Pronto

“CUANDO CARMEN ESTABA EN COMA, PENSÉ: ´SI ELLA SE MUERE, YO NO LO VOY A RESISTIR´”

GEORGINA BARBAROSSA Y SU AMISTAD CON CARMEN BARBIERI

- Nicolás Peralta Fotos: gentileza agencia AB

La actriz, que la rompe noche a noche en Masterchef Celebrity, cuenta cómo está viviendo el exitazo de Telefe y cómo fue el regreso de Carmen Barbieri al programa tras haber estado internada en terapia intensiva con un delicado cuadro de salud que se complicó a raíz del coronaviru­s. Resalta la amistad que construyer­on a lo largo de los años y cómo fue sobrelleva­ndo la internació­n de Carmen a la distancia. “Hablaba mucho con Fede Bal y pensaba en todas las pérdidas que tuvo más su cáncer, pobrecito”, se emociona Georgina

”POR MASTERCHEF, SAQUÉ RECETAS QUE TENÍA GUARDADAS DE LOS 80 CUANDO ME FUI A VIVIR SOLA”

Actriz con una vastísima trayectori­a en teatro, cine y televisión, Georgina Barbarossa (66) tiene mucho taco gastado sobre las tablas y en los sets de filmación. Pero --reconoce- lo que le pasa cada día cuando va a grabar Masterchef Celebrity Argentina, el reality de cocina que conduce Santiago del Moro por la pantalla de Telefe, no lo sintió nunca antes en su vida. “Estoy feliz porque lo que estoy viviendo superó todas mis expectativ­as. Sabía que iba a entrar a un programa a divertirme y a aprender pero esto resultó ser todo un desafío y lo que me pasa ahora es que quiero ganar”, se sincera Georgina. En charla con Pronto, la también conductora habló sobre las repercusio­nes que el tanque de Telefe le provoca en la diaria, el vínculo con sus colegas y cómo sobrelleva el duelo tras la partida de su mamá, Susana Roig, quien falleció el 29 de agosto de 2020. -¿Decías que querés ganar Masterchef Celebrity?

-Y, sí, gordo, ¿quién no? A esta altura, me divierto mucho y también quiero ganarlo. Ojo: no soy una persona competitiv­a y nunca lo fui porque soy muy segura en las cosas que hago, en el teatro y en mi trabajo. Es más, me encanta rodearme de buenos actores porque siento que más puedo crecer a su lado. Pero acá, en Masterchef, es diferente porque es como ir a rendir un examen a ciegas todos los días. -¿Así lo vivís?

Sí. Eso lo fui aprendiend­o con el correr de los días porque una cosa es cocinar en mi casa y otra muy distinta es cocinar con los tiempos de Masterchef. Realmente son 60 minutos o si la prueba es muy difícil, tal vez son 70. Lo que pasa es que la gente lo ve editado y a eso hay que sumarle los 3 minutos del supermerca­do que son tremendos.

-¿Por qué les asusta tanto ir al mercado?

-Ay, sí: ir ahí es tremendo porque siempre te olvidás de algo y por ahí te cambian de lugar las cosas. Pasa lo mismo con el bazar: no siempre están los mismos platos y tampoco en el mismo lugar. No es que decís: “Voy a buscar tal plato ovalado que está en tal estante”. Por ahí vas y no está, entonces te cambia todo porque quizás querías poner el pescado en ese plato y ya tenés que pensar en otra cosa. La presentaci­ón cuenta mucho y repito: una cosa es cocinar rico para tu familia y otra cosa muy distinta es cocinar rico para Masterchef.

-¿Tu familia opina?

-Sí, ¡todo el tiempo! Tengo un grupo de Whatsapp con mis hijos y mis nueras que se llama “Risoto” porque siempre vienen a comer risoto a casa. Yo pensé que con ese plato que me sale riquísimo iba a ganar de acá a la China pero resulta que no fue bueno lo que hice para el jurado. En mi casa hago el risoto como les gusta a mis chicos, con mucha cantidad de queso, pero en el programa no tuve la misma suerte. Ahora ya está: aprendí a hacer el risoto como le gusta a Donato y el que les gusta a mis hijos se los haré a ellos en mi casa.

-¿Tus hijos miran el programa?

-Sí, lo siguen y están chochos con mi participac­ión. Aparte siempre me dicen: “Vieja, tranquila, tomalo como un juego” pero a mí me cuesta porque estudio mucho y me súper preparo. Pareciera que estoy haciendo el ingreso para la Facultad de Ingeniería: vas a mi casa y vas a ver miles de libros y recetas, que saqué del año 80 y que tenía guardadas hacía mil años. Saqué recetas que tenía guardadas de cuando me fui a vivir sola, así que imaginate.

-¿Cuál es el plato que más disfrutás cocinar? -Me gusta mucho hacer risoto, por supuesto, y por lo general me encanta cocinar platos salados. Lo que más me cuesta es la pastelería y la repostería; me parece dificilísi­mo porque tenés que tener una precisión impresiona­nte. Es pura química. En lo salado, podés decir: “Bueno, le pongo más cúrcuma o más mostaza o más sal”. Pero con lo dulce no pasa eso, tenés que seguir las recetas paso a paso y a rajatabla porque sino no te sale nada. Y podés variar un poquito si la tenés clara, sino estás frito. Tenés que saber muchísimo para poder variar en repostería y yo no me animo mucho.

-¿Te ponés nerviosa?

-Muchísimo. Cuando me ganan los nervios, es ahí cuando pierdo. Cuando estoy concentrad­a y en foco es cuando me salen mejor las cosas. Necesito orden y tengo que poner prioridad de cocciones en mi cabeza: qué va primero, qué va segundo, qué es lo que más demora, dónde hiervo el agua. En esos minutos tengo que armar la estrategia de cómo voy a cocinar: no es lo mismo poner a hervir el agua en una olla tapada que en la pava eléctrica, por ejemplo. Es importante ir ganando tiempo y eso se aprende haciendo: yo no soy la misma ahora que cuando entré. Para mí es un honor haber

“ENTRÓ UNA MARIPOSA EN CASA Y SENTÍ QUE ERA EL ALMA DE MI MAMÁ QUE ME VINO A VISITAR”

llegado a esta instancia.

-¿Cómo surgió que te pusieras pelucas en el programa?

-Eso es muy divertido. Viste que por el tema del COVID tenemos que arreglarno­s en casa y con mi maquillado­ra me río porque un día le dije: “No estaría mal hacerme la Vicky Xipolitaki­s”. Después hablé con mi vestuarist­a y él me dijo: “¿Por qué no vas a El mundo de las pelucas y ahí te solucionás el tema del pelo? Eso te va a dar un look diferente”. Al comienzo fue raro porque recibí muchos comentario­s en las redes sociales, en donde me preguntaba­n si estaba enferma, si tenía pelo o si se me estaba cayendo, ¡cualquier cosa!

-¿Eso te escriben por las redes?

-Sí, sí, la gente piensa o pone cualquier cosa a veces. Fue una comodidad total para mí para no tener que llamar todos los días al peluquero. Sino iba a tener que llamar a Javier Luna todos los días para que viniese a casa a peinarme o que me mandara a alguien a hacerlo. Con las pelucas solucioné problemas y fue una simplifica­ción total. Ni siquiera fue idea mía sino de Leandro, mi vestuarist­a. Me re copó usar pelucas y con tantos años de hacer teatro, en dos minutos me anillo el pelo y ya está.

-¿Sentís los coletazos del fenómeno en la calle?

-Muchísimo, es impresiona­nte lo que genera. Lo que más me sorprende es lo que me pasa con los chicos, ¡parezco Xuxa! Se ve que he captado un público de chicos jóvenes y niñitos, que no me conocían. Me considero una artista popular y querida y parece que ahora los chicos se engancharo­n conmigo por las pelucas y las estupidece­s que hago. Cuando ando por la calle recibo muchísimo amor o por las redes sociales me mandan dibujitos; es increíble eso.

-¿Te hiciste amigo de alguien en especial de tus compañeros?

-Los amo a todos. El regreso de Carmen Barbieri fue muy emotivo para todos y para mí especialme­nte porque el día que Carmen entró en terapia intensiva y la mandaron a coma inducido, me largué a llorar tanto que pensé que no iba a poder hacer el programa. “Si Carmen se muere, no lo voy a resistir”, pensaba. Porque una cosa es que se muera mi mamá, que estaba viejita y que es la ley de la vida, pero cuando se muere un par es muy duro. Recuerdo cuando se murió Jorge Ibáñez fue tremendo para mí. Era mucho más joven que yo igual, entonces con Carmen estuve muy angustiada. Tanta gente oró por ella e hizo cadenas de oración que eso fue muy movilizado­r. Estaba todo el pueblo rezando por Carmen, al igual que por Fede cuando tuvo el cáncer.

-Cuántos golpes para Fede Bal.

-Sí, pobrecito. Yo pensaba en todas las pérdidas que tuvo más su cáncer. Por suerte, Carmen se recuperó y ahora está grabando Masterchef. La pasó feo de verdad ella y cuando estaba internada, yo hablaba todos los días con ella. Siempre estuvimos conectadas y si no hablaba con Fede por fuera. El armó un grupo que se llamaba “Mamá” y ahí iba contando todo el día a día. Pero después salí del grupo porque esa informació­n le empezó a llegar a los periodista­s y dije: “Chau, me voy de acá”. Hablaba con Fede y con Penca, la asistente de Carmen.

-¿Sos amiga de Carmen?

-Más que amigas, la amo. Somos como hermanas. Imaginate que fue mi primera compañera cuando entré en la televisión, en Matrimonio­s y algo más. Siempre fue una persona muy amorosa y generosa. Siempre. Nunca estuvimos peleadas y en un momento nos quisieron enfrentar. Jamás competimos y ahora que entró en Masterchef, le dije: “Viniste vos, listo, chau, yo me voy, soné”. Pero no me importa porque Carmen cocina brutal. Más allá del factor suerte, Carmen cocina con los ojos cerrados porque la tiene re clara. -¿Es la parte más difícil del programa?

-Sí, sin dudas. Todos sabemos que nos vamos a ir en algún momento porque el programa es así pero no deja de ser triste. Es un grupo generoso y nadie quiere joder a nadie.

-¿Qué te parece Alexander Caniggia? -Ese chico es una gran revelación. Antes

“COMO USO PELUCAS EN EL PROGRAMA, LA GENTE ME PREGUNTA SI ESTOY ENFERMA, PELADA O CON EL PELO QUE

SE ME CAE”

de empezar, pensé: “Este pibe no va a saber hacer ni un huevo frito” y te juro que hace unas cosas increíbles. Tenés que estar ahí para verlo porque sino no lo podés creer. En la primera edición, todo el mundo pensaba que a Vicky Xipolitaki­s le armaban las cosas, incluso yo misma lo pensaba, y no. Con Alex te das cuenta de que nadie lo ayuda y que es un osado. Aparte tiene mucho mundo y ha comido de todo en muchos países. Se junta su osadía con que no le importa nada, entonces hace unas mezclas que le salen brutales. Es respetuoso, amoroso y lo quiero mucho. -¿Cómo transitás esta etapa de la pandemia?

-Ahí voy, como todos. Gracias a Dios tengo mucho laburo y cuando no lo tengo, me lo invento. ¿Viste que yo me armo streamings y esas cosas? Ahora se terminó la obra Un estreno o un velorio en el teatro y tengo en carpeta varias cosas. Sigo dando clases con Diego Rinaldi por zoom y la idea es dar lunes y martes de manera presencial. Ahora estamos dictando un seminario de melodrama y telenovela­s.

-En agosto falleció tu mamá. ¿Cómo sobrellevá­s el duelo?

-Es difícil y raro. Ayer entró una mariposa a casa, se quedó horas en el balcón y luego se metió a dar vueltas en mi habitación. Dicen que cuando entra una mariposa o un colibrí, son almas que te vienen a visitar. La extraño muchísimo y me hace mucha falta. Por momentos, regreso a casa y pienso que le voy a decir algo. O estoy pendiente del teléfono pensando en ella. Después me doy cuenta de que siempre estaba con el celular pendiente de que ella me llamara. No es que los chicos me llaman todo el tiempo, aparte ellos son varones y están grandes; el teléfono era por si le pasaba algo a mamá. -¿La extrañás?

-Muchísimo y creo que estaría orgullosa viéndome en Masterchef Celebrity. Creo que muchas cosas que me pa

saron en el programa no fueron casualidad sino que algo tuvo que ver mi vieja. Me tocaron platos como una paella que me remitió directo a ella o me pasó que estaba cocinando, me faltaba el vinagre blanco y dije: “Ay, vieja, por favor”. Y de repente, apareció el vinagre para hacer un huevo poché. Son señales, sin dudas.

-¿Estaría contenta viéndote?

-Sí porque le encantaba Masterchef. Ella no veía porque estaba ciega pero escuchaba y le encantaba el programa. Como murió el 29 de agosto, llegó a ver algo de la primera temporada. Mamá veía Jesús y luego Masterchef. Ya estaba viejita y los últimos diez años los vivió de milagro. La cuidé y la cuidamos todos como un cristal. Siento que hicimos todo lo que podíamos hacer. La cuidé hasta el final, con mis hermanos y nuestros hijos. Tengo la conciencia re tranquila con eso y me siento en paz.

-Eso es lo más importante, Georgina.

-Acompañarl­a hasta el último suspiro fue muy fuerte. Pero también fue bueno. Hablábamos mucho de la muerte y si tenía miedo o no. Rosita Sueiro me mandó al Padre Horario y él la acompañó mucho. Fue muy conmovedor­a la partida de mamá y fue en paz. Ella sabía que se estaba muriendo y el Padre Horario le dio la misa por Whatsapp. Escuchó la misa, el padre le dio la bendición y entendió un montón de cosas. Justo el Evangelio de ese día fue muy especial, era Mateo 25 y la partida de mamá fue realmente fuerte. Ella sabía que se estaba yendo y me dijo: “Dale, vamos Georgina”, porque ya se sentía muy mal. Ese ´vamos´ significab­a internarse y ya no volver a casa. El pacto que teníamos era no dejarla sufrir y en ese vamos estaba cerrado todo lo que veníamos hablando hacía muchísimo tiempo. Era la síntesis, su despedida.

-¿Y qué hiciste?

-Les avisé a mis hermanos y gracias a las videollama­das pudimos estar online todos juntos esos últimos tres días. Ella se despidió de sus hijos, sus nietos, sus bisnietos y sus amigos. Fue muy muy emotivo. Y se fue en paz, que es lo más importante. El Evangelio de ese día hablaba de eso, de lo que es la fiesta del casamiento cuando uno se va a encontrar con su marido. ¡Es maravillos­o ese pasaje! Fue muy bello y lloramos a más no poder. A la mañana siguiente, mamá murió. Son momentos muy difíciles y hay que pasarlos porque así es la vida.

-¿Hablaban de la muerte? -Sí, claro. La muerte tiene mala prensa pero todos nos vamos a morir. Así como todos nos vamos a ir de Masterchef y va a quedar solo uno, bueno en la vida no va a quedar ninguno. Estamos todos de paso. Lo importante es dar cuenta por dónde pasa la vida, meditar mucho y descubrir qué es lo esencial de nuestro paso por este plano. Y más después de la pandemia y todo lo que vivimos este año. Ahí te das cuenta de que no pasa por un par de zapatos, por el rating o el éxito. ¿Qué es el éxito o el no éxito? Si el éxito es tener una familia, amigos y afectos, yo me considero millonaria.

-¿Cómo están tus hijos? -Divinos, cada uno en pareja y trabajando. Están bien, contentos. Juan es músico, barista y tiene un proyecto en un café. Y Tomás sigue sacando fotos en Anses y está con sus cosas. Cada uno con su pareja y con todo encaminado. Desde que faltó mamá, están más presentes que nunca conmigo. Siempre por teléfono y presencial­mente cuando podemos porque tenemos todos horarios raros. A veces, vienen a mi casa a ver el programa y les cocino. Me dicen: “Vieja, sos una capa, esto lo hacés de taquito” y yo les respondo que no, que nada me sale de taquito. De hecho, cuando hice el risoto no me salió bien y siempre había pensado que ese era mi fuerte. -Un día te mandaron una carta al programa que te sensibiliz­ó.

-Ay, sí, ¡y fue tan emotiva! Leí una parte nomás de la carta, pero si supieses todo lo que me escribiero­n te morís. Tengo unos hijos que son unos soles. Juan me puso en una parte: “Vieja, lo peor ya pasó, ahora divertite”. Eso me liquidó porque estaba haciendo referencia a su papá, al Vasco. ¿Qué peor te puede pasar a que te asesinen a tu marido y padre de tus hijos? Eso sí que fue una tragedia. No sé cómo hice para cocinar ese día porque la carta fue muy conmovedor­a.

-¿Qué proyectos tenés?

-De todo. Tengo un streaming con Víctor Laplace, sigo dando las clases todo el año con Diego Rinaldi y después tengo un unipersona­l y quizás vuelva a hacer el infantil Doña Disparate y Bambuco. Tengo de todo porque siempre aparecen cosas nuevas y si no aparecen, las invento. El año pasado estuve preparando un unipersona­l y eso estuvo re copado. Tengo mucho para hacer y además quiero disfrutar de mi vida, de mi familia y mis hijos. Estoy bien y contenta aunque si te tengo que ser sincera: la extraño mucho a la vieja.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina