YO TAMBIEN
Josefina Pouso
“Hace 10 años en el medio todo el mundo sabía cómo era Roberto Pettinato, pero la loca era yo. Como era Piernas nada más. La panelista que se abría de piernas como una trola. La oportunista era la nuevita, la que hacía tres meses no era nadie. Todo comenzó cuando yo le dije fácticamente que ‘no’ y lo hice no sólo de forma verbal sino también física. A partir de ahí se terminó todo y comenzaron los problemas. No tengo pruebas de nada pero teníamos el camarín compartido con Amalia (Granata) y un día él decide que yo tengo que estar en un camarín sola hasta que se metió y ahí le pegué una trompada en el estómago y le dije ‘la próxima vez te rompo la cara y explicale a tu mujer por qué’”.
Reina Reech
“Siento la necesidad de hablar, de decirlo, porque marcó mi vida, porque tuve años de terapia para superarlo, porque pasaron 47 años y me sigue estrujando el corazón. Mi padrastro a los 13 años quiso abusar de mí. uf! cuesta escribirlo, me inunda una profunda angustia. Entiendo a cada mujer que calla. Es muy duro. No sé si esta es la forma de liberar el dolor, el miedo que sentí en ese momento, pero basta de callar, basta de pensar compasivamente en mi agresor y no decir su nombre por aquellos que se pueden sentir dañados. Buby Labecchia me hizo pasar el momento más traumático de mi vida. Me sentí sola. Con un vacío inmenso que aún hoy me cuesta llenar. Basta mujeres alcemos nuestra voz, que sean ellos los que teman”.
María del Cerro
“Sufrí abuso sexual cuando tenía 11 años. Sí fue abuso, sí fue manoseo. Fue por dos encargados de dos edificios donde yo viví. En ese momento, uno es chiquito y no sabe lo que está haciendo. Ese encargado tenía un hijito chiquito, a mí me encantaban los niños y jugar con ellos. Me acuerdo que conocía a la mujer de ese hombre y siempre estaba cuando yo iba a jugar con su hijo. Fue en esa circunstancia que un par de veces me llevó al sótano, que estaba oscuro. Con la excusa de ir con el chiquito a ir a buscar no sé qué y me apoyó y me manoseó. Luego de 22 años de no poder contarlo me salió animarme a decirlo. Estos días fueron muy duros, todo lo que había tapado mucho tiempo se me vino encima. Los casos cercanos y todo lo que está pasando me removieron todo. Creí y creo, que era y es el momento, no callarlo más, poder contar y soltar”.
“Cuando tenía 16 años, un director me llevó a su productora. En su oficina, agarra la tapita de una lapicera y aspira lo que había sacado de una bolsita, me dice es ‘alita de mosca, no te hace nada, saca lo mejor de vos, te da creatividad para componer, ¿querés?’. Mi respuesta fue que no. Después de eso y durante dos horas intentó convencerme varias veces, mientras veía que mi madre me llamaba por teléfono para preguntarme a qué hora llegaba. Durante ese tiempo, me dijo que se había acostado con las actrices de todas sus películas. Que me quería sacar una foto en tetas porque en la película, tal vez iba a querer que las muestre y quería ver el tamaño y la forma. Cuando me quise tomar un taxi, no me dejó y me llevó a mi casa manejando como un desquiciado. Era una nena. Después de ese episodio, siguió: me llamaba a las dos de la mañana invitándome a Club 69, me a los gritos y llegó a decirme que él estaba haciéndome un favor dándome ese papel y que encima me tenía que pagar”. “Hice terapia por años, pero no olvido: tenía 19 años. Buenos Aires. Mi vida era la facultad, el baile y me preparaba para ser azafata. Parece que fue hace mucho y volvió con lo que leí en estos días. Tarde/noche, bajando del subte me tocaron el culo, normal. Tiré un par de puteadas y todos miraron para otro lado. Intuyo que fue el mismo el que me siguió. O quizás no y yo no me di cuenta. En la puerta de mi departamento, un hombre desconocido, de 35 años, me dijo que era del 5to y me empujó para adentro muy rápido. Trabó la puerta con algo y me metió al pasillo. Me ahorcaba y trataba de violarme. El único segundo que me sacó las manos del cuello y del cuerpo, pidiéndome que me desvista, le pedí llorando que pare y traté de defenderme, le dije que no. Me pegó, me tiró al piso y me empezó a llenar de patadas mientras Se desabrochaba el pantalón. Recién en ese momento se escuchó el ascensor y salió corriendo”. “Tenía siete años y había acompañado a mi mamá a la filmación de una película. Yo iba a hacer de extra. En un descanso, un fotógrafo me ofreció a dar un paseo por un parque lindero al estudio. Y yo, con la inocencia de la nena que era, acepté. Fue mi peor error. Era una nena, entonces me agarró y me puso la mano en sus genitales. Yo hacía tanta fuerza, grité tanto. Ahí me soltó y me fui”. “A los cinco años, un hombre adulto me manoseó, durante mucho tiempo. Fue algo que oculté durante toda mi vida y que lo dije recién de adulta porque salió a los 10 años de mi terapia. Lo tenía totalmente bloqueado. Era un albañil. Yo tenía 4 o 5 años. Me acuerdo de mi pollerita a cuadritos, me acuerdo que me bajaba la bombacha... Me acuerdo todo el proceso y en un momento no me acuerdo más. Y no sé hasta dónde llegó eso. No sé qué pasó. Hay algo que bloqueó mi cerebro. Es como que hay una parte que yo borré. Hay una parte que no recuerdo”. . “Nunca más! Ya no tengo miedo, no te tengo miedo ni a vos ni a tu entorno q me amenazaba, ahora teneme miedo vos que te sentiste tan hombre cagándome a palos durante 4 años porque te sentiste macho y protegido por personas tan mierda como vos, por gente con “poder” viví en la oscuridad x vos muchos años, sintiéndome una cosa, culpable, miserable, poca mujer. Nunca más. “Yo soy una mujer grande, tengo 45 años y dos hijas. Y hay hechos que no me animo a contar al día de hoy. Hechos que me pasaron en esta mesa. Acá ha venido un invitado de Animales Sueltos que me acosó sistemáticamente. Nunca lo había comentado y cuando lo vi le conté a Tato Young (ex compañero del ciclo) lo que pasó, le mostré los mensajes que tenía de esta persona y no me dejó un segundo sola. Nos fuimos, esta persona me siguió y me ofreció a llevarme. Tato dijo que ya tenía el taxi pedido, me subí y me fui a mi casa. Esto fue hace tres meses”. “Petinatto se masturbó adelante mío. Voy a contar esto por primera vez: yo entré a un camarín porque él me llamó para hablar, porque encima es simpático y hasta una llega a admirarlo. Pero eso no quiere decir que pueda tocarte, besarte el cuello o decirte barbaridades. Me quedé paralizada, me reí nerviosa y me fui rápido. Lo peor de todo es que no lo puteé, porque lo tenía naturalizado”.