio a Mejor Guión en la Competencia Internacional. ¿Cómo ha logrado eso filmando a la distancia, a veces sin tener el otro lado de una conversación siquiera casteado y otros límites de la pandemia? Bujlaski, uno de los padres fundadores del mumblecore, aquel movimiento leve pero potente en los tonos de las actuaciones, cuenta sobre su nueva largo compuesto de diálogos filmados como conversación, pero que realmente tuvieron lugar a varios kilómetros de distancias y varias horas de diferencia. Cuenta Bujalski: “Filmamos sin pantalla verde, sí. Ha sido difícil hablar al respecto porque si decís que algo estuvo filmado en plena cuarentena y bajo esas condiciones la gente tiende, y con razón, a no interesarse. Y lo entiendo. Cuando que cuando llegó la cuarentena, a tres meses ya de la misma, nadie estaba haciendo nada. Fue ahí donde decidí pensar que era posible y se convirtió en una especie de ejercicio de sanidad mental que fue mutando en locura. Ya que me excitó esta idea, porque tenía menos que ver con la cuarentena y mucho más que ver con la idea de un gran experimento cinematográfico basado en algo que las películas siempre hacen”. Y se explica: “Cada vez que cortas un plano, que pasó de un personaje a otro, hay un salto espacio-temporal y lo que se da es una especie de mentira que construye una verdad, espero. Entonces, me interesó tomar esa distancia, esa separación, que ya de por sí está ahí, en ese mecanismo, y empujarlo al extremo. Al hacer eso, la misma idea me empezó a sugerir historias, elementos del relato. Y hasta considerando que estábamos haciendo una película que era como nada que yo o nadie del equipo haya hecho antes, contar historias de conexión y desconexión, de gente intentando encontrarse unos a otros a través de la desconexión es más o menos lo que he hecho siempre. Fue una oportunidad divertida de tomar una idea loca a la idea de lo formal y encontrar una idea ahí”.
—¿Por qué entonces elegir esa particular forma de contar, interconectando diálogos de dos personas a lo largo de todo el tiempo?
—Tiene que ver con cómo todo empezó a tener lógica para mí. Al comienzo, me senté y pensé “podés tener 10 personas en una habitación y eso sería locura a resolver”. Pero no encontraba nada ahí. Una vez que se hizo más íntimo, una vez que encontré esta idea de estos diálogos entre dos personajes, me fue más fácil ver los vínculos entre ellos, sus relaciones, y ver también todas las formas en que estas relaciones se refractan unas en otras.
—¿Querías que la conexión entre los personajes fuera contra esa idea de su distancia a la hora del rodaje?
—Si, y eso es evidente ya desde la primera escena donde los personajes se miran con amor a los ojos. Y en realidad están a kilómetros, y mesas también, de distancia entre sí.