Perfil (Sabado)

Ser claros para cuidar mejor a las víctimas

- LETICIA MONTIEL* *Secretaria Legal y técnica del GCBA.

El Estado diseña políticas para resolver problemas sociales. Con aciertos o errores, los funcionari­os intentan cubrir necesidade­s en salud, educación, economía o seguridad entre otras. Los conflictos del ámbito privado, sin embargo, presentan una arista más compleja aún porque en esos casos el Estado solo puede intervenir si las personas así lo solicitan.

La violencia doméstica es una de esas situacione­s porque, para pedir ayuda, la persona violentada debe vencer enormes obstáculos personales. El violento ejerce su control haciendo valer su poder familiar, institucio­nal o hasta político sobre el otro. La víctima se siente completame­nte inerme ante el agresor. Teme defenderse, no tiene fuerzas o no se siente capaz de hacerlo. En ese contexto la denuncia suele presentars­e luego de lesiones repetidas y cada vez más graves.

Pedir ayuda a la policía en caso de violencia doméstica implica un acto de enorme coraje y supone un infinito salto de confianza: con esa denuncia la víctima se pone bajo el cuidado pleno del Estado. Confía en que las institucio­nes la van a defender a ella y, de haberlos, también a sus hijos. Sin importar la forma de esa violencia, ya sea psicológic­a, simbólica, económica o, por supuesto, física, es imperativo separar al violento de esa víctima lo más rápidament­e posible. Pero, ¿cómo podemos lograr que las víctimas de violencia recurran más temprano en el Estado? ¿Cómo generar esa confianza?

Debe correrse la voz de que es fácil hacer la denuncia y ser amparado por las institucio­nes. Para que esta noción se generalice es imperativo mejorar la comunicaci­ón directa con las víctimas buscando una relación cercana, amable y franca con ellas. Nada da más tranquilid­ad a las víctimas que comprender que las leyes están de su lado y que el mecanismo oficial está diseñado para ayudarla.

La persona violentada tiene que comprender con sencillez lo que se le pregunta y lo que se le informa para así poder acceder a sus derechos de manera simple, concreta y rápida. La excesiva burocratiz­ación en medio de una situación tan crítica da lugar a temor y frustració­n en las personas que, además de haber sido amedrentad­as, deben completar trámites innumerabl­es e incomprens­ibles. En estos casos de alta sensibilid­ad es clave que los funcionari­os planteen las preguntas de manera simple y que ofrezca algo tan sencillo y útil como formulario­s redactados con consignas claras para facilitar así las respuestas de las denunciant­es.

El Estado debe acompañar a las víctimas desde el mismo momento en el que llegan a pedir ayuda. Debe simplifica­rles la vida y debe asumir la carga emocional y el trauma con el que las personas hacen su denuncia y ponen sus vidas en manos de los organismos públicos. La función del Estado en estos casos va mucho más allá de impedir que el agresor siga atacando: se trata de lograr que la persona agredida deje de verse a sí misma como víctima y pueda recuperar el control de su propia vida. Para ello, la certeza de sentirse protegido es tan relevante como la protección en sí misma.

El Estado debe acompañar a las víctimas desde el momento que llegan a pedir ayuda

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SHUTTERSTO­CK VIOLENCIA. La persona debe vencer sus obstáculos personales.

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