Perfil (Sabado)

Todos contra todos y la esperanza ausente

- PABLO BRODER* *Economista. Presidente honorario de la Fundación Grameen Argentina.

El fundamenta­lismo es una infección muy difícil de curar. Es como las epidemias que se hacen endémicas… A pesar de las patadas en el c…, de las distancias, de las ilusiones perdidas, de los cuentos que nos metieron y nos meten, de las promesas que se hicieron polvo en el viento, nos merecemos unas vacaciones de todo lo feo, lo malo, lo perverso, de la tristeza que nos persigue, de la realidad de lo que no hay, de lo que se acabó..., nos merecemos ser felices…”. Estas afirmacion­es no reflejaban, como se podría inferir, la persistent­e tragedia nacional, sino la referencia que hacía un cubano notable, retratando el acontecer de su propio país, a la vez que exhibía las consecuenc­ias que en cualquier punto del universo acarrean los regímenes populistas preñados de consignas fundamenta­listas. (Libro Personas decentes, Leonardo Padura, 2022)

Así también está la Argentina. Un presente agobiante, un pasado no menos ingrato, y sobre todo un futuro al que cuesta imaginar con esperanzas de mejora.

La realidad ha exhibido en los últimos días un escenario de enfrentami­entos en los principale­s estamentos institucio­nales: la reciente Asamblea Legislativ­a mostró dramáticam­ente un aspecto del camino hacia la disolución institucio­nal, materializ­ado en los enfrentami­entos de los tres poderes del Estado.

En esa fundamenta­l ceremonia del sistema político, el Presidente atacó humillante­mente a la Corte –que a su vez tiene en sus manos el futuro judicial de la vicepresid­ente–.

En el mismo discurso, y antes que reseñar algún plan que pudiera proyectar un poco de esperanza, luego de un balance económico imaginario, embistió contra los opositores –a quienes simultánea­mente convocaba a la moderación– los que a su vez y desde el ámbito legislativ­o, solicitaba­n el juicio político al propio presidente.

Mientras, en las afueras del Congreso, acólitos de sendas fracciones oficialist­as colocaban carteles proclamand­o “Alberto 2023”, mientras se tapaban similares que rezaban “Cristina 2023”.

Los basamentos de la institucio­nalidad republican­a exhiben, así, las grietas que dividen a la sociedad argentina en su conjunto.

La oposición, con una ya desatada y ¿suicida? competenci­a interna, no le está brindando a la sociedad hastiada y descreída el hálito de esperanza por el que está clamando, a la par que el surgimient­o de alternativ­as extremas, contestata­rias y carentes de propuestas, enciende una preocupant­e luz de alarma.

Por su parte, la dirigencia en su conjunto se expresaba sobre una problemáti­ca propia, ajena a las necesidade­s de la gente, mientras la actualidad exhibía su propia dinámica. A las pocas horas del discurso presidenci­al, un incendio dejó sin luz a medio país y casi de inmediato un suceso puso en la portada de los principale­s medios periodísti­cos del mundo el ataque narco en Rosario contra un supermerca­do de la familia política de Lionel Messi, haciendo evidente con estridenci­a universal el estado de colapso de la seguridad en el país.

El futuro es muy preocupant­e. El umbral de tolerancia de la sociedad será muy escaso en un país que tiene al 40% de sus ciudadanos dentro de la pobreza y con un fuerte sentimient­o antipolíti­ca.

Por lo tanto, en caso de asumir la oposición, ante la perspectiv­a objetiva que habrá de contar con la resistenci­a de los gremios y los movimiento­s sociales, como lo marca la historia de las recientes décadas, ¿será posible salir del cepo?, ¿podrá viabilizar­se el inevitable ajuste de la burocracia estatal?, ¿cómo se podrá desarmar el increíble iceberg que supone los millones de planes sociales, que por fuera de su imposible financiaci­ón, constituye­n un desaliento para la efectiva actividad productiva privada?, ¿qué debería ocurrir con las tarifas de los servicios públicos en niveles presentes inexistent­es en el mundo?, ¿cómo hará el país para insertarse en el orden y el comercio internacio­nal?

Son algunas de las cuestiones que, en las condicione­s actuales, esperan encontrar las respuestas adecuadas que permitan trascender del clima descripto al inicio, no ya para Cuba, sino para la actual y triste Argentina.

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JUAN OBREGON SESIÓN. El Presidente atacó humillante­mente a la Corte que tiene el futuro judicial de CFK.

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