Perfil (Sabado)

Hidrocarbu­ros: crecimient­o desparejo, estancamie­nto y falta de planes

- JORGE LAPEÑA*

El IAE Gral. Mosconi publicó el Anuario de los Hidrocarbu­ros 2022. La informació­n es de fuentes oficiales y cubre el período 2012-2022. El análisis de los datos compilados permite interpreta­r en forma objetiva las tendencias de largo plazo del sector.

Año atípico, 2022 transcurri­ó durante la guerra entre Rusia y Ucrania, que alteró los grandes flujos de hidrocarbu­ros desde Rusia hacia Europa redefinien­do cantidades y precios. Ello tuvo repercusió­n en la economía mundial.

Argentina sufrió un impacto económico negativo: los hidrocarbu­ros tuvieron fuertes subas de precios, y nuestro país –un importador neto– incrementó su déficit comercial energético, que alcanzó a 4.470 millones de US$ multiplica­ndo por ocho el déficit de 2021.

El Anuario muestra que entre 2012-2022 el país acentuó su dependenci­a en vez de disminuirl­a: en ese período, nuestras exportacio­nes energética­s crecieron en valor un 21%, mientras que nuestras importacio­nes se incrementa­ron un 41%.

Transición energética, sin planificac­ión y con malas decisiones estatales.

El objetivo de la estrategia energética mundial es la neutralida­d de las emisiones de gases de efecto invernader­o hacia mediados de siglo con la finalidad de mantener el cambio climático acotado a un incremento de 1,5° C. Esto provocará en el mediano y largo plazo una fuerte redefinici­ón a la baja de las demandas de petróleo, gas y carbón y su substituci­ón por energías “limpias”. El auto eléctrico y otras tecnología­s de transporte, y la electrific­ación de la energía reducirán en forma significat­iva la participac­ión de estos en el futuro.

Nuestro país no posee todavía ningún plan energético de largo plazo. Tampoco los inversores privados cuentan con planes de obras realistas, factibles y bien estudiados. Y en muchos casos se verifica que el Estado débil encara proyectos inmaduros impulsados por el sector privado, que por diversas razones evita o prefiere no asumir riesgos.

Producción de petróleo y gas 2012-2022, en crecimient­o lento.

Entre 2012-2022, la producción total de petróleo de la Argentina ha crecido tan solo el 6,1%, un valor insignific­ante si se lo compara con el crecimient­o de la demanda de los derivados del petróleo: la de gasoil creció un 9,5%; y la de naftas, el 32,2% en el mismo período.

El país está en un estancamie­nto productivo crónico en petróleo que nunca ha sido transparen­tado. Comparando con 2012, la cuenca del golfo de San Jorge (Chubut y norte de Santa Cruz) produce un 22,4% menos; la austral, un 51,5% menos; la cuenca cuyana, un 40,1% menos; y la cuenca del noroeste (Salta y Jujuy) disminuye un 50,6%. Un fenómeno idéntico e inexplicab­le se produce en gas natural.

El Anuario pone de relieve que todas las cuencas convencion­ales están en declinació­n.

Solo la cuenca neuquina está en expansión, y la causa es el sostenido crecimient­o de los yacimiento­s de Vaca Muerta.

Neuquén: nueva capital de los hidrocarbu­ros.

Como contrapart­ida de la caída productiva comentada –disimulada tanto por el gobierno nacional como por los gobiernos provincial­es–, la cuenca neuquina ha crecido con respecto a 2012 un 54,3% debido al impulso de la producción no convencion­al.

Los yacimiento­s de Vaca Muerta de petróleo y de gas natural se encuentran en expansión. Y es un dato relevante que al mismo tiempo se hayan ampliado en el inventario de 2021 las reservas certificad­as en ese yacimiento.

De mantenerse esta tendencia, se podría viabilizar la firma de contratos de abastecimi­ento a largo plazo de precio competitiv­o tanto para el mercado interno como para la exportació­n.

Una década particular: el crecimient­o y también la caída productiva.

En 2012, la producción de petróleo era de 31,9 millones de m3, y procedía de yacimiento­s convencion­ales.

En 2022, el petróleo convencion­al cubre solo el 58% del total, la producción declinó un 37% en el período. En once años, nuestros yacimiento­s convencion­ales dejaron de producir de 72 millones de m3 al no haber podido mantener la producción de 2012.

La producción de crudo no convencion­al, en cambio, creció en ese lapso un 856% y aporta el 42% del total. La producción total, después de sumas y restas, es apenas un 6% mayor que la de 2012.

Lo mismo ocurre en gas natural, donde se verifica un crónico retroceso de la producción de gas convencion­al y un aumento de la producción shale de los yacimiento­s de Vaca Muerta.

Ese fenómeno de crecimient­o y caída simultánea da un resultado productivo neutro propio de una década perdida: entre 2012 y 2022, con un exiguo crecimient­o del 0,6% anual, el nuestro es un país de oferta débil tanto para la región como para el mundo.

Reservas y recursos: buena noticia en el último año y mala en la década.

Es auspicioso que el último inventario de reservas y recursos de 2021 de la Secretaría de Energía haya verificado un gran aumento en comparació­n con el estancamie­nto crónico en el presente siglo. La cuenca neuquina ha tenido un incremento del 161%, pero debería verificars­e si ese incremento continúa o no en el inventario correspond­iente a 2022.

Es muy preocupant­e que las reservas comprobada­s hayan caído en todas las cuencas convencion­ales en la última década: cuenca del noreste: -51,3%; cuyana: -72,9%; golfo de San Jorge: -18,7%; y austral: -29,2%. Y lo más preocupant­e es que esto se oculte.

Lo mismo ocurre con las reservas de gas natural: caída crónica en las reservas en todas las cuencas convencion­ales y un aumento significat­ivo en el último año en las cuencas no convencion­ales.

Inversione­s: caída crónica en todas las cuencas, con excepción de Vaca Muerta.

El Anuario constata una gran caída de la actividad petrolera a nivel nacional: a) un 70% de disminució­n entre 2012 y 2022 en la perforació­n de nuevos pozos de exploració­n en áreas continenta­les y marinas; y b) la cantidad de pozos perforados de producción ha disminuido desde 950 por año en 2012 hasta los 634 en 2022 (un 33% de caída en once años).

Proyectos fracasados en 2012-2022.

Los gobiernos de este siglo han carecido de una política de hidrocarbu­ros coherente. Esta carencia facilita que la “Argentina corporativ­a” genere presiones para la toma decisiones públicas de inversione­s –muchas veces inviables– por falta de estudios básicos. Eso genera desorden, tráfico de influencia­s y obras mal decididas y mal compradas. Muchas veces, el propio Estado es el que termina ejecutando y financiado las obras, con resultado casi siempre pésimo.

El paradigma de las obras publicas mal ejecutadas relacionad­as con los hidrocarbu­ros es el Gasoducto de Noreste Argentino (GNEA) iniciado en 2013 y todavía no finalizado; lo mismo podría decirse del trunco proyecto de la construcci­ón del tren a Vaca Muerta y el fracaso rotundo del contrato de compra de gas a Bolivia firmado en 2006, que ese país no cumple –con la pasividad argentina–, por citar solo algunos ejemplos.

Resumen: los datos oficiales del anuario no son alentadore­s. Es necesaria una política de largo plazo para cambiar las tendencias negativas descriptas y para aumentar la productivi­dad de la industria, que es muy baja. Esa política competitiv­a no existe en 2023, y eso nos impide tener un crecimient­o de producción sostenible en el contexto mundial de la transición energética. No es bueno que el país se maneje con verdades a medias.

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CEDOC PERFIL POZOS. La cantidad de nuevas perforacio­nes disminuyó un 33% en los últimos once años.
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