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DIEZ ANOS DESPUES EL TIEMPO EMPIEZA A PESAR

La pareja confirmó la separación aunque negaron que se haya dado en malos términos. La verdad es que fue la crónica de una suerte anunciada: dos personalid­ades incompatib­les cuya convivenci­a se volvió insostenib­le y sólo se prolongó por sus hijos, Esperan

- Matías Ayrala y Belén Canonico Fotos: Pablo González

Después de confirmar su separación y de brindar entrevista­s cada uno por su lado, Luciano Castro (43) y Sabrina Rojas (38) decidieron continuar sus vacaciones juntos. Instalados en Mar del Plata, ciudad a la que viajan cada verano desde que se enamoraron, ambos le tuvieron que hacer frente a las preguntas de los periodista­s. Por eso, en un principio, habían decidido que el actor regresara a Buenos Aires y, de esa manera, descomprim­ir la situación. Pero, el plan se canceló el lunes 7, cuando ella le dio una nota a Intrusos, el programa de Jorge Rial. Ese día, Castro también habló, confirmó que llevaban más de dos meses separados y que habían decidido continuar con el plan de descanso veraniego por su familia. Para no arruinarle las vacaciones a todos, Castro se quedó junto a su ex esposa y a sus hijos Fausto (2), Esperanza (5) y Mateo (16), fruto de su matrimonio anterior, en Mardel.

De ahí en adelante, los días de Luciano y Sabrina transcurri­eron en la misma carpa del parador Play Beach, al sur de la ciudad, donde

ella se divierte con sus hijos, charla con amigos y lee las noticias por teléfono. En tanto, el galán disfruta del mar y le dedica varias horas a practicar surf además de jugar con sus hijos. De vez en cuando, el ex matrimonio -se casaron en 2016- encuentra un momento de tregua, juntan sus reposeras y charlan bien bajito. Hay cierta complicida­d. Haber confirmado la separación los alivió. Aunque al mismo tiempo una mezcla de resignació­n y tristeza de adivina en sus rostros. En ese sentido, Sabrina reconoció al ser consultada por Pronto: “Estamos atravesand­o una crisis y decidimos separarnos. No sabemos si es definitiva”. Y completó: “Tal vez, más adelante volvamos con más fuerzas. O no haya vuelta atrás. Es cierto que, a veces, uno sigue por la familia. Pero nosotros somos jóvenes y tenemos que ver qué nos pasa y qué queremos. La verdad es que nos separamos como podemos. Ahora nuestra prioridad son nuestros hijos y los cuidamos a ellos. Por eso es que estamos separados desde hace dos meses más o menos pero de vacaciones desde principios de diciembre porque cuando tomamos la decisión de distanciar­nos ya teníamos el viaje planeado”.

Así las cosas, Luciano y Sabrina continúan viviendo bajo el mismo techo, hacen planes juntos y comparten los días en la playa. Lo que ellos entendiero­n es que, aunque el enamoramie­nto y la pasión se fueron diluyendo en la pareja, quieren mostrar armonía por el bien de sus hijos y para cuidar sus imágenes públicas. En cuanto a eso, Rojas contó con mucha seguridad: “Siempre fuimos muy impulsivos y pasionales. Incluso en las peleas que puede tener cualquier matrimonio. A Luciano lo echaba de casa una vez por mes. Otras veces el que se enojaba era él. Un día nos sentamos y nos dijimos: ´Basta´. Nos preguntamo­s si lo mejor era separarse porque había hastío, cansancio. Obvio que lloramos mucho cuando decidimos separarnos. Hoy somos como hermanos. Y en Mar del Plata la estamos transitand­o lo mejor posible. A veces nos agarra tristeza, o nostalgia, enojos, de todo. Pero es algo necesario, lo teníamos que hacer. Incluso nos va a hacer bien si volvemos”. El otro protagonis­ta de esta historia jamás habló con gusto de su vida privada frente a los medios. Pero esta vez creyó convenient­e hacerlo. En principio, mientras todos buscaban su voz, él se mostró reacio y expresó, al tiempo que caminaba al mar con su tabla de surf: “No me puse de acuerdo con nadie para que este tema se hiciera público. No soy político”. Pero, media hora después, mucho más relajado y mientras compartía una chocotorta y una larga conversaci­ón con el guardavida­s del balneario, Castro le dijo a Pronto:

“No tengo nada contra ustedes. Pero no hagamos un drama de algo que ya está. Es más simple que complejo. Es una cuestión de descomprim­ir. Sabrina y yo tenemos mucho más que una separación. No nos quedamos con el hecho en sí, ni con esa palabra. Nos quedamos con lo que tenemos que hacer para estar mejor y evoluciona­r. Punto. No nos gusta dramatizar. Nunca fuimos mediáticos. Hay gente que le interesa separarse y salir a contarlo. Nosotros lo hacemos por una cuestión de salud mental nuestra y de nuestros hijos. Esperemos que lo tomen así. Tema terminado. Después todo lo que tenga que hablar con mi esposa lo hablo dentro de casa”. Y en referencia a si la crisis es o no definitiva, el actor aclaró: “Muchas veces una separación sana para poder estar mejor. Y muchas veces no. Somos gente madura. Nos queremos. Nos amamos”. Por último, al ser consultado sobre el supuesto hackeo que sufrieron en sus cuentas de Instagram y donde se leyó una falsa denuncia de Rojas en la que acusaba a su pareja de “psicópata y violento”, Luciano fue determinan­te: “No sé hace cuántos años ustedes laburan de ésto. Yo hace 26. Y el medio sabe quién soy. No tengo que explicar nada”. Sobre este punto hay versiones disimiles: algunos le dan veracidad al hackeo; otros, dicen que fue un arrebato de furia de la actriz y que luego entendió que destruir la imagen pública del padre de sus hijos y sostén económico de la familia no era una idea muy feliz. De todas maneras, amigos de la pareja aseguran que el principal motivo de la separación es la incompatib­ilidad entre las personalid­ades y los proyectos de vida de ambos, que durante los primeros años de la relación lograron disimular.

Quienes lo conocen hablan de un tipo noble, pero también huraño y con tendencia al mal humor. Y muy afecto a sostener a rajatabla sus espacios individual­es: el gimnasio, el boxeo, alguna salida con amigos. Por eso, desde hace años que maneja la misma rutina: todas las noches, sin importar si es fin de semana, se acuesta a las 20.30 para madrugar y practicar boxeo y natación a las 5.30. Claro que esto, sumado a las extensas horas de grabación que le demandó este año una novela como 100 días para enamorarse no parece la relación soñada para una mujer como Sabrina Rojas, anclada en su casa con dos hijos con su propia carrera en stand by con una natural tendencia a sufrir de celos. Desde el comienzo de la relación, ella se vio obligada a adaptarse al estilo de vida que planteaba él. El nacimiento de Esperanza y Fausto fue fijando nítidament­e los roles: Sabrina en casa con los chicos: Luciano afuera trabajando. Funcionó durante un tiempo. Sin embargo, mientras el ac- tor mantenía sus costumbres, a las que le sumaba distintos trabajos en teatro y tiras de televisión, la vida de su mujer cambió completame­nte con la maternidad. Y al tener dos nenes chiquitos tuvo que hacer a un lado muchas de las cosas que la hacían sentir bien, como trabajar, para dedicarse a la familia por completo. Eso sí, Sabrina nunca renegó de pasar la mayor parte del tiempo con sus hijos, pero sí esperaba que Luciano resignara algunos de sus espacios para dedicarse más a la familia. Porque si bien es un padre presente con sus tres chicos, pasa mucho tiempo enfocado en sus compromiso­s. No es difícil imaginarse que después de levantarse de madrugada, entrenar y grabar ocho horas una tira, al regresar a su casa sus energías para dedicarse con entusiasmo a Sabrina eran escasas. Al igual que su paciencia para tolerar reclamos o escenas de celos de parte de ella. Ante ese escenario, las discusione­s eran moneda corriente en la casa familiar. Y aunque desde su círculo íntimo aseguran que él sería incapaz de levantarle la mano a su mujer, era normal que subiera el tono de voz cada vez que peleaban. El hecho de tener hijos en común hizo que la separación se dilatara. De hecho, los actores apostaban a las vacaciones familiares en Mar del Plata para poder recomponer una relación que ya estaba muy deteriorad­a.

Consumada la separación, la historia agregó capítulos vía redes sociales, donde Sabrina da mensajes bastante llamativos. Más allá de compartir imágenes de sus vacaciones con sus hijos, también utiliza Instagram para hacer púbicas fotos en donde se la ve en bikini. Pero eso no es

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lo que llama la atención, sino el hecho de que escribió en una de las historias: “Este cuerpo estaría necesitand­o mucho chongo como nunca!!!”. Segurament­e, no le van a faltar propuestas ahora que dio a conocer que su matrimonio no va más. Además, el domingo por la noche, la rubia fue a bailar al boliche Club Quba junto a dos amigas y compartió en sus redes sociales como bailaron toda la nota y disfrutaro­n de unos buenos tragos. Pero más allá de que quiera mostrarse entera y divertida luego del mal momento de la separación, es sencillo leer entre líneas para darse cuenta que la Rojas le está dejando un claro mensaje a Castro: ella va a hacer su vida y si eso implica que en algún momento conozca a otra persona que la atraiga y la haga sentir bien, no se va a quedar con las ganas.

Por su parte, Luciano se mostró muy tranquilo y sólo utilizó sus redes para publicar una publicidad que había grabado el año pasado. Por el momento, y aunque el ex de Elizabeth Vernaci seguirá una semana más en la Feliz, su círculo íntimo asegura que cuando lleguen a Buenos Aires, él dejará la casa familiar y se instalará en un departamen­to ubicado en zona norte. En tanto, Sabrina seguirá instalada hasta fin de mes en Mar del Plata y esperará a que su ex realice la mudanza completa para regresar a Buenos Aires. Ahora, y muy de a poco, le irán dando la noticia a sus dos pequeños hijos, para que no se sorprendan cuando se terminen las vacaciones.

En el medio de todo eso y aunque la pareja negó cualquier infidelida­d, varios rumores hablaron de una tercera en dis-

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cordia. Por ejemplo, Cinthia Fernández, que reemplaza a Yanina Latorre en Los Angeles de la mañana, aseguró que Castro habría tenido un romance con Silvina Escudero y con Andrea Rincón, ya que con ambas trabajó en 100 días para enamorarse, la tira de Telefe. En ese sentido, la bailarina mediática lanzó: “Fui a una de las fuentes, a Silvina, y me dijo que con ella no había pasado pero que Luciano tiroteaba a todas las chicas”. Lo cierto es que Escudero está en pareja desde hace varios años y muy feliz. En tanto, Rincón negó cualquier tipo de acercamien­to al ex Jugate Commigo. Pero, otro nombre también comenzó a rondar y en el programa Confrontad­os aseguraron que fue Celeste Cid, con quien Luciano trabajó en Las estrellas, en 2017, la que tuvo un affaire con él. Un tanto enojada, Cid respondió desde una historia de Instagram: “La gente que tira estas boludeces, ¿pedirá disculpas alguna vez? No soy de aclarar estas cosas, pero la verdad me sorprende que alguien pueda decir algo así al azar y dé lo mismo”. Y completó: “Las palabras tienen valor. Siendo periodista­s deberían saberlo y se cuidadosos con lo que nos ‘informan’”. Lo cierto es que más allá de las desmentida­s, los fantasmas de una infidelida­d desde hace años que están presentes en la pareja. No es una novedad que Sabrina siempre fue muy celosa y teniendo al lado a Castro, que es uno de los hombres más deseados del país, no la pasaba nada bien. Incluso Ximena Capristo, amiga de Sabrina, contó que muchas mujeres, incluso famosas, le escribían a él deseosas de pasar una noche con él. Y aunque el actor hubiera tenido algún desliz, la propia Sabrina aclaró en un móvil que dio para Instrusos que eso no sería “el” motivo para ponerle un punto final al matrimonio. “Todos han metido los cuernos, todos hemos metido los cuernos en nuestras vidas y eso realmente no es lo grave para un proyecto de vida”, explicó. La realidad pasa mucho más por una imposibili­dad de convivir. Habrá que ver si la distancia los ayuda a disipar esa incompatib­ilidad o los termina de distanciar para siempre.

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Basta para míSabrina se cansó de estar a la sombra de Luciano, sóloocupán­dose de sus hijos.
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