“Descubrí el placer de improvisar”
En el año que comienza a preparar su nuevo disco, la música anticipa su concierto del 4 de febrero en el ciclo de Parador Konex.
“A veces pienso que estaría bueno hacer una obra de teatro.”
Buenas noticias para los fans de Juana Molina. Este año empezará a trabajar en un nuevo disco, el sucesor de Halo (2017), que planea editar en el otoño de 2024. La sugestiva y atrapante psicodelia rioplatense de Halo cosechó muchos elogios de la crítica nacional e internacional y consolidó el prestigio que viene acumulando esta gran artista argentina desde que dejó la actuación -algo que, por cierto, se le sigue dando muy bien, basta con revisar su perfil en Instagramy se enfocó de lleno en la música, hace ya más de veinte años. Juana ha crecido notablemente en popularidad desde que pegó aquel salto sin red, pero al mismo tiempo se ha ganado el estatus de música de culto en su acepción más generosa y menos restrictiva: se celebra su originalidad y su inventiva, más que su exotismo. Por eso mismo quizás no alcanzaba con ANRMAL (2020), un disco en vivo, con canciones ya conocidas, aunque justo es decir que nunca una canción de Juana suena en vivo igual que un disco. Con el paso del tiempo, sus temas van experimentando mutaciones que son el resultado del espíritu inquieto de una autora que trabaja siempre con el afán investigativo como combustible, se transforman sin perder la identidad. Aun así, lo que vendrá es realmente muy deseado por los que están atentos a su carrera: un álbum con temas completamente nuevos en los que viene trabajando hace bastante, siempre con su peculiar estilo.
Y como frutilla del postre para sus seguidores, habrá un concierto en vivo, el sábado 4 de febrero a las 20 horas, en Ciudad Cultural Konex, con el baterista Diego López de Arcaute como único socio en escena. Conviene apurarse con las entradas porque Juana viene de llenar el Teatro Vorterix en diciembre pasado y no habrá muchos más shows suyos en Buenos Aires en la primera mitad del año. En octubre próximo, además, volverá a Estados Unidos, donde a principios 2022 hizo un tour en soledad, sin ningún músico como apoyo, que igual funcionó a las mil maravillas: también en su Instagram, hay imágenes que prueban el entusiasmo del público con esa propuesta. “Esa gira fue increíble -dice ella ahora-. Yo sentía que la gente se subía a un viaje medio desconocido y lo disfrutaba tanto como yo”.
—¿Te gusta tocar sola entonces?
—Me encanta. Descubrí el placer de improvisar. Mejor dicho, más que descubrirlo lo apliqué: así toco en mi casa, de una manera más volada e impredecible. Pero lo que más me gustó es que la gente se cope y no esté esperando que sea todo igual al disco. Para mí eso es importante porque me gusta cambiar. Hay canciones que fraguan en una versión, como pasa con una molécula que ya tiene todas sus valencias tomadas, que ya no puede modificarse, como pasa con un aceite saturado... Bueno, esos temas por lo general dejo de tocarlos. Me aburren. Si no se me ocurre nada nuevo, aunque la versión sea perfecta, la dejo de tocar. No me gusta tocar todo el tiempo lo mismo.
—¿Ahora que estás trabajando en canciones nuevas también vas cambiando mucho durante el proceso de composición?
—Estoy ordenando todas las posibilidades que tengo para empezar a trabajar y desarrollarlas. Pero efectivamente prefiero llegar a la grabación sin tener todo armado, confío en que también aparezcan ideas cuando estoy en el proceso de grabación. Tengo unos “proyectos” que armo con un programa de grabación, y ahí entra todo lo que se me va ocurriendo. El otro día abrí uno de esos proyectos y tenía ¡7.000 minutos de música! También tengo carpetas en la computadora con ideas que aparecen en los ensayos.
—O sea que te sobra para el disco nuevo.
—No tanto, eh. Tengo un montón de cosas grabadas, pero no todo lo que hago me convence. Si hubiera publicado todo lo que fui grabando en los últimos veinte años ya tendría setenta discos.