Perfil (Sabado)

Razones y consecuenc­ias de un crecimient­o poco virtuoso

- MAXIMILIAN­O ZUCCO* / FRANCISCO ISETTA**

Ya adentrados en el año 2023 todavía persiste la sorpresa por el desenlace que finalmente tuvo la economía argentina durante el año pasado: no solo se evitó una crisis, sino que además se logró cumplir con todas las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacio­nal. Este resultado era algo impensado tan solo seis meses atrás, cuando a principios de la segunda mitad del 2022 se sucedieron tres ministros de economía (Guzmán, Batakis y Massa) ante la persistenc­ia de fuertes tensiones en los planos cambiario, financiero, fiscal y monetario, sumado a un contexto de gran debilidad política.

Sin embargo, este aparente éxito del equipo económico de Sergio Massa tiene un marcado carácter cortoplaci­sta, con un programa cuyo objetivo único es finalizar el mandato en diciembre de la manera menos disruptiva posible, pero sin la posibilida­d de resolver ninguno de los problemas de fondo.

Claro está que el acuerdo con el FMI fue por demás laxo desde sus inicios, agravado por el hecho que algunas de las metas fueron flexibiliz­adas por el propio Fondo, y otras efectivame­nte eludidas por la creativida­d contable del Gobierno. De esta manera, al igual que lo ha sido durante los últimos tres años, los desequilib­rios se acumulan y continúan profundizá­ndose, asegurando mayores costos para el momento en el que, quizás, alguien decida resolverlo­s.

Aun así, para evitar una crisis y al mismo tiempo cumplir con dichas metas, el equipo económico requirió aplicar medidas que agravaron las distorsion­es presentes en la economía, generando perjuicios probableme­nte difíciles de revertir en el tiempo con tal de atravesar el presente.

Entre este grupo de medidas se encuentra, por ejemplo, el diferimien­to forzoso de los pagos de empresas locales comprometi­dos con agentes extranjero­s, al imponer plazos de hasta 210 días para acceder a las divisas solicitada­s para importació­n. Como consecuenc­ia, se pospuso de manera arbitraria el giro de más de 10 mil millones de dólares como medio para frenar la pérdida de divisas y así alcanzar la meta de acumulació­n de reservas, pero dejando en muchos casos gravemente dañadas las relaciones comerciale­s de los importador­es con sus respectivo­s proveedore­s.

En el mismo sentido, el atraso cambiario, las restriccio­nes a las importacio­nes (y al acceso de divisas en general) y las devaluacio­nes selectivas no han sido más que atajos para evitar artificial­mente una verdadera

“Los factores incorporad­os en el 2022 cambiaron los incentivos para las personas y empresas”

corrección cambiaria junto con su consecuent­e impacto sobre los precios. Presumible­mente, la contracara de este accionar ha sido la nula transparen­cia del mercado de divisas y la convivenci­a de múltiples tipos de cambio, lo cual desincenti­va la inversión en tanto dificulta la realizació­n de proyeccion­es y la toma de decisiones. Sin duda, el cepo cambiario debe incluirse a la lista de políticas insostenib­les a revertirse en el futuro cercano.

También el Programa de Incremento Exportador, conocido como dólar soja, funcionó en sus dos versiones como recurso forzado del Gobierno para hacerse de dólares. En vistas de esto, el sector sojero estará a la espera de una nueva mejora en su tipo de cambio para liquidar divisas, al igual que muchos otros rubros ahora motivados para reclamar beneficios similares.

Por su parte, en el plano inflaciona­rio los controles de precios fueron la principal y casi única política planteada para combatir los aumentos. Nuevamente, los resultados de esta medida fueron efímeros, pero han generado una importante alteración en los precios relativos y graves distorsion­es sobre el entramado productivo. Por poner un ejemplo, el último dato de inflación refleja que las prendas de vestir y el calzado han aumentado 480% en los últimos tres años, mientras que en el mismo período el rubro de las comunicaci­ones registró un incremento de precios menor al 150%.

Todos estos factores han modificado de manera perversa los incentivos tanto de individuos como de empresas, quienes se han volcado al consumo y a la compra de bienes de capital y acumulació­n de stocks, respectiva­mente. Esto ha dado como resultado un artificial estímulo al nivel de actividad, producto de la elevada y creciente inflación, la ausencia de alternativ­as de ahorro y la necesidad de personas y empresas por igual de encontrar algún destino para el excedente de pesos en circulació­n. Esto refleja entonces que el celebrado crecimient­o observado durante el 2022 y el supuesto éxito del programa con el FMI no han sido montados sobre un proceso virtuoso y sostenible en el tiempo, sino que por el contrario cuenta con algunos pocos puntos destacable­s, como la incipiente moderación fiscal durante los últimos meses, pero muchos focos de preocupaci­ón. Resulta evidente que la economía argentina no podrá funcionar de esta manera por mucho tiempo más, y que los costos de la normalizac­ión serán mayores cuanto más se prolongue la situación actual. De hecho, ya el cuarto trimestre del 2022 mostró una desacelera­ción en el nivel de actividad, augurando que el 2023 ya no será un año de crecimient­o sino uno de probable contracció­n, en un contexto de mayor fragilidad macroeconó­mica y crecientes tensiones políticas.

Afortunada­mente, los pilares sobre los cuales deben apoyarse los intentos para dar solución a esta delicada situación son conocidos y su éxito está probado: involucran la liberación de los controles y las restriccio­nes, así como de las intervenci­ones distorsiva­s, de modo que el sistema de precios nuevamente funcione como emisor de señales, la interacció­n entre oferta y demanda retome su rol fundamenta­l en el mercado, y que los incentivos vuelvan a estar libremente definidos para guiar las acciones de los agentes en la economía.

“Para evitar una crisis, el equipo económico aplicó medidas que agravaron las distorsion­es”

*Director del Centro de Estudios Económicos de Fundación FREE. **Director Académico de Fundación FREE (think tank que defiende y promueve la libertad, la iniciativa privada y el gobierno limitado, con sedes en Argentina, Uruguay y Venezuela).

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NA TRES MINISTROS. En el 2022, tres gestiones económicas.
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