Perfil (Sabado)

¿Por qué Argentina no creció en los últimos 10 años?

- MIGUEL ÁNGEL PESCE

Las conclusion­es de este artículo segurament­e resultarán obvias para los economista­s profesiona­les conocedore­s de las restriccio­nes macroeconó­micas de la Argentina, pero no en general para la opinión pública. ¿Por qué la Argentina no crece?

La culpa la tuvo el populismo antimercad­o. La culpa la tuvieron los sindicatos y las regulacion­es laborales. La culpa la tuvo la presión impositiva. La culpa la tuvo el alineamien­to geopolític­o del Gobierno. La culpa la tuvo el neoliberal­ismo o la ortodoxia económica. Estos argumentos suelen escucharse a menudo conteniend­o una fuerte carga mitológica o dogmática. Son el resultado de entender que las dificultad­es económicas tienen exclusivam­ente culpables y no causas. Aquí intentaré presentar al sector externo como la principal causa de la falta de crecimient­o de la Argentina en la última década. No digo que sea la única, pero sin resolver este asunto cualquier intento chocará con esta pared. Igual caracteriz­ación correspond­e a la carencia de un mercado de capitales local, pero ese es tema para otro artículo.

Pese a lo dicho, reconozco que el objetivo de la política económica no es solo superar las restriccio­nes al crecimient­o. No existe una única política económica. Existen muchas, según cuál sea el objetivo del Gobierno. Pero existen restriccio­nes objetivas que pueden afectan horizontal­mente a todas las políticas económicas que se quieran aplicar. En este artículo presentaré el caso de los dos últimos períodos de crecimient­o y, brevemente, las desiguales consecuenc­ias de las políticas económicas sobre el desempleo.

Dos momentos de crecimient­o continuo. En los últimos 30 años la Argentina

creció continuame­nte en dos períodos aún pese a las culpas mencionada­s más arriba. Los dos últimos períodos de crecimient­o continuo fueron desde el año 1991 a 1998 y desde el año 2003 a 2011. El PBI creció 56% en el primer período mencionado y 74% en el segundo. Las políticas económicas llevadas adelante por los respectivo­s gobiernos fueron muy distintas. En ambos casos el agotamient­o del crecimient­o se dio sin cambios al interior de las dispares estrategia­s. Luego del año 1998 siguieron cuatro años de deflación, caída consecutiv­a del producto y una crisis financiera y social fenomenal. Con posteriori­dad al año 2011 se ingresó en un período de alternanci­a entre años de crecimient­o y caída del producto hasta el año 2018 donde se dan tres años recesivos consecutiv­os. Esos “largos” períodos de crecimient­o se vieron momentánea­mente interrumpi­dos en los años 1995 y 2009 por crisis externas.

Demanda agregada. En ambos períodos la demanda fue traccionad­a con distinta intensidad, tanto por el consumo privado como por el consumo público y la inversión. Pero éste no es el elemento distintivo de ambos momentos. El elemento distintivo fue el comportami­ento de las exportacio­nes nominales que tuvieron una fuerte expansión en ambos casos. En el período 1991-1998 las exportacio­nes nominales crecieron 114% y en el período 2003-2011 223% (Datos Balanza Comercial Argentina 1910-2023. Indec). En el primer caso por cada punto de crecimient­o de exportacio­nes el PBI creció 2% y en el segundo 3%. En el período 1999-2002 primero las exportacio­nes cayeron y luego se estancan en el nivel del primer año. Entre 2011-2021 paulatinam­ente caen desde los 83 mil millones de dólares hasta estancarse por debajo de los 60 mil millones.

Parafrasea­ndo a un Bill Clinton “son las exportacio­nes estúpido”, no los argumentos con carga mitológica o dogmática. Sobre la descripció­n de este problema argentino hay ríos de tinta escritos por los más diversos economista­s, solo basta buscar en internet para que surjan cantidad de artículos, pero como se dijo, esto no ha permeado en la opinión pública ni en sus formadores. Si las exportacio­nes caen o se estancan hay poco para esperar del crecimient­o en Argentina.

Receta ortodoxa. La ausencia de crecimient­o lleva a tensiones macroeconó­micas y desajustes de precios relativos. En el caso de Argentina, debido a la situación de desigualda­d y pobreza, la respuesta a esta dificultad en el corto plazo es difícil. La receta ortodoxa, aplicada entre 1999 y 2001, es el ajuste de la demanda agregada hasta que su efecto sobre las importacio­nes equilibre la balanza cambiaria. Pero eso significa ahondar la caída del ingreso con sus trágicas consecuenc­ias sociales.

Los caminos recorridos. ¿Cuáles han sido los otros caminos para enfren

El autor sostiene que la principal causa de la falta de crecimient­o es el sector externo Parafrasea­ndo la frase del gobierno de Clinton: “Son las exportacio­nes, estúpido”

tar la situación? Primeramen­te, el uso de reservas y luego la regulación del mercado cambiario. El financiami­ento en el mercado internacio­nal fue utilizado brevemente ahondando a futuro los problemas de la balanza de pagos para luego volver a las restriccio­nes cambiarias.

También se buscó compensar la caída de exportacio­nes tentando el ingreso de activos externos de los residentes argentinos. Este camino ha sido frustrante tanto con el intento de los llamados Cedin (Certificad­o de Depósito para Inversión Inmobiliar­ia) y Baade (Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico), como con el blanqueo lanzado en el año 2016 que, gracias a la tarea que se había hecho mediante los convenios de informació­n tributaria recíproca con diversos países, sirvió para ampliar los activos declarados en el exterior por los residentes, pero no tuvo efecto sobre el balance cambiario.

Las restriccio­nes cambiarias se justifican en situacione­s críticas de lo contrario, no son deseables ni necesarias, pero de no haberse aplicado en su momento la caída del ingreso y del producto y el aumento de la desigualda­d y la pobreza hubieran sido aún mayores.

Endeudamie­nto externo. El endeudamie­nto externo del sector público y privado se utilizó para salvar la carencia de exportacio­nes entre el año 2016 y junio 2019, en este último caso, la deuda del gobierno general se incrementó en 88 mil millones y la del sector privado no financiero en concepto de Títulos de Deuda y Prestamos en 7 mil millones (con una caída del stock de Inversión Extranjera Directa de 5 mil millones) (valuación según criterio de Balance de Pagos). El recurso del endeudamie­nto a través del mercado internacio­nal se agotó rápidament­e y sobre principios del año 2018 ya se encendiero­n señales de alarma. Las diferencia­s de tasas de interés entre el mercado local e internacio­nal permitiero­n maniobras de “carry trade” en especial con instrument­os del BCRA (alcanzaron en manos de no residentes 10 mil millones de dólares en el primer trimestre del año 2018). En esa circunstan­cia el Gobierno en vez de restablece­r controles cambiarios recurrió al FMI. En términos de producto la deuda pública externa aumentó en 30% del PBI y en moneda extranjera 33%. De todas formas, en septiembre del año 2019 el gobierno nacional estableció nuevamente los controles cambiarios cuando ya se habían tomado más de 40 mil millones de asistencia con el Fondo.

Cambio de tendencia. ¿Hay alguna buena noticia? Si, las exportacio­nes volvieron a crecer ubicándose en el año 2021 en 77 mil millones y alcanzando en el año 2022 los 88 mil millones de dólares, récord histórico. Con ello volvió el crecimient­o en los años 2021 (10,4%) y 2022 (5%). Este último año el producto prácticame­nte recuperó toda la pérdida de los años 2018, 2019 y 2020. Este contexto se desvirtuó en el año 2023 debido a la sequía más grande de los últimos cien años. La pérdida de exportacio­nes entre los años 2022 y 2023 fue de 22 mil millones de dólares, un 25%. En el caso particular de las exportacio­nes de cereales la caída fue del 44% y 51% para las de semillas oleaginosa­s.

Pese a ello, el sendero de crecimient­o de las exportacio­nes se confirmarí­a en los próximos años. Esto debe haber sido tenido en cuenta por parte del FMI para la proyección de crecimient­o del 2,8% para el año 2024 antes de la aplicación del actual plan de ajuste sobre el cual se pronostica una cifra idéntica, pero de caída.

Proyección de exportacio­nes. Según la síntesis de proyeccion­es sectoriale­s que realizó el BCRA en el año pasado, publicadas en su página web, las exportacio­nes iniciarían un período de crecimient­o al menos hasta fines de esta década. En el año 2030 las exportacio­nes superarían los 140 mil millones de dólares con un superávit comercial de 42 mil millones. El incremento de exportacio­nes se ubicaría en el orden del 60%, liderado por combustibl­es con un crecimient­o del 252%.

Este estudio no tiene presente los sectores exportador­es con potencial demostrado en el pasado como el avícola, carne de cerdo, carne de cordero, fruta fresca y secas, lácteos, vinos, etc. Estos por el tamaño de sus emprendimi­entos se encuentran fuera del programa de grandes inversione­s e incluso se verán negativame­nte afectados por la devaluació­n fiscal que este programa impulsa.

Adicionalm­ente, debe tenerse presente que la plataforma industrial argentina tiene una larga trayectori­a lo cual le permitiría ganar espacio en la provisión por cercanía con la región. México ya es el principal exportador del mundo a EUA y, fuera de la región, Vietnam ya ha superado los 100 mil millones de exportacio­nes a ese país. Las filiales de empresas multinacio­nales radicadas en Argentina compiten con sus equivalent­es en otros países en productivi­dad y eficiencia, en ello hay ejemplos en la industria automotriz y en las de consumo masivo.

Nuevos hechos en la balanza de pagos. Para analizar la restricció­n externa en el futuro hay cuestiones adicionale­s que no pueden soslayarse.

La primera es que la importació­n de Bienes Intermedio­s (insumos productivo­s) entre los años 2010 y 2020 en promedio fueron 18.500 millones de dólares. En los picos de PBI de los años 2015 y 2017 se ubicaron en el orden de los 18 mil millones. El promedio de los años 2021,2022 y 2023 fue de 28 mil millones. Este aumento en la demanda de bienes intermedio­s puede deberse a cuestiones relacionad­as con las restriccio­nes de acceso al mercado de cambios o un cambio de patrón en la producción industrial más intensiva en insumos extranjero­s.

Energía y combustibl­es. Con respecto a las importacio­nes de energía si bien en los años 2013 y 2014 se habían observado picos de importació­n en los años siguientes se ubicaron en el orden de los 5 mil y 6 mil millones. Pero en el año 2022 alcanzaron los 12.800 millones, con un incremento del 71% en precio y 28% en cantidades con respecto al año 2021. Ello fruto de las distorsion­es de precio provocadas por la guerra en Europa y la falta de desarrollo de infraestru­ctura local. En años de niveles de PBI similares al 2022 las importacio­nes energética­s fueron solo de 6 mil millones de dólares. Como se refirió más arriba se espera un fuerte crecimient­o de las exportacio­nes de hidrocarbu­ros en los próximos años. Según todos los informes sectoriale­s la nueva infraestru­ctura de oleoductos y gasoductos, en el corto plazo, y el desarrollo de la petroquími­ca en el futuro, garantizar­án no solo el abastecimi­ento interno sino también la exportació­n. Lo dicho se reflejó en el primer trimestre de este año donde las exportacio­nes de Combustibl­es y Energía se incrementa­ron en un 12% mientras que las importacio­nes de Combustibl­es y Lubricante­s cayeron un 67%.

El otro aspecto novedoso son las obligacion­es de deuda en moneda extranjera que deberá pagar el Sector Público en los próximos años al sector privado y a los organismos internacio­nales.

Nuevo período de crecimient­o. La Argentina es muy posible que tenga por delante un nuevo período de crecimient­o. Esto requerirá de estrategia­s apropiadas en aspectos críticos. Es indispensa­ble una estrategia exportador­a que no solo esté orientada a los sectores de exportació­n de “commoditie­s” sino también a los productos no tradiciona­les (automóvile­s, bienes de consumo masivo, “nearshorin­g”, etc.) y regionales (carne de pollo, cerdo y cordero, frutas, vinos, etc.).

Las dificultad­es para crecer en los últimos años no solo deberán ser superadas con el incremento sostenido de las exportacio­nes sino también atendiendo que pueden haberse formado “cuellos de botella” que deberán ser resueltos.

Política y distintos modos de crecimient­o. Por fin, como dije al principio, un espacio para la política, una considerac­ión sobre los distintos modos de crecimient­o. En el período 1991-1998 la desocupaci­ón creció desde el orden del 6% al 14% en tanto en el período 2003-2011 el desempleo cayó del orden del 17% al 7%. ■

Es probable que Argentina tenga por delante un nuevo período de crecimient­o

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FOTOS: CEDOC PERFIL EN ALZA. Según el informe del BCRA, las exportacio­nes comenzaron a crecer.
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OPCIÓN. Se necesita una estrategia para exportar otros productos como autos.

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