Pronto

LA REVOLUCIÓN DE LAS CANAS

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Natalia Borgoglio

A los 30 ya estaba blanca, y en ese momento dije ‘a los 50 me voy a dejar de teñir’. Me parecía como una edad correcta, soy una señora y ya está. Tenía ese prejuicio de que odiaba las canas y era algo que ocultar, era

de vieja, desprolija, desarregla­da. Cuando estaba por cumplir 40 pensé ‘por qué esperar 10 años, si hacía 20

que me teñía’.

María Laura Pampín

“Yo me di cuenta que lo que odiaba

más era el tema de las raíces, la dependenci­a de la tintura. Me teñía sola cada 15 días y tenía siempre en la cartera una sombra y un pincel, cosa que me podía retocar cualquier cana que apareciera; ese era mi nivel de obsesión. La pasaba bastante mal,

incómoda.”

La cantidad de mujeres que me escribían a diario diciendo que estaban en la misma, o que habían empezado, o que el tema de la cuarentena las había ayudado a decidirse. Y lo mucho que significab­a para ellas que una persona conocida se mostrara así. Las mujeres en ese sentido me alentaron muchísimo, y yo a ellas”. Justamente las redes sociales sirvieron de nexo para un montón de mujeres de todas las edades que estaban pasando por lo mismo, o que tenían ganas de emprender este camino y no se animaban.

Por ejemplo, la cuenta de Instagram “Sí, son canas”, formada por María Laura Pampín y Natalia Borgoglio, tiene 17 mil seguidores. Lala y Sasa (los apodos de sus creadoras) se conocieron gracias a las canas pero sus experienci­as son completame­nte diferentes.

“Yo lo pensé mucho tiempo, de hecho lo hablaba mucho con mi colorista. Estuve como siete años pensándolo. A los 30 ya estaba blanca, y en ese momento dije ‘a los 50 me voy a dejar de teñir’. Me parecía como una edad correcta, soy una señora y ya está. Tenía ese prejuicio de que odiaba las canas y era algo que ocultar, era de vieja, desprolija, desarregla­da. Cuando estaba por cumplir 40 pensé ‘por qué esperar 10 años, si hacía 20 que me teñía’. Lo hablé con mi pareja porque iba a ser un cambio estético bastante fuerte, yo tenía el pelo muy oscuro. Él me apoyó absolutame­nte y ahí arranqué. La verdad es que al principio fue difícil, pero es absolutame­nte liberador y te cambia la perspectiv­a de cómo ves las canas”, relató Natalia a Pronto.

Claro que tuvo que afrontar los prejuicios ajenos y los propios: “Yo en ese momento trabajaba en una empresa multinacio­nal, iba todos los días a una oficina. Siempre me arreglaba y al dejarme las canas me empecé a arreglar mucho más como para tener la aprobación del otro. Para mí la mirada del otro siempre fue muy importante, y ese fue el mayor cambio que hice en la transición. Recibí muchos comentario­s, algunos dolorosos. Estaba tan insegura por la mirada ajena, y el choque fue tan fuerte que fortalecí mi autoestima”.

María Laura, por su parte, era súper dependient­e de la tintura, pero cuando tomó la decisión de dejarse las canas lo hizo sin reparos: “Yo me di cuenta que lo que odiaba más era el tema de las raíces, la dependenci­a de la tintura. Me teñía sola cada 15 días y tenía siempre en la cartera una sombra y un pincel, cosa que me podía retocar cualquier cana que

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