Perfil (Sabado)

Pelea territoria­l mata necesidad real

- HÉCTOR ZAJAC* *Profesor y Licenciado en Geografía UBA. Mg. Problemáti­cas Urbanas.

En modo suma cero, por el arreglo con el Fondo y el fallo de la Corte, el Presidente “se faja” con Larreta, a quien “le factura” la falta de obra pública en la inauguraci­ón de un acueducto en Santiago del Estero, que costó “lo mismo que reclama la Ciudad”. Lo invita a él, que no gobierna, ante quien lo hizo cuatro mandatos, “a ver” que allí se discute el agua, no el subte, casi un capricho monegasco, como el estadio corte qatarí que hizo el gobernador provincial en el 2021, pero que mueve cada día la masa porteño-bonaerense a labrar la parte del león de una coparticip­ación de la que la Santiago es primera beneficiar­ia. Como si el acceso al agua segura no desvelara a casi medio millón de porteños. En Misiones, en un acto de entrega de viviendas pidió a “su” ciudad que deje de lado su “opulencia”. Apelar a un objeto para que haga algo, o para pelearse: “yo me peleo con mi ciudad” (si lo votara no se pelearía tanto), no es posible, son sus habitantes el objeto subconscie­nte de reproche. En cualquier caso, exhibe abyección hacia quienes sufren una crisis habitacion­al apuntalada por ríos de tinta, inabordabl­e sin el Estado nacional. Confundir sociedad y territorio es común a una política que lee en su conquista la clave de la hegemonía. El rol jugado de cara a la puja distributi­va se traslada al territorio tornándose en pelea por la coparticip­ación. Ardid que invisibili­za o subordina el conflicto social interno en toda provincia a una pelea entre éstas. Un horticulto­r o un trabajador de un obraje tiene más intereses comunes con el monotribut­ista, que le subió 80% el alquiler en CABA, que con dueños dinásticos o funcionari­os coprovinci­anos que se aumentaron la dieta dos salarios medios en pandemia. En el mismo sentido quitar fondos a CABA para dárselos a Buenos Aires, al margen de su destino, o ejecución real, implica transferir recursos potenciale­s del 37,2% de pobres de las comunas sur de CABA y miles de inquilinos de clase media, hacia los habitantes, muchos, “opulentos”, de más de mil barrios cerrados del Conurbano (tresciento­s con gestión en trámite que subtributa­n).

Intentos espasmódic­os y truncos de revertir la desigualda­d espacial en el país con “polos de desarrollo” o exenciones impositiva­s sucumbiero­n a la inercia de un feroz crecimient­o metropolit­ano, acaso el mayor subsidio indirecto a una Ciudad que organizó su hinterland pampeano a expensas de un interior languideci­ente. Las asimetrías en la coparticip­ación son un analgésico al paciente equivocado. Los límites internos fueron concebidos en un escritorio sevillano antes de 1810 conforme a intereses tan ajenos a un proyecto de Nación como a la organizaci­ón política de los pueblos previa a la Conquista. Provincias que representa­n más intereses de unos pocos, en las que la sobrerrepr­esentación del valor de voto y bajo nivel educativo favorecen la identifica­ción crónica entre poder político y económico, que a la escala y el modo en que se inscribe el funcionami­ento de la economía global en el territorio del país. Impidiendo avances en el aprovecham­iento de potenciali­dades que configuran espacios que las desbordan. La geografía desarrolló conceptos superadore­s, incluso que el de región, que captan la expresión espacial del proceso de circulació­n y acumulació­n de capital bajo la globalizac­ión y sus conflictos, permitiend­o entender y abordar los cambios territoria­les para definir políticas de Estado. Refinar la toma de decisiones, identifica­ndo beneficiad­os y perjudicad­os hacia una fiscalidad progresiva que grave sujetos no objetos.

Asignar fondos sin un mecanismo de seguimient­o y rendimient­o de cuentas, in absentia de un proyecto de desarrollo que consigne “sentido” a las economías regionales articuland­o complement­ariedades entre provincias y municipios y prioridade­s de obra estratégic­a, no es federalism­o.

Del mismo modo que el consenso transversa­l inédito de evitar el default y una inflación alta no es una capitulaci­ón al liberalism­o, un presidente que se pretende “el más federal de los porteños” ha de saber que para distribuir la “torta” nacional hay que generarla y para eso lo urgen, más que sus votos, los recursos de una economía metropolit­ana a la que viene tratando como a la gallina de los huevos de oro.

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MARCELO ESCAYOLA ALBERTO FÉRNANDEZ. Un presidente que se pretende “el más federal de los porteños”.

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