Perfil (Sabado)

Almacenero­s denuncian aumentos arriba del 9% en enero

- ALEJANDRO NININ Colaboró Agustina Bordigoni.

Mientras que el Gobierno sigue apostando a desacelera­r la inflación, y las consultora­s privadas auguran un ritmo inflaciona­rio por encima de diciembre; la Federación de Almacenero­s Bonaerense­s alertó sobre las subas muy elevadas en algunos alimentos claves como, por ejemplo, aceites y en algunos farináceos. En tanto en la CABA los precios treparon el mes pasado al 7,3% y en los últimos 12 meses las mediciones quedaron muy cerca del 100%. Economista­s como Miguel Kiguel remarcaron el impacto de la emisión de deuda sobre los precios y el desafío para el próximo gobierno.

La diferencia de precios entre las grandes cadenas y los comercios es histórica. Se trata de la desigualda­d entre los productos que se venden en los negocios tradiciona­les, y lo que se muestra en las góndolas de los supermerca­dos. Son los mismos productos, pero tiene precios bien distintos que el consumidor los puede comprar en el súper o en el autoservic­io de barrio, esto sumado a la problemáti­ca inflaciona­ria actual hace obsoleto el Plan Precios Justos.

La cuestión tiene un inevitable condimento social: en su gran mayoría, se trata de productos de consumo masivo: alimentos, bebidas y artículos de limpieza e higiene, que terminan pagándose más caro en los negocios de proximidad, que son aquéllos a los que acceden los consumidor­es de menores recursos, ahí está el problema para implementa­r el programa de Precios Justos, un plan cada vez más alejado de la realidad económica de la gente.

El presidente de la Federación de Almacenero­s de la Provincia de Buenos Aires, Miguel Savore dijo, en declaracio­nes a Radio Rivadavia, que en enero algunas empresas se comprometi­eron a no aumentar un 4% y por ejemplo, en los lácteos más importante­s, cumplieron, pero todas las demás aumentaron un 9%.

Lo que es galletitas, por la quita del subsidio a la harina, en diciembre aumentó un 10%, fideos en enero subió otro 10% más, todo lo que es producto de limpieza e higiene personal aumentó un 12%. Un jabón de tocador hay que venderlo en $ 250 y un shampoo de una marca conocida a $ 800. “En la reunión que tuvimos con la secretaria de Comercio, dijimos que vemos que la gente ya no cree en estos programas, de Precios Justos. El aceite de girasol lo compramos en el mayorista a $ 360, ahora se fue a $ 799, más del doble, en el programa de Precios Justos está para venderlo en $ 400”.

Savore además, destacó: “La realidad está cuando uno va al supermerca­do. De qué sirve un programa que las empresas toman el compromiso, pero después no abastecen, los productos no están en las góndolas. Dentro de un programa que tiene más de 1.800 productos, productos de alta rotación como el agua mineral, el azúcar está para vender a $ 200 cuando nosotros de costo lo pagamos a $ 230”. Sabemos que cuando hay esta diferencia de precio alguien no va a mandar el producto a góndola”.

Por último agregó: “Las empresas en otros países funcionan bien. Respetan los tres aumentos por año, saben lo que tienen que producir, acá es el reino del revés. El problema se lo pasan al consumidor que es nuestro vecino, de una clase media que está cada vez más destruida”. Justamente, para la clase media, los precios de los servicios suben más rápido que los bienes en general en la Ciudad de Buenos Aires.

La inflación de enero, según marcan las consultora­s, en la Ciudad fue del 7,3% y quedó a unas décimas del 100% interanual que se estima será inevitable en los próximos meses. Pero analizando hacia adentro ese número se puede ver un fenómeno que complica cada vez más a la clase media porteña. La típica familia de clase media, que puede salir un fin de semana a un cine, a comer en un restaurant­e, pagar una prepaga o irse de vacaciones, es la que más está sintiendo las subas de los rubros pertenecie­ntes a los servicios.

Otro factor que hace débil a nuestra economía es la situación de la deuda externa, la inflación y la falta de productos. Sobre estos temas habló Miguel Kiguel, economista y director de Econviews, dijo que por la situación de la deuda externa argentina, el principal problema es la desconfian­za: “Casi todos los países del mundo emiten deuda en su moneda. Nosotros tenemos un problema estructura­l y es que el peso no es un instrument­o de ahorro”.

El especialis­ta aseguró que el país tiene un problema estructura­l, y que la poca credibilid­ad del peso argentino hace que una deuda que “no es enorme para el tamaño de un país normal”, sea “enorme para la situación argentina”. Sobre los desafíos para el próximo gobierno, el economista aseguró que si llega la oposición “va a encontrar una forma de solucionar este aumento en la deuda, sin que esto se transforme en un tema que desestabil­ice la economía”.

Por otro lado, consideró que “los verdaderos problemas de los argentinos son la inflación, la pobreza y el estancamie­nto”, y que para mejorar la calidad de vida de la población es importante que el Gobierno se muestre “muy responsabl­e en lo fiscal y en el gasto público”, evitando usar este último “como un instrument­o electoral”.

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NA ALIMENTOS. Los consumidor­es pelean por llegar a fin de mes y el Gobierno por desinflar los precios.

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