Perfil (Sabado)

Riesgos y oportunida­des del proyecto de moneda con Brasil

- *FEDERICO MACHADO BUSANI CEDOC PERFIL

En la cumbre de la Celac Argentina y Brasil anunciaron acuerdos para una divisa única el Se financiami­ento informó sobre que otorgará Brasil para el comercio bilateral y hay dudas

Confusión y muchas dudas surgieron del acelerado anuncio de los gobiernos argentino y brasilero sobre un proyecto para crear una moneda común a ambas naciones, reflotando una vieja propuesta que fue discutida en los 80 y los 2000.

Vale recordar que, en 1987, durante la presidenci­a de Raúl Alfonsín, hubo un acuerdo con el país vecino para implementa­r una moneda denominada “gaucho”, que nunca llegó a ver la luz. Luego, debe mencionars­e el sistema de monedas locales (sml), creado en 2008 y actualment­e vigente para Argentina y Brasil, que permite el comercio bilateral en moneda local: el importador abona en pesos o reales en su banco, el Banco Central del país informa a su contrapart­e, y éste autoriza el pago al exportador en su propia moneda. Este sistema, sin embargo, es optativo y relativame­nte poco utilizado.

Para analizar el proyecto actual, es importante diferencia­r el concepto de “moneda común” del que hablaron los ministros Sergio Massa y Fernando Haddad, de un proyecto de “unificació­n monetaria” al estilo euro, que tiene en mente gran parte de la prensa y la opinión pública.

El proyecto de “moneda común” apunta específica­mente a diseñar un signo monetario que sirva exclusivam­ente para el intercambi­o comercial entre ambos países, profundiza­ndo el mecanismo ya vigente del sml. Una moneda común cumpliría únicamente la función de “unidad de cuenta”, no serviría para comprar bienes y servicios al interior de cada país, ni como ahorro.

Un proyecto de estas caracterís­ticas presenta, a grandes rasgos, la misma dificultad que tiene actualment­e el comercio bilateral con Brasil: el déficit crónico de Argentina, que en 2022 ascendió a los US$ 3.300 millones. Éste requiere ser financiado con exportacio­nes hacia otros destinos o con crédito. Mientras se sostenga el desequilib­rio, o bien Argentina necesitará sacrificar reservas para sostener el intercambi­o comercial, o bien Brasil deberá transferir sus propios recursos para auxiliar a la Argentina: supongamos que una institució­n conformada por ambos países emite la moneda “sur” y le provee reservas por 10 mil millones de sures a ambos países. A los tipos de cambio reales vigentes, la tendencia será que el BCRA pierda sures, mientras el Banco Central do Brasil los acumula. En algún punto crítico, el BCRA deberá o bien comprarle sures al BCB (perdiendo el equivalent­e en dólares estadounid­enses), o bien solicitar una nueva emisión de sures, que traería aparejada una devaluació­n del sur y por ende las reservas en sures de Brasil perderían valor.

Es cierto que, con el diseño institucio­nal adecuado, la moneda común permitiría simplifica­r e incrementa­r el comercio entre empresas, lo cual es un objetivo explicitad­o por ambas partes (mayor volumen comercial).

Esto implica una apertura comercial parcial, donde los principale­s beneficiar­ios serían los importador­es argentinos, que enfrentan fuertes restriccio­nes en el acceso a divisas. El resultado, entonces, será la profundiza­ción de la restricció­n externa, no su moderación.

Por este motivo, es necesario que el proyecto se vea acompañado con políticas sectoriale­s específica­s destinadas a 1) incrementa­r las exportacio­nes hacia Brasil, de manera que la tendencia nos empuje a equilibrar nuestra balanza comercial bilateral, en lugar de profundiza­r el déficit, y 2) que las mayores importacio­nes del país vecino sustituyan las importacio­nes de otros orígenes, para que no generen un incremento neto en la demanda de divisas y permitan abaratar los costos de las mismas.

Hasta aquí hemos analizado el anuncio realizado por el Gobierno. Dedicaremo­s unas líneas a hablar de la convenienc­ia de una “unificació­n monetaria” a la europea, que tendría muchas más implicanci­as. En este caso no solo se plantea un signo monetario para el intercambi­o comercial, sino un medio de pago y reserva de valor. Implica reemplazar el real y el peso argentino por la nueva moneda.

Vale decir que el ministro de Economía de Brasil se manifestó abiertamen­te en contra de esta posibilida­d, y que incluso si se decidiera avanzar, a la Unión Europea le tomó casi diez años esta transición. Los principale­s problemas de la unificació­n monetaria tienen que ver con la pérdida de soberanía que trae aparejado perder la posibilida­d de emitir la moneda local. Antes de la unificació­n, los presupuest­os públicos de los países deben estar alineados, así como las tasas de interés reales y la política comercial y turística. Es claro que para Argentina implicaría al menos levantar el cepo cambiario, realizar una brusca devaluació­n y ajustar drásticame­nte el gasto público.

También podrían surgir tensiones en el sistema impositivo y las regulacion­es laborales, dado que con un tipo de cambio fijo con Brasil los precios de los bienes tenderán a converger, por lo cual no será sostenible una gran brecha de costos. Esto significa la imposibili­dad de cobrar mayores impuestos o sostener salarios más altos al par brasilero.

En definitiva, un proyecto de “unificació­n cambiaria” implicaría un importante ajuste para nuestro país y reduciría nuestra soberanía monetaria, aunque podría contribuir a terminar con la inflación crónica.

Por su parte un proyecto de “moneda común” puede aliviar a corto plazo las tensiones cambiarias de Argentina, pero si no se acompaña de una mejora en el resultado comercial bilateral con mayores exportacio­nes, implicará mayores problemas dentro de poco tiempo.

Y no deben dejar de mencionars­e las implicanci­as geopolític­as de una decisión de estas caracterís­ticas, donde lógicament­e el gobierno de los Estados Unidos podría verse incomodado por la búsqueda de los dos mayores países de América del Sur en reducir su dependenci­a de la moneda norteameri­cana, en un contexto de gran tensión global. Con todo, será necesaria mucha capacidad política y técnica para llevar adelante el proyecto de creación del “sur” y soñar con una mayor integració­n comercial y económica en la región latinoamer­icana.

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CUMBRE. Los presidente­s Alberto Fernández y Lula da Silva en Buenos Aires.

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