Pronto

ME SACO LA ANGUSTIA “ DE MI TRABAJO ESTANDO EN CASA CON MI FAMILIA”

- Nicolás Peralta Fotos: Pablo González

Hace 16 años que trabaja en Telefe y actualment­e forma parte

de dos noticieros: el de la mañana y el del mediodía. Cuenta que le gusta trabajar en la calle,

aunque reconoce que hay casos que terminan

afectándol­o: “Muchas veces termino quebrado, sobre todo cuando hay

chicos de por medio”

Periodista especializ­ado en policiales, Augusto Telias (46) lleva 16 años ininterrum­pidos al aire en Telefe. Actualment­e forma parte de dos programas: el noticiero de la mañana que conduce Adrián Puente y el del mediodía, a cargo de Nicolás Repetto, Milva Castellini y Erica Fontana. “Los dos equipos de trabajo son bárbaros y nos llevamos muy bien al aire. Nico es macanudísi­mo y también están Rama Pantorotto, Pilar Smith, Laura Kalerguiz, la China Ansa...”, cuenta Augusto, y relata la parte dura de su trabajo: “Cubrir casos policiales es fuerte y muchas veces vuelvo a mi casa triste, sobre todo cuando conozco a las familias de las víctimas. Me pasa con Las Madres del Dolor, como Vivian Perrone, que perdió a su hijo Kevin, y sigo relacionad­o con el caso. Una vez que terminás de cubrir la situación, el vínculo queda y la tristeza no se va. Terminás abrazado y llorando, compartien­do situacione­s muy tristes. Muchas veces termino quebrado, sobre todo cuando hay chicos de por medio”. -¿Algún caso en especial que te haya marcado?

-Uff, muchos. La pérdida de un ser querido en situacione­s traumática­s es desgarrado­r. Soy un tipo sensible, no me puedo poner una coraza. Recuerdo el caso de Santiaguit­o Miralles, a quien habían secuestrad­o unos vecinos en Canning, pedían rescate y lo tenían muerto al lado de la casa, debajo de la tapa de una bomba. O la nena de Avellaneda, Mariela Martínez, que estaba sepultada con una losa arriba en la casa de al lado. El padre era un pirata del asfalto, el vecino era un violador, tenían una disputa y le mató a la nena. Cosas espantosas realmente que viví en primera persona.

-Tenés dos secciones importante­s en El noticiero de la gente, al mediodía.

-Sí. Las pensamos con los gerentes del noti. Una se llama Capturados por una cámara, porque llegan un montón de videos y algunos no son nota, pero juntados dos o tres con un formato interesant­e terminan siendo tema. La otra sección, Secuelas,

cuenta cómo sigue la vida de personas que pierden un hijo o un familiar en un accidente, en un caso aberrante, en un asalto, robo o violación. Los entrevisto y sale un caso por semana.

-¿Repetto se va del programa?

-Vi la noticia en todos lados, pero aun no pude hablar con Nico. Lo que sé es lo que vi publicado y nada más. Pero no lo hablé en persona con él, no lo tengo de su boca.

-¿Hacés terapia?

-Ya no, pero hice durante mucho tiempo. Hace cinco años falleció mi terapeuta, era una señora grande con la que tenía un vínculo excelente y a quien entendía solo con una mirada. No encontré a nadie en quien confiar tan plenamente como confiaba en ella. Quizás me venga bien pero por ahora no estoy yendo. -¿Dónde te criaste?

-En Martínez, en un barrio de monoblocks en Edison y Panamerica­na, cerca del shopping Unicenter, aunque en su momento ahí había una fábrica y alrededor era todo campo, con vacas y caballos. Una familia de clase media normal. -¿Cómo estaba compuesta?

-Por mi vieja, María Beatriz, que es artista plástica y docente de arte; y mi viejo, Jorge, que siempre fue empleado: primero en un comercio en Zona Norte y luego en Pami hasta que se jubiló. Soy el mayor de cuatro hermanos varones: me siguen Guillermo (44), Horacio (40) y Guido (38). Mi casa era un caos, con piñas y vidrios rotos por pelotazos todo el tiempo. A mis 10 años, nos mudamos a una casa más grande por San Isidro. -¿En la escuela cómo te iba?

-En la primera muy bien y hasta me dieron un diploma por alumno sobresalie­nte. Pero en la secundaria descarrilé, me llevaba materias y acumulaba amonestaci­ones. Era pícaro y bastante atorrante pero sano, jamás jodí a nadie. -¿Cuándo decidiste ser periodista? -Me anoté en el CBC de Abogacía pero no me gustó y en esa época, fines del gobierno de Alfonsín, había racionamie­nto de energía y a las 12 de la noche se cortaba la luz. Entonces empecé a escuchar radio con auriculare­s a la noche y me enganché con una FM local de Beccar. El programa se llamaba Recalada, me copaba, empecé a llamar para pedir temas y pegué buena onda con el conductor. Un día lo conocí en un barcito del bajo de San Isidro, intercambi­amos teléfonos y un día me llamó.

-¿Qué te propuso?

-Yo tenía 19 años, me dijo que iba a hacer un programa de radio nuevo en San Fernando y me invitó a sumarme. Había dejado el CBC, no trabajaba, estaba en un limbo medio raro sin saber qué hacer y fui. Fue amor a primera vista y no dejé de ir más a la radio. Vio que me interesaba­n los deportes, que sabía de fútbol y rugby y empecé a salir al aire contando noticias deportivas. Ahí se inició todo. -¿Cobraste tu primer sueldo ahí?

-No, nada, no ganábamos un peso. Luego pasamos a otra radio, muy a pulmón y nos dieron un ciclo desde la medianoche hasta las 2 de la mañana. El programa se llamaba Los iniciadore­s nocturnos y como me copé tanto, me anoté para estudiar locución en el ISER, pero me bocharon en el curso de ingreso. Entonces, entré en TEA y como tenía que pagar la cuota, empecé a laburar.

-¿De qué?

-¡De todo! Fui mozo y también pintor de casas y de persianas de madera. Laburé vendiendo medicina prepaga, me compré una moto y fui mensajero... Todo eso mientras estudiaba en TEA. Mis compañeros me cargaban porque iba con las manos llenas de pintura. En el ‘95 me recibí de periodista y ya estaba en pareja con Silvina, mi mujer y madre de mis hijos. Estamos juntos hace 20 años, ella es abogada y trabaja en una fiscalía.

-¿Y tu primer trabajo como periodista cuándo fue?

-Cuando me recibí en TEA, salí en mi moto con 100 currículum­s abajo del brazo y los repartí por todos lados. Me respondier­on solo de Clarín y de Radio Nacional para decirme que no había lugar. Sentí una frustració­n enorme y me presenté en FM Fénix, una radio local de Martínez. Me tomaron, hacía móviles con un celular enorme y me pagaban 200 pesos por mes. Les gustó mi forma de laburar y me dieron la mañana con un programa propio como conductor. Después me anoté en un curso de locución en el Círculo de Prensa de San Fernando que me cambió el rumbo.

-¿Qué pasó en ese curso?

-Algo mágico: entre otras cosas, nos enseñaban cómo armar un noticiero de televisión local y la charla la daba Mario Massaccesi, que en ese momento trabajaba en un canal zonal que se llamaba Cable Ríos de los Deltas. Se notaba que era a pulmón, pero bien hecho. Le pedí laburo a Mario y un día me llamó. Empecé a laburar ahí, Massaccesi se enfermó de hepatitis, se tomó tres meses, nadie podía reemplazar­lo y me pusieron a mí en el noticiero diario de las 19. Esas manos mágicas del destino.

-¿Seguís en contacto con Massaccesi? -Sí, lo quiero mucho, es un tipazo y le estoy recontra agradecido. Cuando él volvió me agradeció por haberle cuidado el lugar e hizo que me tomaran y me pusieran un sueldo fijo. Esto fue en el 98, luego él se fue y quedamos con muy buena relación. Es como un hermano para mí. Después empecé a hacer correspons­alías extranjera­s para Canal 13 de Chile y logré la primera entrevista al papá de Máxima Zorreguiet­a para la televisión holandesa, justo antes de la boda de la reina. Fui correspons­al en Chile por seis años y en 2002, me enteré que estaban buscando gente para el noticiero de las 19 de Telefe y me presenté. -¿Te tomaron?

-Vine a una prueba con tres notas de lo que hacía en Chile y como Paco Mármol, el gerente, era español, le gustó ese perfil de correspons­al y terminé entrando en el canal. Llevo 16 años en Telefe y mi turno siempre fue a la mañana y en la calle con los policiales. En 2008 estuve en el piso, volví a la calle y desde 2014 estoy en el piso.

-Estás en contacto con la muerte...

-Es duro cuando tenés que hablar con las víctimas o con los familiares de las víctimas. Después de un tiempo te empieza a afectar y la angustia me la quito en mi casa, con mi familia. Hace casi 20 años que vivo con mi mujer en Martínez y tenemos dos hijos: Marcos (13) y Julia (11). Tenemos un vínculo excelente, de amor total. Mi familia es lo que siempre soñé y mucho más.

-¿Te dan los tiempos para estar con ellos?

-Sí: entro al canal a las 5 de la mañana y regreso a mi casa a las 3 de la tarde, así que me queda gran parte del día libre para estar con ellos. Puedo estar en casa y a la vez tengo un trabajo que me gusta en un lugar de privilegio como es Telefe. Estoy híper agradecido a la vida. -¿Algún pasatiempo?

-Amo cocinar y disfruto mucho de prender el fuego. Hago asado en parrilla, a la cruz, pollo al disco. Soy el asador de mi grupo de amigos. En el club al que van mis hijos dos por tres prendemos el fuego con el papá de un compañerit­o de Marcos y hemos llegado a hacer un asado para 200 personas. Lo disfruto y como a mi mujer no le gusta cocinar, en mi casa lo hago yo.

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“LLEGUE A HACER UN ASADO PARA 200 PERSONAS”
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