MATRIMONIO EN LA VIDA Y EN EL ARTE
Soledad Villamil y Federico Olivera no sólo armaron un sólido matrimonio ya de veinticinco años sino que en el 2004 estrenaron el espectáculo Matar el pensamiento, escrito y dirigido por él e interpretado por ella. Cuando se le pegunta por la falta de continuidad confirma: “Surgieron otros trabajos, pero durante la pandemia Federico retomó la escritura y haremos teatro juntos. En estos momentos decidí hacer primero esta comedia, mientras él sigue escribiendo para las series, pero pensamos en volver. Tiene mucho humor y es para mí una pluma espectacular que merece estar más plasmada. Como también es actor hay que administrarse. Creo que hay un antes y después de la pandemia. -Continúa- Cambiaron las prioridades, sentir que todo es provisorio e imprevisible. Me sacudió mucho esa sensación. Buscar conectarse con lo que uno quiere hacer y te importa. A niel de los vínculos también se pusieron en juego”.
Tiene dos hijas, Violeta y Clara, ambas orientadas hacia el mundo artístico, por eso Villamil reflexiona: “Hoy la inestabilidad del capitalismo tardío en crisis hace que no haya un trabajo que te garantice estabilidad. Es por eso que siempre subrayo que hay que vivir de la vocación. Ellas empiezan a vivir en un mundo que está en un cambio permanente. Hoy está todo muy precarizado. ”
Asegura que no tiene Tok Tok, se maneja con su Instagram y afirma: “Recuerdo cuando hice unitarios, hoy el público está muy atomizado, vive en tribus. Me siento con un poco de inseguridad, pero por otro lado se dan conexiones muy directas con el público. Es un desafío, ya que todo mutua constantemente, creo que es el signo del presente”.