“CON NICOLAS ESTAMOS PROBANDO LA CONVIVENCIA”
Se crió en una familia de tradición circense, de chica se destacó en distintas disciplinas artísticas y cuando creció se formó en baile y actuación. Debutó como vedette con Jorge Porcel, luego actuó en varias obras de teatro independiente, y cuando su hermano Flavio alcanzó la popularidad y creó su propia productora teatral, Adriana Mendoza se abocó de lleno a administrar la empresa del coreógrafo. Hoy la actriz es una cara visible de la cartelera veraniega de Carlos Paz, ciudad en la que protagoniza la comedia El Plan, con René Bertrand, Claudia Ciardone y Gabriel Almirón en el Teatro Zorba. “Es una obra divertida, cálida y con mucho contenido. No es una comedia liviana de verano y el público va de la risa al llanto”.
-¿Es tu primera experiencia teatral veraniega?
-Con una comedia, sí. Ya había hecho otros géneros hace muchos años. Actué en circo, televisión, teatro, music hall y revista. Con Jorge Porcel tra- bajé en la Argentina, hicimos gira por Latinoamérica y terminamos en Miami. Tenía 22 años, ¡era re chica! Era figurita en teatro, algo así como una vedette de hoy.
-Porcel tuvo fama de maltratador. ¿Cómo fue tu experiencia?
-Yo no lo sufrí, quizás porque Jorge estaba grande y con problemas de salud. Fue en la etapa final de su carrera y como trabajamos mucho en el exterior, te solés aferrar más a tus compatriotas. Escuché a todas las que lo denunciaron y aunque les creo, mi experiencia fue al revés. No tengo nada malo para decir de él.
-¿En el circo qué hacías?
-De todo: acrobacia, baile, comicidad, malambo. Y de adolescente hice acrobacia aérea, trapecio volante y con mi hermana Patricia nos colgábamos de los dientes o de la nuca y girábamos por el aire.
-¿Por qué nunca actuaste en Stravaganza?
-En un momento de la gira reemplacé a la cantante porque también canto. Soy una mujer orquesta y sé hacer de todo, pero nunca me enganché a trabajar en un espectáculo de Flavio. Ahora estoy fascinada con la actuación, volví a tomar clases de teatro, pero no pretendo hacer carrera. -¿Perdón?
-Es un toco y me voy: me surgió esta propuesta, me encantó el libro, pero mi trabajo es en la empresa de Flavio, en las academias de danza y acrobacia, en la producción de sus obras. Flavio se dedica solo a lo artístico y con mi hermana nos encargamos de administrarlo. Somos cuatro hermanos que venimos en este orden: Patricia, yo, Silvina -que vive en Tucumán y es farmacéutica- y Flavio es el más chico.
-¿Tus hijos siguen tus pasos?
-No. Ramiro tiene 17 y termina este año el colegio. Y Barbie tiene 19, toma clases de canto y trapecio, toca la guitarra pero no se dedica al arte; estudia Abogacía con la idea de me-
terse en política. Me separé del padre de mis hijos hace casi 10 años y fue la mejor decisión que tomamos por todos.
-Estás de novia con uno de los custodios de Flavio.
-Sí. Se llama Nicolás y tiene 30 años. Estamos juntos hace un año y tres meses y aunque no convivimos en Buenos Aires, aquí en Carlos Paz estamos probando la convivencia eventualmente. Solo por la temporada.
-¿Cómo se conocieron?
-En el teatro. Me hacía llegar comentarios por gente de la compañía y pasaron 8 meses hasta que me decidí y empezamos a vernos. Al principio lo veía muy joven y encima trabaja en la empresa; no quería mezclar para no hacer una macana. Hasta que un día hice un click y pasó.
-¿Tuviste prejuicios con la diferencia de edad?
-Sí. No te voy a decir cuántos años tengo, pero hay una diferencia notoria. A mí me hacía ruido el número, lo veía muy chico y aunque es un pensamiento antiguo, me pesaba. Traté de aggiornarme y dejar que fluyera. Nico se lleva bárbaro con mis hi-
“YA NO ME DEJO ANULAR NI SOY MANIPULABLE”
jos, es un amor de persona. Después de la experiencia que tuve hace algunos años -se refiere a Javier Bazterrica, “el Gigoló”-, estaba bastante negada al amor.
¿Te costó volver a confiar en un hombre?
-Sí. Soy de esencia confiada y de creer en la gente, pero a partir de lo que pasó estoy mucho más alerta. Igual fue un aprendizaje; un momento horrible, pero con saldo positivo porque aprendí.
-¿Qué aprendiste con el Gigoló?
-A conocerme mejor a mí misma y a darme cuenta de que mi personalidad era el perfil exacto para un psicópata. Tenía tendencia a ese tipo de personas y ahora detecto en seguida con quién estoy. Me hago valer más y me concentré en lo que necesito, quiero y me gusta. Ya no me dejo anular ni soy manipulable. Me sirvió para hacerme más fuerte. Siempre fui una mujer manipulada.
-¿Tu ex marido también te manipulaba?
-Sí, también. Pero es un tema que no está bueno desarrollar. Prefiero dejarlo ahí. ¿Si lo traté en terapia? No. Solo una vez fui al psicólogo y al mes y medio dejé. Soy muy autosuficiente en todos los aspectos. -¿Volviste a cruzarte con Bazterrica? -No: gracias a Dios nunca más lo vi. Si llegara a cruzármelo por la calle me cambio de vereda. No podría compartir el mismo ámbito con él. Y con todo lo que le dije en su momento es más que suficiente. Tener que enfrentarme con él otra vez sería humillante para mí.
-Flavio te defendió cual león con lo del Gigoló.
-Le nació naturalmente hacerlo. Como hermano varón y hombre de la familia, saltó por mí. Jamás le hubiese pedido que se expusiera de tal manera por mí, más siendo tan famoso. Pero a él le nació defenderme de esa forma. Sin duda que se le dio tanta bolilla al tema porque soy la hermana de Flavio Mendoza.
-¿Te pesa ese rótulo?
-No, cero. Para todos soy Adriana, la hermana de Flavio. Sé que tengo una carrera detrás y que tenga un nombre o no me es indistinto. No soy una mediática que se hizo conocida por un escándalo amoroso. Me respalda toda una vida de escenario y por eso me siento digna de decirle que sí a una propuesta teatral o televisiva. -¿Cómo es Dionisio?
-¡Hermoso! Tenemos a Dio, que es de Fla; y a Noah, de Patricia. Le trajeron mucho amor a la familia y más que tía me siento una abuela babosa. Son divinos los gordos. Flavio está más tranquilo desde que fue papá y todo ronda en torno al bebé. Es hermoso.