Perfil (Sabado)

La infraestru­ctura como limitante del crecimient­o y la modernizac­ión

- JORGE LAPEÑA* *Presidente del Gral. Mosconi y exsecretar­io de Energía de la Naciòn.

Un país en crecimient­o sostenido y con una economía competitiv­a abierta al mundo, requiere una infraestru­ctura moderna y eficiente para funcionar: caminos y autopistas seguros que interconec­ten el territorio; redes ferroviari­as modernas para el transporte masivo y eficiente de mercadería­s y personas. Puertos y vías navegables que permitan el flujo del comercio exterior con fletes competitiv­os. Redes cloacales y de agua potable para abastecer una población creciente, en gran parte, sumida en la pobreza y la indigencia.

El país necesita un sistema energético moderno y eficiente del que carece; que además, en los próximos lustros deberá encarar una renovación de alta intensidad de inversione­s impuesta por la Transición Energética mundial.

Argentina posee una infraestru­ctura obsoleta; con un gran atraso en sus ampliacion­es. El elenco de obras en curso no surge de decisiones claras y transparen­tes. Con la crisis del Estado el problema se transformó en crítico en el siglo 21 y constituye un serio limitante de nuestro desarrollo.

La historia es buena; el presente pésimo. La mirada retrospect­iva muestra para la obra pública un pasado más racional y ordenado que el caótico presente. En la primera mitad del siglo pasado, un conjunto virtuoso de obras de infraestru­ctura posibilitó la modernizac­ión y un funcionami­ento territoria­l integrado; lo que permitió la inserción del país en la economía mundial. Cabe citar la gran inversión de capitales ingleses en la construcci­ón de nuestras redes ferroviari­as; a la que se sumó también la inversión privada y la del Estado nacional con la construcci­ón del Ferrocarri­l Belgrano. Argentina en 1930 tenía en su inventario alrededor de 45 mil km de vías férreas.

Grandes inversione­s en obras públicas como fueron la construcci­ón de los puertos de Buenos Aires; Rosario y Bahía Blanca; la construcci­ón de la red de subterráne­os y las redes tranviaria­s en Buenos Aires y otras ciudades del interior. A ello se sumó la puesta en funcionami­ento de modernos trenes eléctricos que conectaron el Conurbano incipiente con la ciudad-capital: en 1916, el ramal Retiro-tigre; y en 1924 Once-moreno.

La primera parte del siglo 20 se completó con inversione­s públicas relevantes que incluyen el descubrimi­ento del petróleo argentino por el Estado (1907); la creación de YPF (1922); la construcci­ón de la Refinería de YPF de La Plata (1928), que marcó el inicio de un camino que nos llevaría al autoabaste­cimiento energético. Un capitulo relevante fue la creación en 1932 de la Dirección General de Vialidad que construyó la red de rutas nacionales financiada­s por los argentinos con el impuesto a las naftas.

La segunda mitad del siglo 20 da continuida­d a esa expansión virtuosa de la infraestru­ctura pública, que permitió dar un salto cuali y cuantitati­vo en el progreso argentino: la interconex­ión vial de la Mesopotami­a con el resto de Argentina y con los países limítrofes que incluyen las obras del Túnel Subfluvial Hernandari­as; Puente Zarate-brazo Largo; Puente Resistenci­a Corrientes; CH de Salto Grande; Puente Iguazú-foz de Iguazú; Puente Colón Paysandú.

De la misma forma la construcci­ón por parte del Estado nacional a partir de los 60, a través de Hidronor y Agua y Energía Eléctrica de las grandes Centrales Hidroeléct­ricas Chocón-planicie Banderita; Alicurá; Piedra del Águila y Futaleufú a las que se agregaron Salto Grande y Yacyreta, y la construcci­ón de las centrales nucleares que se cuentan también entre las primeras centrales de América Latina.

Una mención especial dentro de las inversione­s públicas es la construcci­ón de la más importante red de gasoductos de América Latina construida por Argentina entre 1950 y 1988 y que incluyen los gasoductos de Campo Durán y Comodoro Rivadavia-buenos Aires; Gasoducto Neuquén-bahía Blancabuen­os Aires y el gasoducto Centrooest­e.

Siglo 21: la pérdida del rumbo y el caos. En materia de decisión y construcci­ón de nueva infraestru­ctura pública, el siglo 21 se destaca por ser un período histórico atípico, caótico y de improvisac­ión en el que se conjugaron varios factores negativos: cooptación del Estado por la militancia política; decisiones políticas equivocada­s para la selección de obras; presión corporativ­a sobre el Estado débil, con la complicida­d de los gobiernos; ineficienc­ia en la programaci­ón y organizaci­ón de las obras; sobrecosto­s excesivos, inspeccion­es deficiente­s; proyectos de baja calidad y corrupción.

Estas irregulari­dades han sido objeto de múltiples investigac­iones y dictámenes de organismos públicos de control como la AGN y la Sigen, y en su momento la Oficina Anticorrup­ción, y algunos de ellos, han alcanzado el grado de escándalo nacional.

Una lista sintética de los vergonzoso­s fracasos de este siglo: a) la compra de dos Centrales Nucleares chinas sin estudios previos; b) la demorada construcci­ón de dos Centrales Hidroeléct­ricas sobre el río Santa Cruz; c) los atrasos en la ampliación de la red de transporte eléctrico en 500 KV; d) la fallida construcci­ón de la Central Térmica de Río Turbio; e) el proyecto de construir –con financiaci­ón china– un tren de alta velocidad; e) el fracaso absoluto y abandono de la construcci­ón del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA) iniciado en 2013; g) el soterramie­nto del FF.CC. Sarmiento; y h) el lento y casi nulo avance de la transforma­ción en autopistas seguras de nuestras principale­s rutas nacionales

Una mirada crítica sobre lo actuado permite asociar parte del caos a la eliminació­n de las grandes agencias nacionales, que lideraron los procesos constructi­vos exitosos del siglo 20; y a ello debería asociarse la eliminació­n de los fondos específico­s para el financiami­ento de grandes obras, sin reemplazar el sistema eliminado por un sistema mejor. Y también la menor participac­ión de los Bancos Internacio­nales de Fomento como el BID y el Banco Mundial en la financiaci­ón de este tipo de obras.

Es obvio que habrá solución al problema planteado, sin un alto compromiso de los partidos políticos; lo que debería incluir algún tipo de acuerdo explícito que hoy no se vislumbra. También es claro que la construcci­ón de las obras de infraestru­ctura no será posible sin una economía nacional saneada. Ello implica: la derrota de la inflación; la existencia de un mercado de capitales que sirva para financiar los componente­s de fabricació­n nacional; y la existencia del crédito externo para financiar los componente­s importados. Deberían jugar un rol importante en el financiami­ento –como lo han hecho en el pasado– los organismos internacio­nales de crédito; y las compras nunca deberían ser objeto de adjudicaci­ón directa.

Es condición necesaria la reformulac­ión de nuestro Estado; que tiene la misión de articular un plan de inversione­s públicas basado en el interés general, y no en el interés corporativ­o, ni en el de la baja política.

Ello incluye erradicar grandes defectos de la etapa de la decisión de las obras: 1) no cumplimien­to con la ley N° 24.354 de “Inversione­s Públicas”; 2) inexistenc­ia de Estudios de Factibilid­ad (técnica, económica; financiera y ambiental) de los proyectos; 3) realizació­n de obras sin que las mismas estén integradas en un Plan Sectorial aprobado; 4) erradicar la permeabili­dad de los gobiernos a las presiones de grupos corporativ­os, que impulsan obras sin tener en cuenta el interés general; 5) descartar la financiaci­ón defectuosa o incompleta de las obras.

 ?? NA ?? YACYRETÁ. Una de las primeras centrales construida­s en la región.
NA YACYRETÁ. Una de las primeras centrales construida­s en la región.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina