LO UNIVERSAL AL SHOW
—¿Cómo logras trasladar un show que nos habla a los argentinos al mundo?
—Ni siquiera tiene que ver con los argentinos, tiene que ver con las necesidades humanas. Cuando vaya a Madrid, a Barcelona, a Los Angeles, la base “pinta tu aldea, y serás universal”. Por eso las películas argentinas que cuentan lo que pasó en nuestro país tienen éxito. Conocemos de lo que hablamos. Después hablamos de cosas universales, y no tengo que decodificar nada, ni cambiar una palabra. Por eso vamos a hacer una gira que va durar un año, y nunca me había animado una gira tan grande. El escenario me abarca dos horas de mi día, sobre 24 que tiene el día. En realidad, te diría que me dan miedo esas 22 horas restantes. Las dos horas del escenario me siento a salvo. Este show es una fiesta, pero yo me imagine algo: ¿viste cuándo caes en una fiesta y tenías una expectativa y es otra? Bueno, yo tenía unas expectativas sobre el mundo, y no se cumplieron. Esto es personal, no es una crítica. No me siento muy cómodo cuando veo lo que se transformó el mundo. No es algo que a mi me cope. Yo amor vivir, no sé cuánto voy a vivir, pero si me toca irme, no lo voy hacer con la angustia de antes. Esto esta lleno de gente individualista, violencia, mucho abdominal, mucha lengüita. Tengo derecho a no estar copado con esta fiesta. Esto no va a un lugar donde me copa mucho. El mundo tiktokea, y hay quilombos que implican alguien que capaz vuela un continente. ¿Cuán contento podés estar? Hemos sofisticado la forma de hacernos daño. Yo siento responsabilidad por eso, voy a vivir, pero no tengo ganas de sacar la lengüita y hacerme una foto.