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ALEJANDRA DARIN ME “DIO LAS LLAVES DE LA CASA DE MI NOVIO”

- Maribel Leone Fotos Virginia Rodríguez

La actriz sale hace ocho meses con Fausto Bengoechea, ex compañero de Simona y sobrino de Ricardo Darín. Cuenta que se siente muy cómoda en el clan porque “son una familia hermosa: se llevan muy bien, se cagan de risa y me llama mucho la atención lo graciosos que son”. Y elogia a la mamá de Fausto: “Ale es lo más”

Agustina Cabo (18) tenía cinco años cuando se le metió en la cabeza la idea de ser actriz. Fue su tía y madrina Solange quien la anotó en la agencia de castings en la que consiguió su primer trabajo para actuar en publicidad­es. Sí: Agustina empezó a trabajar a la par que comenzó a leer. “Era mi vocación”, dice. La joven, que se formó con Hugo Midón y Nora Moseinco, consiguió su primer protagónic­o a sus diez en El Jardín de Clarilú, programa de Disney; y a partir de ahí nunca más paró: trabajó con Diego Topa en Disney Junior; interpretó a la hija de Adrián Suar y Julieta Díaz en Silencios de familia; y a la hija de Diego Peretti y Carla Peterson en la película Mamá de fue de viaje. El año pasado actriz trabajó en Simona, donde además de volverse popular, conoció a su actual novio: Fausto Bengoechea (23). De sonrisa contagiosa y una madurez notable para su edad, Agus asegura que va por más y que este año tiene algunas propuestas para volver a la televisión aunque “no puedo contar nada todavía”.

Por lo pronto, acaba de estrenar Las de Barranco en el Centro Cultural 25 de mayo, la obra clásica del autor Gregorio de Laferrere, en la que se luce junto a Luisa Kuliok. “Estoy chocha de hacer esta obra. Más allá de la profundida­d del tema del que hablamos, tiene momentos muy divertidos y bizarros. Se trata de una madre que quiere mantener el status social por medio de sus hijas, encontránd­ole pareja a cada una para venderlas. Comparto escenario con Vanesa González, Tamara Garzón y todo el elenco, lo cual es un lujo. Mi personaje es muy divertido, es una chica que busca novio todo el tiempo… ¡Terrible!”, dice Cabo, y larga una carcajada.

-En la vida real, hace un tiempo blanqueast­e en las redes que estás en pareja con Fausto Bengoechea, el hijo de Alejandra Darín.

-¡Nació el amor! Siempre nos llevamos muy bien. Bah.. te voy a decir la verdad: las primeras veces que nos vimos no me caía tan bien. Hoy se lo digo todo el tiempo y nos reímos mucho. El tiene un humor muy particular, la primera vez que nos vimos me hizo un chiste ácido y yo dije: “¿Y a este qué le pasa? ¿Quién se cree que es?” (ríe). Después lo conocí y es hermoso, muy buena persona. Empecé a entender su humor y me di cuenta de que es un pibe inteligent­e. Empezamos a salir en septiembre.

-¿Te encaró él? Porque después del chiste la tuvo que remar.

-Y sí, ja. Fuimos buenos compañeros y estaba todo bien, pero no nos sentimos atraídos desde el principio. Cero. Empezó a suceder después. Como grabábamos las mismas escenas y en el mismo horario, empezamos a almorzar juntos y a compartir más charlas. Ahí fue cuando dije: “¡Qué lindo! Y yo que lo odiaba”. -¿Es tu primer novio?

-Tuve un noviecito en la secundaria, pero siento que Fausto es mi primer novio porque es mi primera relación madura. Es un poco más grande que yo, entonces hay otras bases sentadas que hacen que la relación sea más madura y real. También trabajamos de lo mismo y está bueno. Tengo ganas de que volvamos a trabajar juntos.

-Hace un año le hicimos nota a Fausto, cuando aún estaba soltero, y contó que su mamá no es celosa y que esperaba a que él tuviera novia para darle las llaves de su casa. ¿Se cumplió? ¿Cómo te llevás con Alejandra?

-¡Tengo las llaves de la casa de Fausto! ¡Cumplió! Ale es lo más y me dio las llaves. Ellos son una familia muy armada, son de juntarse a comer y de hablar mucho. Fue fácil incorporar­me a la estructura que tienen formada por

que son muy amenos. Me llevo muy bien con ellos y en casa a Fausto también lo quieren mucho.

-¿Ya conociste a Ricardo Darín?

-Sí, lo vi un par de veces… En el cumple de Fausto y en el de su hermana Toti. Son una familia hermosa y son todos muy talentosos. Ellos se llevan muy bien y se cagan de risa. Me llama mucho la atención lo graciosos que son, algo que en mi familia no pasa tanto y supongo que es porque en casa son todos contadores. La verdad es que estamos muy bien.

-Te cambio de tema. Empezaste a trabajar siendo muy chiquita, ¿cómo nació la vocación?

-Siempre me gustó mucho bailar, cantar y actuar. Y cuando iba a ver obras de teatro me volvía loca. De tanto que le pedí a mi mamá, me terminó anotando en la escuela de Hugo Midón. Pero un día, a mis cinco, empecé con que quería salir en la tele y en eso sí que no me bancó, estaba completame­nte negada. Fue así que le pedí a mi madrina Solange, a quien amo con todo mi corazón, que me cumpliera el sueño de salir en la tele. Ella tenía una amiga que trabajaba en una agencia de castings, así que me anotó sin que mis papás supieran. Al mes me llamaron para que me fuera a probar. Mi madrina me llevó y se hizo pasar por mi mamá, yo hice las dos etapas del casting y quedé. Ahí le tuvimos que decir a mi mamá que iba a salir en la tele y que ya no había vuelta atrás… ¡Casi nos mata! (ríe).

-¿Te dijeron tus papás por qué no querían eso para vos?

-Porque era muy chiquita y era mucha exposición. Ellos no son del ambiente y no entendían cómo una nena tan chiquita quería trabajar y de eso. Mis papás son contadores y tenistas. Igual, más allá de esta pequeña discusión, con mi hermano Joaco (15) en casa siempre tuvimos la libertad para hacer lo que deseáramos. En cuanto a mí, empecé haciendo publicidad­es. La primera que hice fue de Kinder. De vez en cuando la busco en YouTube y me causa gracia porque era muy tierna. Después hice de Coca Cola y de un jabón en polvo.

-Y después llegó El jardín de Clarilú en Disney, un programa íntegramen­te tuyo y que en su momento estaba muy de moda para los más chiquitos.

-Sí. Ahí hice un casting y luego pasé por un taller en el que te siguen formando. El programa empezó a grabarse y a salir más tarde, cuando ya tenía diez años. ¿Cómo me aprendía los guiones siendo tan chiquita? Tenían un formato muy similar, las letras se repetían, y yo tenía un coach exclusivam­ente para mí. No me hacían estudiar la letra en mi casa, sino que lo hacía en el canal y semana a se

mana me cambiaban una sola palabra del texto. No era difícil. Al principio lo vivía como un juego, aprenderme la letra no era una responsabi­lidad. Disney fue muy cuidadoso conmigo, me trataron como una niña que estaba trabajando. Y con este papel mis papás entendiero­n que yo realmente estaba dispuesta a hacer lo que tanto quería, que era de verdad.

-¿Nunca lo viviste como una presión o te arrepentis­te por arrancar a trabajar tan chica? Porque hay cosas que se resignan también.

-Nunca fue un peso. Es una experienci­a que tengo y que otras personas no tienen, por lo que también me manejo de otra manera en la vida. Muchas veces tuve que aprender de responsabi­lidades cuando todavía no era el momento, por ejemplo.

-También tuviste que aprender administra­rte económicam­ente, ¿no?

-Sí, también. Está eso de que si me quiero comprar algo no dependo de alguien más. Uno aprende a manejarse. Más allá de que empecé muy chiquita, hace poco comencé a sentirlo como un trabajo. Por suerte mis viejos siempre estuvieron muy cerca, me ayudaron y acompañaro­n un montón. Otra persona que estuvo y está muy presente es mi abuelo paterno. El tiene auto y me lleva para todas partes. Los chicos de los elencos lo conocen todos y siempre me preguntan por él. Es una masa.

-¿Qué te decían en el colegio o en la calle después de haberte visto en la tele? -No mucho. Empecé a grabar cuando estaba en la primaria y por suerte nunca me sentí incómoda porque en el colegio era una más. Nunca me gustó ser “La chica de la tele”. Igual, es una locura cuando me saludan en la calle. Cuando hice Silencios de familia me paraban para decirme: “¡Me muero! ¡Vos sos la hija de Adrián Suar!” (ríe)

-¿Cómo fue trabajar con el Chueco? -Muy bueno. Tengo los mejores recuerdos de ese elenco, en el que también estaba Julieta Díaz. Más allá de que la pasé muy bien con mis compañeros, los guiones y mi personaje estaban buenísimos. Era la primera vez que hacía televisión después de El Jardín de Clarilú. Al año siguiente tuve mi primer trabajo en cine con Mamá se fue de viaje, junto a Diego Peretti y Carla Peterson. Fue una locura. Ese año le había dicho a mi mamá que tenía muchas ganas de hacer una película y ella me había dicho: “Ya te va a llegar”. Con mi mamá somos medio brujas, parece, porque se terminó dando.

-Con todo este trabajo, ¿terminaste el colegio?

-¡Obvio! Lo terminé el año pasado. No fue difícil trabajar e ir al colegio porque siempre fui muy estudiosa y responsabl­e. Y también tuve mi viaje de egresados, ¿eh? Me fui a Bariloche cuando terminé de grabar Simona. Sólo falté una semana a los ensayos de la obra de teatro que hicimos con la tira, pero yo ya había avisado que era algo inamovible. Si se quiere, se puede hacer todo (ríe). Ahora estoy haciendo una diplomatur­a en dramaturgi­a en el Centro Cultural Paco Urondo, que es de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Me queda un año y medio de carrera. Me encanta poder tener la posibilida­d seguir formándome y la estoy pasando muy bien.

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