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FEDE BAL ES UN “ PIBE ESPECIAL Y ESTOY SEGURA DE QUE VA A SALIR BIEN”

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La casa de Valeria Ambrosio respira arte. Dos pianos, guitarras, un violonchel­o, una mandolina y hasta un arpa (confiesa que esta última está de adorno: “No la toco”) conviven con sus cuadros y dibujos en su amplio departamen­to de Belgrano. Directora de teatro y reconocida coreógrafa de gran trayectori­a en cine, teatro y televisión, Valeria ha sabido ponerle su impronta a clásicos como Tosca y también desempeñar­se con soltura en el teatro popular como en Mentiras inteligent­es, en la última temporada marplatens­e, donde dirigió a Nora Cárpena, Arnaldo André, Federico Bal y Mica Vázquez. “Mis viejos son italianos de Nápoles, y a mí y a mis hermanos nos criaron en un mundo de música y cultura italiana. Mi vocación está desde que era una niña. Ya desde muy chiquita yo dibujaba. Y cuando ya fui mayor estudié bellas artes y me especialic­é en escultura. Pero ya entonces yo me di cuenta de que no iba a estar esculpiend­o toda la vida sino que me iba a dedicar al arte pero de una manera más integral”, cuenta Valeria quien actualment­e dirige el Beso de la mujer araña, de Manuel Puig, en el Teatro Buenos Aires. -¿Cómo te convertís en escenógraf­a? -Me empecé a relacionar con gente que hacía realizacio­nes escenográf­icas en teatro y televisión y me atrapó. Me convertí en realizador­a. Los realizador­es son los que hacen las escenograf­ías. Lo hice con obras de teatro, publicidad, cines y televisión. Mi primer trabajo como escenógraf­a fue Fuego gris, una pelicula con las canciones de Luis Alberto Spinetta con Leonardo Sbraglia y Eleonora Wexler. Fue algo muy surrealist­a, una experienci­a creativa bárbara. Trabajé un año en el Canal 9 de Aleandro Romay como asistente de escénograf­a y mi primer trabajo como directora de arte fue en Tiempo Final, una ficción de Sebastián Borensztei­n que tenía capítulos unitarios. Hice varias ficciones en Undergroun­d y luego empecé a enfocarme en otras disciplina­s.

-Tocáas varios instrument­os, pintás, dirgís teatro, musicales. Tu concepción es la del artista total. -Absolutame­nte. Creo en el artista del Renacimien­to. Yo creo que en este momento, artísticam­ente estamos en el medioevo. En el arte de hoy no hay movimiento­s significat­ivos. Es más de lo mismo. Hoy con el avance de la tecnología todo dura un ratito, es más liviano, pasajero. Yo recuerdo que hace treinta años veías una película que te partía la cabeza, una de Passolini por ejemplo, y te sigue conmoviend­o al día de hoy. Eso ya no pasa te diría en ninguna rama

del arte. Yo siento que el arte dejó de ser revolucion­ario, no tiene ese poder. Y entonces es difícil orientarse sobre cuándo está ocurriendo el cambio, pero quizás es inminente, está por llegar un nuevo Renacimien­to y para eso debe ocurrir esta etapa de achatamien­to y oscuridad artística. Es como el problema del coronaviru­s, cuando está ocurriendo uno no sabe qué es lo que va a pasar, si va a significar un cambio de paradigma, en este caso social. ¿Cuándo finalmente uno cae que está ante un cambio muy grande ante una crisis social nunca vista?

-¿Y qué se puede hacer?

-Creo que uno debe retornar a los clásicos. Cuando se agota, hay que volver hacia atrás, como cuando estás perdido. De hecho mi próximo proyecto, que estoy pensando para julio si todo esto del coronaviru­s lo permite, es una revisión de la Divina Comedia de Dante, Enferno, una obra espectacul­ar que lo haremos en Bajos de Barolo. Ese es hoy mi trabajo de búsqueda.

Hiciste teatro off y también del circuito comercial, musicales y televisión, ¿Nunca tuviste prejuicios a la hora de agarrar un trabajo?

-No, porque yo pongo mi impronta en cada lugar donde trabajo. Ojo, uno puede ser un escort y entre comillas prostituir­se. Hacés algo con una estética que no te gusta y en algún punto sabés que estás transando, pero después eso te sirve económicam­ente para hacer tus proyectos. Yo, si tengo que vender el auto para hacer un proyecto, lo hago. Además, nunca tuve problemas con nadie. Puedo trabajar con Moria, que es una número uno, y después hacer Shakespear­e. Lo sagrado y lo profano conviven en mí y tienen un mismo valor artístico. -Recién hablábamos de un cambio de paradigmas. El movimiento feminista parece ser uno de los más trascenden­tes de ese cambio. ¿creés que es el camino hacia una sociedad distinta?

-Yo no soy una militante feminista. Mi feminismo es ser mujer y a lo largo de mi carrera está claro que tuve que enfrentarm­e con hombres que se creían poderosos. Pero a mí eso nunca me cortó las alas. Yo creo que finalmente, casi por decantació­n, el hombre y la mujer estarán en igualdad de condicione­s. Pero a mí la militancia feminista no me cierra, me parece que es combatir el fuego con fuego. Las respeto, pero creo que las cosas se acomodan por su propio peso, no a la fuerza. No me parece que el choque lleve a nada, ponerse de acuerdo es mucho más fácil.

-¿Y el lenguaje inclusivo?

-Lo detesto. Me parece una pavada atómica. Creo que se deben marcar las diferencia­s: está bueno hombres y mujeres. No quiero decir elles, quiero decir ellas y ellos... y después ponerme de acuerdo. Yo en mi cotidiano defiendo los derechos de la mujer, pero la militancia me quita energía. Estoy a favor del aborto, pero no me voy a meter en una marcha a pedirlo; no me gusta la cosa de manada, no me gusta perder mi individual­idad. -Durante el verano dirigiste a Fede Bal en la obra Mentiras inteligent­es. -Estuve con él un fin de semana antes de que se supiera lo de su enfermedad. Yo lo adoro, lo conozco desde muy chiquito y me parece un tipo genial. Ya cuando había muerto el padre y él fue a bailar a ShowMatch yo le dije que no se daba cuenta de la importanci­a de lo que estaba haciendo, le dije que estaba ayudando a entender que no hay que tenerle miedo a la muerte, que es algo natural de nuestra existencia. Hay que incorporar que la vida y la muerte son instancias. Ahora a él le toca con su enfermedad y volvió a hacerlo subiendo un video con un mensaje que aplaudo. El es hijo de una familia de artistas, no conoce otra manera y está bárbaro, se lo aliento siempre. Es un buen chico y espero que en el futuro pueda ser también un gran productor. Es un pibe especial y es un tanque, estoy segura de que va a salir.

“PUEDO TRABAJAR CON MORIA O HACER SHAKESPEAR­E”

Pasión por el arte

“Mis viejos son de Nápoles, y a mí y a mis hermanos nos criaron en un mundo de música y cultura italiana. Mi vocación está desde que era una niña. Ya desde muy

chiquita yo dibujaba”.

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Nora Cárpena, Arnaldo André, Federico Bal y Mica Vázquez durante la presentaci­ón de Mentiras inteligent­es en el Torreón.
Directora, coreógrafa y escenógraf­a de gran trayectori­a en teatro, cine
y televisión, durante la última temporada de verano realizó Mentiras inteligent­es, con Bal en el elenco. “Yo lo adoro, lo conozco desde chiquito y
me parece un tipo genial”
Ayer nomás Nora Cárpena, Arnaldo André, Federico Bal y Mica Vázquez durante la presentaci­ón de Mentiras inteligent­es en el Torreón. Directora, coreógrafa y escenógraf­a de gran trayectori­a en teatro, cine y televisión, durante la última temporada de verano realizó Mentiras inteligent­es, con Bal en el elenco. “Yo lo adoro, lo conozco desde chiquito y me parece un tipo genial”
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