“MI PAPA OSVALDO SUFRE ALZHEIMER, ESTA LUCHANDO PORQUE NO SE QUIERE IR”
Instalado en un cómodo chalet en Carlos Paz, este verano trabaja en Sé infiel y no mires con quién. A la distancia, sigue de cerca la salud de su padre, Osvaldo, que hace casi un año que está internado. “Esto nos unió mucho como familia. Con mis hermanos estamos conteniendo tanto a mi mamá como a mi papá”, dice
Es uno de los actores más reconocidos del teatro musical en la Argentina y su versatilidad también lo lleva a destacarse en otros géneros como el drama o la comedia. Por tercera vez, Alejandro Paker (47) eligió hacer temporada en Carlos Paz: primero se lució en el musical Priscila, la Reina del desierto junto a Moria Casán; el verano pasado actuó en Como el culo; y ahora acaba de debutar con la comedia Sé infiel y no mires con quién, en el Teatro Candilejas 2. “Amo venir a trabajar a Córdoba, es una provincia en la que me siento súper cómodo. Actuar en esta comedia americana es una delicia. Hace unos años la hicieron Fabián Gianola con Nicolás Scarpino y Matías Alé en Mar del Plata y ahora Fabián no solo actúa sino que también la dirige. Tenemos un elencazo: Miriam Lanzoni, Silvina Escudero, Roly Serrano, Stéfano de Gregorio, Belén Giménez, Barby Silenzi y Florencia Marcasoli”, cuenta Paker, quien invita a pasar a Pronto a la casa con pileta que alquiló para pasar la temporada. -Tu fuerte es el musical, ¿disfrutás de hacer comedia?
-¡Amo! Actuar en una comedia de situaciones y equívocos es una fiesta. Me encanta hacer comedia para toda la familia y que no quede afuera el público infantil. Acá apuntamos a eso. Es muy disparatada.
-¿Cómo fue tu 2018?
-Muy movido a nivel laboral. Con Como el culo anduvimos de gira seis meses por todo el país y desembarcamos en Buenos Aires hasta noviembre. Participé en la película Mi obra maestra, con Luis Brandoni y Guillermo Francella y anduvo muy bien aquí y a nivel internacional. Eso provocó que me convocaran para otra peli, con Brandoni y Peter Lanzani, que se estrenará este año y que se llama 4x4. Me gusta incursionar en nuevos registros.
-¿Y a nivel personal?
-Fue un año complicado porque lo tengo a mi papá, Osvaldo, enfermo de Alzheimer. Está internado desde febrero de 2018 y entre todos estamos conteniéndolo y conteniéndonos. Estas
“CON MI NOVIO NO NOS VAMOS
A CASAR, NOS PARECE UN INVENTO HETEROSEXUAL”
situaciones generan que afloren verdades y miserias familiares. Ayudó muchísimo a unirnos con mi vieja, Lida, y con mis hermanos. Estamos al servicio de contener tanto a mamá como a papá. Nos sirvió a todos para fortalecer los vínculos.
-¿La enfermedad está avanzada?
-Sí, pero es admirable su entrega y su lucha constante. Es un ejemplo de supervivencia porque no se quiere ir. No se abandonó y como nos ve a todos pendientes de él, acompañándolo y mimándolo, no se abandona y le da para adelante. Ha sabido salir con mucha voluntad para recomponerse. -¿Está internado?
-Tiene una internación domiciliaria y armamos una especie de sanatorio en su casa. Gracias a Dios mis viejos tienen los medios, si no sería otro el cantar.
-¿Te reconoce?
-Por ahora sí. Cuando llego se pone feliz y le cambia el semblante. He corroborado la terapia corporal y tiene que ver sobre todo con los abrazos. Mi viejo tiene un cuerpo cuando no lo tocás y otro cuando contactás con él físicamente. ¡Y no sabés cómo modifica la terapia musical! Tenemos un equipo de profesionales que lo estimulan mucho a pesar de que el Alzheimer avance. Preferimos no utilizar tanta medicación psiquiátrica y usar este tipo de terapias alternativas, que están dando buenos resultados.
-¿Tu mamá cómo está?
-Procesando el deterioro de su marido, pobre. A veces, es más fácil y otras no lo entiende y se enoja. Es una luchadora, una leona que lo cuida como si fuese su cachorro. Los miro y me sirve para darme cuenta cómo me estoy preparando yo para mi vejez.
-¿Qué valor le das a la salud?
-En mi juventud pensaba que iba a vivir eternamente y tuve momentos de absoluto descontrol. A los 30 me pegó la tranquilidad y a los 40 entré en la famosa crisis. Ahí empecé a cuidarme más todavía y abrí los ojos cuando empecé a perder amigos de mi generación por enfermedades terminales. Antes veía muy lejana a la muerte, pero esas muertes fueron una llamada de atención.
-¿Por descontrol te referís a drogas? -No, me refiero a no descansar lo suficiente. Pero drogas no. Las probé de grande porque siempre les tuve entre respeto y miedo. Hasta que no construí mi carrera, mi casa y mi trabajo, no probé nada. Recién ahí experimenté algo con drogas pero nunca me enganché porque no siento que me sume. La droga más interesante es actuar y componer personajes. Me adicción es al laburo; mi vida va por ahí. Ni siquiera tomo alcohol, salvo en algún festejo.
¿Siempre quisiste ser artista o tenías un plan B?
-Siempre quise ser actor pero estudié tres años de Medicina en Rosario, mi ciudad natal. Pero a los 21 me vine a a audicionar para El jorobado de París y ahí se disparó mi carrera artística y dejé medicina. Me formé con Serrano, Gandolfo, la Escuela Nacional de Arte Dramático...
¿Y a la par de qué trabajabas?
-Uf, hice de todo: trabajé en la parte administrativa de una cadena de comidas rápidas, en una AFJP y hasta en el departamento de proveedores de una editorial, donde hacía los pagos. De ahí me iba en remise a hacer shows con Gaby Goldman, con quien tuvimos una banda durante ocho años. Hoy Gaby es mi mejor amigo: somos como hermanos.
-¿Estás en pareja?
-Sí, hace cuatro años y ahora durante el verano va a ir y venir entre Buenos Aires y Carlos Paz. Se llama Alejandro Caminero, es director de cine y está laburando a pleno en sus proyectos. Nos conocimos en el cumpleaños de un amigo en común y fue amor a primera vista.
-¿Qué te enamoró?
-Su inteligencia y la admiración que me provocaba escucharlo hablar. Es muy talentoso, compartimos la pasión por el cine, la música y la actuación. -¿Conviven?
-Sí. No estamos casados ni vamos a hacerlo. No creo en muchos de los paradigmas establecidos socialmente... Todos los “hay que” o “tenés que” conmigo no van. Respeto al que lo elige, pero me hace ruido.
¿Casarse ni siquiera fue una charla en la pareja?
-Sí, lo hablamos e instantáneamente coincidimos en lo mismo: no queremos. Es más, creemos que el casa-
miento es un invento heterosexual y no tenemos por qué hacerlo nosotros, já. De todos modos, son comentarios prejuiciosos nuestros. Cada cual puede vincularse con otro de la forma que quiera y respeto las libertades de elección de cada persona.
-¿Y ser papás?
-Tampoco es un proyecto. No estoy preparado para ser padre. Imaginate que con toda la situación familiar que te conté, un hijo no entraría ni en sueños dentro del cuadro.
-¿Viajaste a Venezuela?
-No, no conozco. Y mi chico no viaja hace cinco años. A su familia la conocí porque vinieron a visitarnos y son muy buena gente. Están en una situación más acomodada, pero tienen las mismas carencias que todos en cuanto a insumos. Tienen casa y agua y no se van porque no quieren perder lo poco que tienen. Si te vas, te expropian la casa. Para mi novio es duro ver a sus padres viviendo esa lucha diaria. Mis papás lo aman a Alejandro y pasamos todos juntos la Navidad. Somos la familia que hemos sabido construir.