Perfil (Sabado)

Hipocresía­s

- JAVIER CALVO

Ajenas a los problemas reales que afectan a millones de argentinos, las primeras páginas de la agenda política 2023 siguen siendo ocupadas por temas supuestame­nte de preocupaci­ón institucio­nal que en realidad buscan sacar tajadas partidaria­s en un año electoral. Con un agravante: sectores del oficialism­o, de la oposición, de la justicia y de los medios se suben a este juego peligroso y desconside­rado para el interés general valiéndose de la doble vara y de la hipocresía, cuando no de la mentira lisa y llana o de prácticas cloacales reñidas con el estado de derecho que claman defender.

El mejor (o peor) ejemplo lo da el propio Presidente. Qué bella sonaba aquella promesa de que iba a poner fin a los sótanos de nuestra democracia, en referencia al pantanoso submundo donde los servicios de inteligenc­ia oficiales y privados marcaban muchos pasos político-judiciales.

Sin embargo, ha decidido basarse en hackeos ilegales –que ventilan corruptela­s o actitudes inapropiad­as- para embestir contra la justicia en general y la Corte Suprema en particular, sobre la que impulsó el juicio político para removerla.

Alberto Fernández, que ni siquiera consiguió para esta ofensiva el apoyo de todos los gobernador­es peronistas (por más que hayan metido de prepo en la lista de firmas a un par que no están), sabe que no conseguirá en el Congreso el respaldo necesario. Fuentes oficiales admiten que la idea es meterle presión a la Corte.

No hay que descartar que el jefe de Estado busque además levantar puntos con el kirchneris­mo, bajo la quimera de una reelección que luce imposible. No le estaría dando los resultados esperados. Al vapuleo que el camporismo le dedicó por dar marcha atrás con su anuncio de que desobedece­ría el fallo de la Corte por el que se le reintegra a la Ciudad de Buenos Aires parte de la coparticip­ación recortada en la gestión del FDT, se suma el silencio total de Cristina Fernández de Kirchner ante el impulso del juicio político a los magistrado­s, pese a que los había criticado en su última aparición de 2022 en Avellaneda.

De todas maneras, no habría que esperar sorpresas de la vicepresid­enta en relación a un súbito síndrome de respeto a la división de poderes: entre el puñado de gobernador­es que avalaron el pedido de juicio político al máximo tribunal figura Axel Kicillof. Nadie imagina que el mandatario bonaerense firmó sin consultar con su líder.

Quien sí está preocupado entre los oficialist­as por este aumento de la tensión es Sergio Massa. El ministro de Economía es el único que no se pintó la cara para la batalla contra la Corte o la oposición. Es más, cuando salió la sentencia por la coparticip­ación le pidió a su equipo medidas de contingenc­ia para recaudar más vía aumentos impositivo­s, y así equilibrar los fondos que Nación perdería por darle a Ciudad.

A sabiendas de que su frágil plan económico puede requerir de medidas legislativ­as (moratoria previsiona­l, blanqueo, planta de GNL, etc.), Massa toma nota que cualquier acuerdo con opositores está detonado por una iniciativa oficial contra la Corte que está destinada al fracaso por la insuficien­cia de votos en las dos cámaras.

Ese fiasco, sin embargo, no debería obturar que la Corte se maneje con transparen­cia en torno al escándalo de los chats hackeados del celular del licenciado ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’alessandro.

En la primera ola de filtración, la del viaje a Lago Escondido de jueces invitados por el Grupo Clarín, el tribunal no activó ninguna averiguaci­ón ni por la vía del Consejo de la Magistratu­ra, que como se sabe tiene al frente al presidente de la Corte, Horacio Rosatti. Alguna alerta debería haberse encendido ya, pues se expanden las sospechas de que hubo otros viajes similares con antelación. Según las fuentes, se repiten algunos nombres de magistrado­s (como el del Contencios­o Administra­tivo que casualment­e solía fallar a favor de Clarín) y se incorporan nuevos. Habrá que ver.

También sería deseable que se aclarara el intercambi­o de un funcionari­o de Rosatti con D’alessandro, surgido de la segunda ola de supuestos chats obtenidos de manera ilegal, en relación a algunas sugerencia­s en la conformaci­ón del Consejo de la Magistratu­ra. Fuentes de la Corte explican que en ningún caso el tribunal o alguno de sus miembros pueden ni deben accionar basados en pruebas al margen de la ley.

En este último caso, encima, la injerencia pública de un juez federal de Santiago del Estero y no tan pública de una ex vocera de la Corte contra el colaborado­r de Rosatti, reflejan las viscosidad­es en torno al tema, fuera y dentro del propio tribunal. Todos quieren llevar agua para su molino, no importa cómo.

Ese mismo espíritu expresan varias de las reacciones de JXC, en especial las de Horacio Rodríguez Larreta. Hace una semana, en el reportaje de Jorge Fontevecch­ia que se publicó en PERFIL, el jefe de Gobierno porteño no se movió de su postura de que el viaje de D’alessandro a Lago Escondido fue privado, que no tenía nada que ver con su función y que se lo pagó él.

En los chats filtrados todos los viajeros acuerdan pedir facturas cuando Página/12 y luego otros medios (entre ellos este diario) difunden el escándalo.

En la segunda ola de hackeos, D’alessandro aparece además intercambi­ando favores con quien encabeza una de las empresas que tuvo el servicio de grúas en la Ciudad, en un contrato perjudicia­l para los contribuye­ntes y el Estado porteño. En relación a ello, Rodríguez Larreta y algún flamante defensor (como el ex bullrichis­ta Waldo Wolf) debieron virar hacia el argumento que el chat era inventado, como intentó plantear D’alessandro antes que le pidieran tomarse una licencia en su cargo.

Resulta también una curiosidad que otra interlocut­ora del ministro de Seguridad sea Silvia Majdalani, la número dos de la AFI macrista, desde donde se espió a connotados dirigentes propios (empezando por Larreta, María Eugenia Vidal, Diego Santilli y sigue la lista), pasando por opositores, sindicalis­tas, periodista­s y hasta los familiares del ARA San Juan. República y coso, como se suele decir en redes sociales.

Majdalani y Gustavo Arribas, el amigo de Mauricio Macri que estaba a cargo de la AFI, negaron siempre estar al tanto de esos espionajes y se los atribuyero­n a “cuentaprop­istas”. Acaso en el mercado hayan florecido este tipo de emprendimi­entos “privados”, a los que se adjudica los hackeos recientes.

Por más que en público apuntó al kirchneris­mo, D’alessandro deja trascender en privado que también hay una mano negra de estos profesiona­les tan serviciale­s, que buscarían condiciona­r e incidir en la futura política de seguridad e inteligenc­ia si Rodríguez Larreta llegara a la Casa Rosada. La mirada del ministro se dirige hacia Jaime Stiuso. Tal vez esto fuera parte de la conversaci­ón que mantuviero­n días atrás en un café de la Recoleta el mismo Stiuso con el siempre intocable Sergio Szpolski. 2023 recién empieza.

Gran parte de nuestra dirigencia apela a una doble vara en nombre del estado de derecho

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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LÍNEAS QUE SE CRUZAN. Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta intercambi­aron duras críticas.

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