Un camino a la adultez signado por la muerte de la madre
Dirección: Martín Desalvo
Guión: Francisco Kosterlitz y Martín Desalvo
Intérpretes: Jazmín Esquivel, Bruno Vázquez y Mora Recalde
Origen: Argentina (2022)
Duración: 76’
Como en El silencio del cazador, el film de Martín Desalvo de 2021, los escenarios de Hija son agrestes y sus personajes esconden más de lo que dicen, aunque sus cuerpos expresen las huellas de hechos cometidos, que tanto pueden ser públicos como privados.
Si en El silencio… filmada en Misiones (igual que la actual), un guardaparque se ve obligado a enfrentarse a un cazador impune; en la actual película es una adolescente la que se cuestiona su destino ante la muerte reciente de su madre. Lo concreto es que no se sabe si fue un suicidio o un asesinato. La mujer se encontraba, según dicen, muy enferma.
Martin Desalvo (1973) tiene varios premios, filmes y programas de tevé: El día trajo la oscuridad, El padre de mis hijos y programas de alto rating: Amas de casa desesperadas, Mujeres asesinas. Su leitmotiv creativo apunta a indagar en las oscuridades del ser humano, en esas emociones y angustias que se arrastran quizás por años y no se expresan, pero que están latentes en los personajes para cuando se presenten las circunstancias saldar cuentas con su pasado, o con aquellos que los han perjudicado.
Hija, además de intentar ahondar en la relación padrehija, es también un film que roza aunque con pocos y acertados trazos, el paso de la adolescencia a la adultez de una muchacha delgada (Jazmín Esquivel), de intensa personalidad, que no teme ensuciarse las manos y trabajar junto a su padre, en el reparto de carbón. Juana arrastra bolsas, las sube y las baja de una camioneta luego de transitar por extensos caminos de tierra y con espesa vegetación. La visita a un espeso bosque de árboles muy juntos y algunos `altares`, con una virgen o alguna otra imagen religiosa, despiertan en ella una extraña inquietud. A partir de ese instante sospecha de que su padre esconde un secreto respecto de la muerte de su madre.
Lo que se dirime en medio de estos climas ominosos y de un sutil y pesado suspenso, que acerca la historia a esos films de terror con extrañas apariciones, es el interrogante de la muerte. La muerte es un tema que parece estar presente en esos seres de pequeños pueblos del interior, cuyas vidas están íntegramente dedicadas al trabajo, con pocos réditos y un futuro condenado a no poder evolucionar en su lugar de origen. Sus destinos parecen marcados y eso provoca desazón y a veces los inclina a beber más de la cuenta. Hay algunos instantes interesantes en los que Juana y Rubén, su padre intentan comunicarse a través de las miradas, en las que parece estar latente la angustia ante la ausencia de la mujer de la casa.
Desalvo juega con los claroscuros, emplea caminos o senderos de escasa iluminación, utiliza linternas, cuyas luces se acercan y se alejan, esto permite abrir el relato a múltiples enigmas. Sólo al final se vislumbra la posible superación del drama que tanto afecto a la hija y el padre. Las interpretaciones que se acomodan a esa variedad de tonos introvertidos, hacen que la historia se vuelva un tanto hermética, más aún cuando en algunos diálogos no se entiende lo que dicen los personajes.