UN VÍNCULO DE FUEGO
En 2015, y por iniciativa de un sello (Sony Music), Paulinho Moska grabó un disco con Fito Páez titulado Locura total y producido por Liminha, un profesional con muchos pergaminos que trabajó con Caetano Veloso, Gilberto Gil, Arnaldo Antunes y Daniel Mercury, entre otros artistas consagrados. Los músicos no se conocían personalmente, pero se encontraron, almorzaron, se pusieron de acuerdo y diez días después Fito recibió al brasileño en su casa en Buenos Aires para empezar a trabajar. “Me acuerdo de que llegué, bajé del avión, fui rápido al hotel a dejar algunas cosas y me fui de inmediato a la casa de Fito con la guitarra y una mochila. Apenas me abrió, no me dijo ni ‘hola’, me recibió diciéndome directamente ‘entrá que ya tengo la primera música’ (risas). Se sentó al piano y tocó una tema instrumental que luego sería, con la letra que le puse yo, ‘Hermanos’, la apertura del disco”. Después se encontraron de nuevo en Bahía, en el norte de Brasil, para terminar todo el repertorio. “Trabajamos muy bien -asegura Paulinho-. Fito es un gran músico y un tipo muy generoso, pero también a veces algo difícil. Somos opuestos complementarios: él es como Dioniso, un fuego, un incendio, pero ese fuego te puede quemar, hay que tener cuidado; y yo soy muy tranquilo, soy el agua, la limpieza, alguien muy Jamaica style, digamos. A mí el disco me encanta, pero lamento que no hayamos podido hacer la gira que habíamos proyectado. La agenda de Fito es complicada. Estábamos ensayando con una banda formada especialmente para eso, incluso, pero todo se cortó por un pequeño detalle. Hoy no tengo relación con él, hace mucho que no hablamos. Ya le había pasado con Joaquín Sabina... Es un artista genial y un ser humano generoso, pero yo percibí que no le hacía falta”.