Perfil (Sabado)

Proscripci­ón contradict­oria

- JAVIER CALVO

A medida que nos acercamos a la definición de las candidatur­as electorale­s, más volcánico se vuelve el escenario político (con efectos económicos). En esta etapa, todavía, la erupción se concentra dentro de cada fuerza, donde se dirimen las supuestame­nte mejores representa­ciones para la batalla por los votos.

Aun con una muy alta imagen negativa, Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo hoy la figura del oficialism­o que recoge mayor intención de voto, al menos en una primera vuelta presidenci­al. Y se mantendría en el Senado si fuera en la boleta bonaerense para la Cámara alta, ganando o perdiendo.

Por más que su peso político es superior al electoral, la hora de las urnas la exponen a la participac­ión en las postulacio­nes. En muchos casos, impulsada por aquellos sectores que se han colgado de sus… poderes para seguir teniendo algún tipo de protagonis­mo.

Hace tres meses la vicepresid­enta pateó el tablero. Fue tras recibir su primera condena judicial, en la causa conocida como Vialidad, por la que recibió la pena de seis años de prisión e inhabilita­ción para ejercer cargos, al encontrarl­a responsabl­e de administra­ción fraudulent­a en perjuicio de la administra­ción pública.

En aquellos primeros días de diciembre, le replicó con furia al tribunal oral federal y lanzó un anuncio impactante, sobre todo para los propios: que no sería candidata a nada.

Poco después, en un acto en Avellaneda (donde hoy se hace otro evento en el que no participar­á pese a ser la protagonis­ta), CFK empezó a virar en su discurso, algo para lo cual tiene experienci­a y ductilidad. Allí, sostuvo que no se había autoexclui­do de candidatur­a alguna, sino que se trataba lisa y llanamente de una proscripci­ón.

A partir de ese momento, el kirchneris­mo en su totalidad abrazó el concepto de que Cristina no será candidata no porque no quiere –como dijo primero– sino porque no la dejan –como dijo después–. Según ese relato, quien se lo impide es una suerte de club de la maldad, integrado por la Justicia, medios de comunicaci­ón, empresario­s y demás factores de poder. Los de siempre. Lo de siempre.

Tampoco hay que pecar de una ingenuidad presunta y falsamente republican­a: hay en muchos de esos sectores una idea extendida de que lo mejor que le puede pasar al país (o a ellos) es que la actual vice vaya presa o salga de la política. Y, en ciertos casos, apuestan fuerte. Muy.

Esa realidad, sin embargo, no debería obturar la observació­n acerca de la falsedad del concepto K de que su jefa está proscripta, porque no es tal.

Técnicamen­te, el impediment­o para ejercer cargos públicos que le impusieron en la causa Vialidad se activa una vez que la sentencia quede firme. Después de que el jueves 9 el Tribunal Oral Federal 6 dio a conocer los fundamento­s del fallo, fiscalía y defensa tienen diez días para apelar ante la siguiente instancia, que es la Cámara de Casación. Y tras lo que decidan los camaristas, ambas partes podrán recurrir ante la Corte Suprema, que es donde quedará firme la sentencia. Ni Casación ni la Corte tienen plazos perentorio­s para decidir, por lo cual este proceso vería su final dentro de varios años. Ergo, CFK puede presentars­e a la elección.

Hay otro aspecto equívoco en la prohibició­n ficticia. A propósito, el kirchneris­mo busca con el concepto de la proscripci­ón equiparar lo que le pasa a su líder con lo que le pasó a Perón durante casi dos décadas, entre 1955 y 1973. Eso ocurrió durante dictaduras militares o democracia­s condiciona­das (con Frondizi e Illia). Equiparar aquello con esto es tan disparatad­o como peligroso para un sistema democrátic­o que tanto costó consolidar y que está a punto de cumplir 40 años.

Estas contradicc­iones han sido exacerbada­s nada menos que por los más cristinist­as del kirchneris­mo. En las últimas semanas se ha visto y escuchado a importante­s dirigentes de La Cámpora, como el ministro bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque, lamentarse e indignarse por la (falsa) proscripci­ón de CFK. Hasta el gobernador Axel Kicillof se hizo eco de esa idea en su discurso en la asamblea legislativ­a provincial.

Pero al mismo tiempo, desde ese y otros espacios K se llama a un operativo clamor para intentar convencer a su líder de que revea lo que anunció y acepte ser candidata (a lo que sea). Peor aún: hoy sábado se convocó a un plenario dirigencia­l kirchneris­ta en Avellaneda para proclamar el ruego a Cristina bajo el histórico lema con Perón de “Luche y vuelve”. En qué quedamos, ¿la prohíben o ella no quiere?

Ayer viernes, durante su larga exposición en Viedma, CFK insistió en plantear esta falsa prohibició­n de participac­ión

El relato proscripto­r choca con el operativo clamor para que acepte ser candidata

Hubo cierto regocijo en la Casa Rosada al ver expuesta otra vez a CFK en sus causas judiciales

electoral. Al mismo tiempo, volvió a sonreir (como en un acto durante la semana en el Senado) ante sus adherentes mientras cantaban “Cristina presidenta”.

Quien se resistió a sumarse a esta desopilant­e teoría proscripto­ra fue el Presidente. Aunque aceptó en la última cumbre del PJ que se arme una comisión partidaria para ejecutar un plan de convencimi­ento a la vice (en el que nunca se avanzó), Alberto Fernández nunca abrazó esa figura antidemocr­ática.

En otros tiempos, esta distancia hubiera podido ser explicada por los conocimien­tos que Alberto F tiene como profesor universita­rio de Derecho. Con sus embates sobre la Justicia y sobre la Corte Suprema en especial, el argumento no va por ahí.

Más bien hay que encontrar la explicació­n en las disputas constantes con su vicepresid­enta, la que lo ungió como número uno de la fórmula hace cuatro años. Es más, no resulta casual que el Presidente varias veces repitió que durante su gestión no tuvo denuncias por corrupción. Ni tampoco que esta semana se hubiera filtrado un textual suyo en off the record a un periodista de su confianza, en el que expresaba su aspiración de terminar con veinte años de kirchneris­mo.

Acaso este nuevo capítulo de distanciam­iento total y final entre Alberto y Cristina explique cierto regocijo que había el jueves en la Casa Rosada, al repasar los portales de los diarios y las pantallas de la TV con la noticia de los fundamento­s judiciales por los que fue condenada CFK, en un proceso en el que su entonces jefe de Gabinete y actual presidente en ningún instante apareció salpicado. Apenas una curiosidad.

 ?? CEDOC PERFIL ?? AFICHES. El kirchneris­mo, movilizado en la dualidad de que su líder está prohibida o no quiere ser.
CEDOC PERFIL AFICHES. El kirchneris­mo, movilizado en la dualidad de que su líder está prohibida o no quiere ser.
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina