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HICE 2204 FUNCIONES “ DE TOC TOC”

Conocido por haber sido el novio en el último capítulo de la película Relatos Salvajes, paralelame­nte desarrolló una importante carrera. Sin ir más lejos, trabajó seis años en la comedia más vista del teatro argentino: “Estuve desde el principio y tengo c

- Nicolás Peralta Fotos: Pablo González

Camina por la calle y la gente que se lo cruza le regala una sonrisa, lo saluda y algunos hasta se atreven a pedirle una selfie. Desde que fue protagonis­ta de Relatos salvajes en 2014, Diego Gentile (42) alcanzó una popularida­d inesperada para él. Y aunque tiene una prolífica carrera artística en televisión, teatro y cine, haber actuado en el exitoso filme de Damián Szifrón lo colocó en un lugar de privilegio. Allí le da vida a un hombre que está festejando su casamiento en un lujoso hotel de Buenos Aires y en el medio de la fiesta su mujer se entera que él la engaña con una compañera de trabajo, también presente en la boda. Eso desata la furia de un relato salvaje magistralm­ente contado. “Me sorprende que pase el tiempo y me sigan reconocien­do por ese trabajo. Estoy muy agradecido”, comenta Diego, quien hoy está en todas las salas del país con la película Unidad XV, basada en la histórica fuga de la Unidad 15 de Río Gallegos en 1957. “Se filmó en la cárcel de Caseros y simula ser la del sur, donde se produjo la fuga. En la peli soy Guillermo Patricio Kelly, uno de los cuatro líderes peronistas que planean y concretan la fuga. La historia tiene mucha vigencia porque no habla del peronismo, sino de algo bien actual: en un momento te tenés que mirar con el de al lado y hacer algo por el bien común, en conjunto. Salimos juntos o nos hundimos solos”, cuenta el actor.

-¿Extrañás la tele?

-Lo último que hice fue Loco por vos, en 2016, y ahora estoy grabando Campanas en la noche, la nueva novela de Telefe, así que pronto vuelvo al aire. Allí compongo a Pablo Ballestero­s, ex marido de Clarita Alonso y papá de Franco Masini. Es un abogado que entra a sacar la mierda del mundo de los corruptos en este thriller erótico que estamos armando. -Terminaste con Toc Toc.

-Sí: me fui el año pasado después de 2204 funciones. Las tengo contadas: ¡ese es mi toc! Estuve en la obra desde el principio y fueron seis años y medio. Fue inesperado lo que sucedió: durante los ensayos todos pensábamos que iba a ser una obra berreta y que iba a durar dos meses como mucho. Pasó todo lo contrario y Carlos Rottemberg nos dijo que es la comedia más vista de la historia del teatro argentino.

-¿A qué atribuís semejante furor? -Lo que pasó fue absolutame­nte mágico y angelado. En la primera función para amigos, vinieron 200 personas y la obra duró 15 minutos más por las risas. Ahí se armó, bajó el ángel y fue todo hermoso. Se agotaron las entradas desde el comienzo.

-¿Te redituó en lo económico? -Mucho: gracias a Toc Toc me compré mi casa y pude viajar por el mundo. Conocí Nueva York, que era mi sueño, y todos los años pude volver a ir de paseo. Me dio más seguridad en lo económico y me permitió decirle que no a trabajos que no me importaban. La capacidad de poder elegir también te da mucha libertad. -¿Quién es tu representa­nte?

-Yo mismo. Hace casi siete años que

me manejo solo, arreglo mis contratos, el cartel y es un ejercicio que fui aprendiend­o. Siempre estuve rodeado por buena gente y cuando ya tenés un caminito hecho, los trabajos te llegan a vos, no a los representa­ntes. Con las redes sociales ni te cuento: muchos guiones de películas que hice me llegaron por ahí. -En medio del furor de Toc Toc, te cayó Relatos salvajes.

-Exacto. La filmé durante en el tercer año de Toc Toc, en el cuarto salió y ese año, 2014, estaba en Señores papis, por Telefe, así que fue un año de mucha explosión. La película me marcó y me dio mucha popularida­d. Con más de 4 millones de espectador­es, es la peli más vista del cine argentino de todos los tiempos. -¿A partir de ahí te empezaron a reconocer?

-Todos los días. Incluso al día de hoy me siguen hablando de Relatos salvajes en la calle. Mi cuento es el último, cierra la peli, es el más largo y generó empatía con la gente. Es el único relato que se diferencia del resto porque los personajes arrancan de una manera, después se va al carajo todo y finalmente terminan juntos, como al principio. Se cierra el círculo. Fue un placer laburar con Erica Rivas, a quien conocía de los 18 años. -¿Son amigos?

-Nos queremos mucho y siempre tuvimos como amigo en común a Diego Topa, que es íntimo de Erica y padrino de su hija Miranda. Nos conocemos de cenar juntos, siempre nos fuimos a ver al teatro y fue hermoso coincidir en Relatos. Es el trabajo más fuerte que hice en popularida­d aunque debo reconocer que en algún momento por la calle me gritaban: “No pises las rayas”, en alusión a mi personaje en Toc toc.

-¿En qué barrio te criaste?

-En Floresta. Nací y viví ahí hasta los 23 años, que fue cuando me fui de la casa de mi vieja. Mis papás, Cristina y Norberto, estaban separados y me crié con mi madre y mi hermana, Nadia (37). Ella vive en Ecuador con su marido y su hija, Alma (7). Mamá siempre fue ama de casa y luego niñera. De hecho, hoy sigue siendo baby sitter: crió a los hijos de Ana Katz y Daniel Hendler y hoy cuida a los de María Figueras y Daniel Veronese. Mi viejo fue jefe de mantenimie­nto de laboratori­os y hoy está jubilado.

-¿Y vos por qué sos actor?

-No lo sé. Lo definí a los 8 años; ahí sentí la vocación pero no te podría decirme cómo y de dónde vino porque en mi familia nadie estaba relacionad­o con lo ar- tístico. Miraba mucha tele, sobre todo las novelas del viejo Canal 9. Le pedí a mi vieja estudiar teatro y recién a los 12, que pude ir solo en colectivo, arranqué en un centro cultural en Flores. Eramos compañerit­os con José María Muscari. A los 13, me metí en las clases de Agustín Alezzo, hice los 5 años de formación y cuando terminé me surgió mi primer trabajo, que fue en la película Las cosas del querer 2. -¿En qué gastaste tu primer sueldo? -Me compré una videocaset­era. Soy fanático del cine, los fines de semana trabajaba en un videoclub y en mi cuarto no se veía ni un pedacito de pared porque tenía los afiches de las películas pegados. En mi casa actual tengo un cuarto dedicado al cine, soy un fetichista de los DVD y sigo comprando los originales. No puedo tener nada trucho, no me gustan las copias. Colgué una pantalla, puse proyector y me armé mi microcine. -¿Con quién vivís?

-Con mi pareja y una perra, que se llama Chipá. Es adoptada de la calle y tiene 10 meses. En pareja estoy hace dos años y medio y no tiene nada que ver con el medio, por eso prefiero mantener la relación en bajo perfil. Somos muy compañeros, crecemos juntos, nos apoyamos. Estoy muy bien.

-¿Te gustaría casarte?

-No es un plan. El compromiso diario vale más que cualquier papel firmado. Me entusiasma más la idea de hacer una fiesta para bailar con los amigos. ¿Y ser papá? Eso depende, va mutando mi deseo. Hay días en los que me gustaría tener un hijo y otros en los que no. De a ratos me agarran ataques de paternidad, así que no sabría qué decirte.

-¿Tuviste algún laburo paralelo a la actuación?

-Un año fui mozo en un bar de Palermo, mientras ensayaba y preparaba una peli. Pero la pasaba muy mal: era solo para sobrevivir y dejé porque empecé a tener continuida­d como actor y no necesité más ser mozo. Y trabajé en el videoclub de Floresta que te conté, pero eso sí que me gustaba porque me miraba todas las películas e incorporab­a data.

-¿En qué momento de tu vida estás? -En uno de mucha estabilida­d, por suerte. En las últimas sesiones de terapia estamos tratando el tema y desde que decidí bajarme de Toc Toc, que pensé iba a ser trágico, sentí misteriosa­mente mucha alegría. La obra sigue, le va increíble y mi papel lo hace Juan Grandinett­i. Me bajé porque sentí que ya estaba y me fui súper bien.

“TENGO UNA PERRA QUE SE LLAMA CHIPÁ” Tranquilo Diego cuenta que está en pareja, pero que no lo apura la necesidad de casarse o tener hijos.

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