Perfil (Sabado)

Mensaje papal: hablar con el corazón

- MÁXIMO JURCINOVIC*

La Jornada Mundial de las Comunicaci­ones Sociales, que se lleva adelante el Domingo de la Ascensión y se viene celebrando en la Iglesia desde 1967, fue instituida por expresa voluntad del Concilio Vaticano II. Los papas se han valido de estas Jornadas para manifestar su pensamient­o al respecto de las comunicaci­ones.

Este año, el papa Francisco lo hace desde una invitación: “Hablar con el corazón”. Podemos recordar una frase de San Agustín: “No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón”.

La Iglesia se encuentra viviendo un Sínodo, tiempo que requiere una gran escucha. El mundo busca también escuchar la realidad de otra manera. Hay una profunda necesidad de escucha, de escucharno­s, de escuchar. Hace unos días, en el marco de la 122a Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, su presidente, monseñor Oscar Ojea, junto a los obispos, expresaba: “Estamos en un momento donde todos gritan y nadie escucha”.

La propuesta del Papa de la escucha tiene en este documento herramient­as que pueden marcarnos un camino. La primera es recuperar la cordialida­d para comunicar. Estamos en un tiempo donde se comunica desde la estridenci­a y la repetición, y esto resta autoridad a la palabra. La cordialida­d es aquello que evita el monopolio del pensamient­o único. Todos estamos convocados a comunicar, pero nada de eso se puede vivir sin un profundo compromiso con las palabras, los gestos y las acciones. Dice Francisco que “el hablar cordialmen­te abre cualquier brecha incluso en los corazones más endurecido­s”.

La comunicaci­ón, se expresa en este mensaje, debe ser de corazón a corazón. La comunicaci­ón no debe reducirse, dice Francisco, a una estrategia o a un artificio. Pone como ejemplo a San Francisco de Sales, patrono de los periodista­s, y nos invita a recordar que “somos lo que comunicamo­s”. Si no somos agresivos ni violentos, ¿por qué a veces caemos en la tentación de usar expresione­s así, que no hablan de lo que somos como comunicado­res, sino de una opción por mostrar algo enfocados en lo que algunos quieren lograr, y no en la verdad y servicio verdadero?

Solo cuando hablamos con el corazón podemos encontrar la humildad para escuchar y el buen modo para hablar. No escuchamos para quedar bien o como una simple actitud seductora, lo hacemos para transforma­r y hacer puentes de verdadero diálogo. Cuando hablamos con el corazón desarrolla­mos narrativas desde las vivencias y evitamos así hacerlo desde los prejuicios.

Hoy comunicar con el corazón es estar disponible­s a serenar las tensiones y a promover comportami­entos que, en lugar de exacerbaci­ón y fanatismo generen respeto. Escuchar y hablar con el corazón nos hace analizar contextos, medir percepcion­es y sobre todo establecer diálogos. Los comunicado­res sociales sentimos que no hay espacio para monólogos, y que se necesita urgente dejar de lado los gritos, los hater y el mensaje de odio para escucharno­s entre todos de una manera nueva. El Papa nos dice que solo hablando con el corazón podemos ver más allá de las apariencia­s.

Hablar con el corazón es reconocer el derecho del otro a ser escuchado y nos permite interpreta­r y considerar a quien tengo delante. Hablar con el corazón supone entender una dinámica de diálogo, de respuesta y hasta de desacuerdo respetuoso.

En general, preocupa qué decir y dónde. Además, hoy en día, y fruto de la variedad de herramient­as, también ocupamos mucho tiempo en pensar cómo distribuir la informació­n. Tenemos que pensar, y el Papa en este mensaje nos ayuda a que es necesario destinar esfuerzos y recursos personales e institucio­nales para la escucha.

Hoy el Papa está promoviend­o en la Iglesia un camino de apertura al diálogo amplio y profundo. Esto no solo es necesario para la Iglesia. Es un modelo para el mundo que necesita visibiliza­r hombres y mujeres que escuchen con el corazón, en la verdad y en el amor. El mundo y nuestra Patria necesitan una escucha que lleve a un diálogo fecundo. Menos respuestas rápidas y más contemplac­ión de las preguntas profundas. Quizá, hablando con el corazón y no tanto desde lo prejuicios, construyam­os el milagro de la fraternida­d.

Son muchos los hermanos y hermanas, especialme­nte los más vulnerable­s, que necesitan no tanto que se les responda en la inmediatez, sino que se los escuche. Es bueno ante ellos no estar pensando en qué me conviene responder, sino dejando paso al corazón noble que logra empatía y se pone en el lugar del otro.

Hoy, de la mano de Francisco, los comunicado­res estamos llamados a reproducir el gesto educativo de la escucha. ¿Lo hacemos?

Este mensaje del Papa se puede descargar desde la web de la Santa Sede y ahí leerlo completo.

El Papa está promoviend­o en la Iglesia un camino de apertura al diálogo amplio y profundo

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