EL DOLOR DE PINKY Y RAUL LAVIE POR LA MUERTE DE SU HIJO LEO
En la tarde del jueves 10, Raúl Lavié y Pinky, su ex esposa, sufrieron uno de los golpes más duros de su vida. A los 54 años y víctima de un cáncer en el intestino, murió su hijo Leo Satragno. El músico y productor estaba internado en el Sanatorio Anchorena y, hasta el momento de su muerte, estuvo acompañado por su madre, su hermano Gastón, su esposa Florencia y sus tres hijos, dos de ellos de un matrimonio anterior. Lavié, quien protagoniza La jaula de las locas en la Mar del Plata junto a Nito Artaza y Cecilia Milone, viajó a Buenos Aires para pasar unas horas con él y se enteró del fallecimiento de su hijo una hora después de subir al micro que lo llevaba de vuelta a la costa. Igualmente el cantante decidió hacer la función en medio del dolor y la consternación. Al otro día, los restos del creador de El Signo y Ultratango, entre otras bandas, fueron cremados en el Cementerio de la Chacarita, luego de un breve responso en el que estuvieron sus familiares y varios de amigos. Al finalizar de la función de su obra, Lavié expresó: “La función me sirvió como terapia para evadirme un poco de la realidad. Me hizo bien hacerla y además también pensé que si la hubiera visto, Leonardo se hubiera divertido mucho. El disfrutaba de las locuras que hace su padre de vez en cuando”.
-A pesar del dolor, decidiste hacer la función igual.
-Sí. A pesar de que se pusieron a disposición por si quería suspender, fue una decisión mía.
-¿Y por qué no quisiste suspender la función?
-Por un lado, porque había un público esperando. En segundo lugar porque hay mucha gente que también depende de hacer la obra. Y por último, no tengo reemplazo y creo que tenía que hacerla porque ¿qué iba a hacer ante un momento como este? ¿Iba a encerrarme? No, por supuesto que no. Tengo que seguir disfrutando de un trabajo
que amo, que tengo y afortunadamente que sigo haciendo. Y también porque respeto mucho este trabajo.
-¿Hiciste la función pensando en tu hijo?
-La función fue en su honor. Realmente lo que más rescato de mi hijo Leo es que supo tener amistades muy fuertes. Hoy, cuando yo volvía a Mar del Plata, me contaban que se juntaron muchos amigos de él, del colegio, de la música y de otros lugares, que al conocerlo le brindaron su amistad y él supo darles su corazón porque era un chico maravilloso. Y bueno… Dios quiso que se fuera. De pronto, y aunque suene duro, tal vez fue lo mejor porque estaba su- friendo mucho y estaba cansado. -¿Pudiste hablar con él antes de su muerte?
-Eso es lo más importante. Lo más importante es que me pude despedir de él desde Mar del Plata y por teléfono. Y al otro día, viajé a Buenos Aires y junto a Pinky, su mamá, estuvimos juntos los tres. Nos despedimos y creo que eso también aceleró su partida. El misterio de la muerte, que no conocemos, hizo posible que al estar reunida toda su familia, en este caso su padre y su madre, dijo: “Ya está. Ahora me voy”. Se fue rodeado de sus hermanas, que son maravillosas; de sus amigos; de Florencia, su compañera, quien le dio tanta felicidad en los últimos años; y de mis nietos, que encontraron en ella un refugio muy grande. Ahora Flor es parte de mi vida y de nuestra familia y le agradecemos mucho.
-Finalmente seguís de temporada en Mar del Plata.
-Sí, porque lo cremaron y opté por seguir de temporada. Me fui una hora y pico antes de que él partiera y sé que pude despedirme. Así Dios lo quiso. -¿Cómo recibiste el cariño del público? -Muy bien. Fue reconfortante. A lo último de la función me fui quebrando de a poco y era algo lógico.